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Por qué enseñar educación financiera a los más pequeños a través del ejemplo
Domingo, Julio 1, 2018 - 10:00

Empezar con actos es clave para que los niños no se frustren en la creación del hábito.

Algunos lectores me han pedido consejos para enseñar educación financiera a sus hijos en casa. Tienen toda la razón de preocuparse por eso, primero porque no se enseña en las escuelas, pero también porque nos preocupa que ellos tengan los elementos necesarios para manejar bien su dinero. Es parte de nuestra vida, nos guste o no, pero además es limitado.

Siempre he dicho que la mejor manera de enseñar es con el ejemplo. En mi caso particular yo aprendí de dos distintos, que contrastaban: el de mis padres y el de mis abuelos maternos. En un caso orden y tranquilidad, en el otro un gran estrés financiero cada vez que llegaba el estado de cuenta de la tarjeta de crédito.

Pero además del ejemplo, debemos reforzarlo introduciendo en nuestros hijos hábitos financieros saludables, así como conceptos de acuerdo con su edad. Hay que empezar, por lo tanto, cuando son muy pequeños. A continuación, algunos consejos que funcionan:

1. Introducir el hábito del ahorro. Todos los niños quieren que les compremos cosas. Nos las piden casi desde que comienzan a hablar. Es importante hacerles distinguir que ciertas cosas se pueden comprar con el presupuesto cotidiano (por ejemplo, su cereal favorito, o un helado de vez en cuando). Pero para otras, como, por ejemplo, un juguete o una bicicleta, hay que ahorrar.

En este sentido funciona muy bien una alcancía. Si un niño quiere algún juguete, cuando está pequeño, uno puede ir depositando monedas o billetes en ella hasta lograr la meta. Los niños suelen ver que hay que guardar —separar— dinero para lograr su meta.

Además, les puede ser divertido ver cómo se llena su alcancía. Es importante que sea, al principio, algo que se pueda comprar en un plazo corto, para que no se frustren. A medida que van creciendo, se puede combinar con otras estrategias, como lo que nos lleva al siguiente punto.

2. Enseñarles el valor del trabajo. Cuando los niños van creciendo, también lo hacen sus deseos por tener un nuevo juguete, un artículo deportivo, o un videojuego de un costo más o menos importante. Ellos pueden darse cuenta de que lograrán esa meta más rápidamente si trabajan para ello.

Uno puede entonces impulsarlos a hacer pequeños trabajos remunerados en el hogar, que sean adicionales a sus actividades normales (es decir, no pagarles por hacer su tarea, o sacar una mejor calificación, porque esa es su obligación). Pero sí, por ejemplo, pagarles para que laven el coche, o la terraza de la casa, cosas de ese estilo. A medida que crecen quizá pueden buscar un trabajo durante sus vacaciones. De esta manera aprenden el valor del trabajo y lo que cuesta lograr las cosas.

3. Involucrarlos en un fondo para su educación. La escuela cuesta, y mucho. Cada vez es más difícil pagar una escuela privada o incluso la universidad. Por eso es buena idea ir construyendo un fondo de educación e involucrarlos en su manejo. Por ejemplo, hay padres que le dan a sus hijos “su domingo” o una cantidad fija para sus gastos. Pues bien, uno puede entonces hacer que contribuyan a este fondo por lo menos 10% de lo que reciben.

También uno puede involucrarlos, cuando están un poco más grandes, en la manera como se invierte este fondo. De esta forma se irán familiarizando con las inversiones y entenderán que ahorrar e invertir son cosas distintas. Ambas, importantes para alcanzar las metas.

4. Involucrarlos en las finanzas del hogar. Al principio de esta columna hablé un poco sobre la importancia de educar con el ejemplo. Aunque el tema del dinero puede ser un tabú, conviene que ellos conozcan lo que se tiene, lo que se debe, y vean a sus padres haciendo un presupuesto. Incluso que se involucren.

Yo siempre recomiendo a las parejas hacer una reunión de presupuesto, cada vez que se recibe la quincena, el salario mensual o algún ingreso por honorarios. Porque se deben tomar decisiones sobre qué se va a hacer con ese dinero que se recibe, cómo se va a gastar y cuánto se va a ahorrar.

En otras palabras, darle a cada peso que uno gana un trabajo. También considerar los gastos recurrentes pero que no suceden cada mes, como por ejemplo las vacaciones, el regreso a clases o el Predial. También qué hacer y cómo tomar decisiones cuando se cruza algo en el camino y se tiene que reajustar. Si participan los hijos, en ciertas decisiones (obviamente no en todas), qué mejor.

FOTO: PEXELS.COM

Autores

Eleconomista.Com.Mx