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Salarios de miseria empujan a guardias de prisiones a una espiral de corrupción en México
Jueves, Julio 16, 2015 - 09:06

La fuga el sábado de Guzmán de una prisión de máxima seguridad por segunda vez en 15 años, dejó al desnudo las limitaciones de un sistema que es incapaz de detener a su más famoso interno, y que a menudo es controlado por los que están tras las rejas.

México DF. Trabajando por un modesto salario entre poderosos criminales, muchos guardias penitenciarios de México se encuentran entre la espada y la pared, indefensos muchas veces contra el poderío de cárteles de la droga como el de Sinaloa, de Joaquín "El Chapo" Guzmán.

La fuga el sábado de Guzmán de una prisión de máxima seguridad por segunda vez en 15 años, dejó al desnudo las limitaciones de un sistema que es incapaz de detener a su más famoso interno, y que a menudo es controlado por los que están tras las rejas.

El dinero manda adentro de la cárcel, aseguran prisioneros, funcionarios y trabajadores. Y se intercambia por todo, desde acceso teléfonos y visitas de prostitutas hasta por protección contra brutales golpizas.

Los guardias ganan menos de 1,000 dólares al mes y muchos aprovechan el mercado que opera en la prisión para conseguir dinero extra. Pero también viven bajo presión de ayudar a los criminales, que con sus sicarios afuera del penal pueden fácilmente amenazarlos a ellos y a sus familias.

Aún si eligen ayudar, es un camino lleno de peligros.

Si se corre la voz de que un guardia ayudó a un cártel puede convertirse en blanco de sus rivales, dijo Eduardo Olmos, que fue alcalde de la ciudad norteña de Torreón entre 2010 y 2013, cuando fue azotada por una sangrienta guerra entre los Zetas y el Cártel de Sinaloa".

"Pierde porque no jala (no acepta), pierde porque ayuda", dijo Olmos.

Durante los primeros años de su alcaldía, el penal de Torreón era controlado por los Zetas y el cártel de Sinaloa dominaba la prisión de la ciudad vecina de Gómez Palacio.

El penal del Altiplano en la zona central de México, que albergaba a Guzmán, era considerado una instalación desde donde era imposible escapar, y nunca nadie lo había logrado antes, dijo Sara Elena Izazola, ex funcionaria de prisiones de alta seguridad.

Sin embargo, solo 17 meses de su captura, Guzmán se escabulló por la noche a través de un túnel de un kilómetro y medio que desembocaba justo bajo su celda, humillando al presidente de México Enrique Peña Nieto.

Imágenes de una cámara de seguridad difundidas el martes por el gobierno muestran a Guzmán dando vueltas dentro de su celda y revisando algo detrás de una pared que separa la ducha, ubicada en una esquina. Finalmente se agacha detrás de la pared y desaparece en el túnel.

El gobierno despidió al director de la prisión y 34 empleados han sido interrogados. Legisladores mexicanos dijeron que la fuga sólo pudo ser posible con un conocimiento detallado del recinto y sobornando a funcionarios y guardias.

Guzmán, capo de un cártel responsable de miles de muertes y alguna vez listado en el ranking de millonarios de la revista Forbes, ha usado por mucho tiempo el soborno y la intimidación para comprar el apoyo de fuerzas de seguridad y funcionarios.

Los guardias de presidios ganan apenas 6,000 pesos al mes (380 dólares) en instalaciones estatales y entre 12,000 y 15,000 pesos (760-950 dólares) en las federales como el Altiplano, dijo Elena Azaola, experta en condiciones penitenciarias del centro mexicano de investigación CIESAS.

Esas condiciones salariales implican que los sobornos son muy difíciles de resistir, dijo un guardia de prisión en el estado central de Morelos.

"La mayoría lo hace por eso, se van metiendo con la maña porque nadie te protege. No lo justifico pero pues los salarios son peor que afuera", dijo el guardia que se identificó solo como Carlos y que gana menos de 12,000 pesos mensuales.

"El hotel más caro del mundo". México tiene 387 prisiones en todo el país. Más de la mitad de ellas está superpoblada, incluyendo al Altiplano, que se encontraba rebasado en un 33 por ciento de su capacidad en febrero, según cifras de la Secretaría de Gobernación.

Las malas condiciones han alentado las fugas. De acuerdo con el centro de estudios México Evalúa se registraron 31 escapes entre el 2010 y mayo del 2013. En uno de ellos, más de 130 reclusos se fugaron de un penal en la ciudad de Piedras Negras en la frontera con Estados Unidos.

En Estados Unidos, una prisión típica se caracteriza por su control, pero en México no tienen suficientes fondos y tampoco pueden ofrecer una adecuada alimentación ni atención médica, dijo Azaola.

"La mayoría de ellas está en condiciones infrahumanas", destacó.

Miguel Morales, de 23 años y que estuvo recluido brevemente en una prisión cercana al Altiplano, se dio cuenta pronto de que en el penal había que pagar por todo, desde el derecho a ver televisión hasta evitar ser golpeado.

"Llegar aquí es llegar al hotel más caro del mundo," dijo.

Las condiciones en el Altiplano son mejores, según los residentes, aunque ciertamente no está libre del crimen por completo, de acuerdo con José Luis Lara, de 49 años, que estuvo conviviendo con narcotraficantes desde el 2001 hasta el 2003.

Los cárteles enviaban narcóticos a sus miembros a través de los guardias y prisioneros ricos podían arreglar visitas de prostitutas a través de sus abogados, dijo.

Los convictos tenían que pagar 100,000 pesos (6,350 dólares) por un teléfono celular, agregó.

Solo gente como El Chapo podía pagar eso, dijo Lara.

Durante su estancia en el penal de Puente Grande en el occidente de México, Guzmán pagó las cuentas médicas de miembros del personal, dijo un ex director de penal quien habló bajo condición de anonimato.

"Hubo gente que tenía hijos enfermos, desahuciados y El Chapo les pagó, o para que fueran a operarlos a Houston. Hubo gente a la que le compró su casa, no todo es que hayan secuestrado a su familia", afirmó.

Guzmán escapó de esa prisión en el 2001 y fue recapturado el año pasado.

Flavio Sosa, quien estuvo recluido entre 2006 y 2007 en una celda cercana a la de Guzmán en el Altiplano, dijo que el capo debe haber pagado para poder escapar del incesante escrutinio que los presos enfrentan desde las 05.45 de la mañana a las 10.00 de la noche todos los días.

"Compró a todos los guardias del penal y desactivaron todos los sistemas de seguridad. No hay otra forma", dijo Sosa.

Autores

Reuters