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¿Por qué perdió la Concertación en Chile?
Jueves, Enero 21, 2010 - 12:22

La crisis de la Concertación terminó siendo una gran crisis de liderazgo. Y sin él, ni siquiera la coalición más grande y exitosa de la historia chilena puede ganar una elección reñida.

Mirando los datos objetivos parecería difícilentender la derrota de la coalición que desplazó a Pinochet. Han sido por lejoslos 20 años más exitosos de la historia moderna de Chile. Esta Concertación leentregará en marzo a Piñera un país reconciliado, pujante, que redujo lapobreza de 38% en 1990, a 13% en 2009, y con un gran fortalecimiento desus instituciones.

Más aún, la presidenta Bachelet, que se jugó afondo por la candidatura del derrotado Eduardo Frei, termina su período como unpersonaje tan querido y popular como el mismísimo Marcelo Bielsa (el director técnico argentino que lidera la selección de fútbol de Chile, clasificada a Sudáfrica 2010). Un increíble80% de aprobación ciudadana ratifica ese afecto, bien ganado luego de sortear dosgrandes amenazas: la epidemia de gripe porcina y, sobre todo, la crisisfinanciera mundial.

¿Cómo pudo perder Frei en este escenario? ¿Cómopudo funcionar el eslogan de “cambio” que propuso Piñera? La realidad es que la Concertación fuevíctima de su propio éxito. Y sobre eso, realizó una campaña electoral plagadade errores, conflictos y divisiones que la hizo lucir aún peor.

Los gobiernos de la Concertación mejoraronnotoriamente las condiciones materiales de vida de los chilenos. Pero por lomismo éstos son hoy mucho más exigentes. Ya no sólo quieren cobertura de salud,exigen salud de calidad. De hecho, a pesar de su altísima popularidad, el gobiernode Bachelet se va mal evaluado en temas como educación, salud, seguridad,transportes.

Por otro lado, las cúpulas de los partidosoficialistas empezaron a mostrar los típicos vicios de quienes se aferran alpoder por mucho tiempo: captura del aparato estatal y discrecionalidad en laasignación de cupos parlamentarios. Todo ello generó rechazo y alienó a losciudadanos, estimulando el surgimiento de caudillos y políticos que cruzaron haciala otra vereda.

Así, por primera vez en su historia, la Concertación llegó alas elecciones dividida: con un candidato oficial y dos por fuera. De ellos, eljoven diputado Marco Enríquez-Ominami logró un inédito 20% del electorado,precisamente denunciando estos vicios y llamando a la renovación.

La campaña de Frei nunca pudo superar ese estigmade ilegitimidad: nació de unas elecciones primarias en que grandes figuras de la Concertación -comoRicardo Lagos o José Miguel Insulza- no quisieron participar, y en que seexcluyó a emergentes como el mismo Enríquez-Ominami.

Antes, la Concertación siempre se las había arreglado paramostrar renovación: Lagos fue el primer socialista después de Allende, yBachelet la primera mujer presidenta. Ahora era imposible disfrazar a Frei comorecambio. Sus estrategas trataron de esconderlo y evitar que hablara mucho -susdotes de orador son escasísimas-, y buscaron restregar su imagen con la deBachelet- esperando que la popularidad se traspasara por osmosis. Pero esto nohizo más que agudizar el dramático contraste en cuanto a carisma.

El pobre desempeño de Frei en las encuestas previasmotivó sucesivas crisis en su comando y terminó por socavar la mística quecualquier campaña necesita para prender. Y, no menos importante, para recaudarfinanciamiento privado.

En el fondo, la crisis de la Concertación terminósiendo una gran crisis de liderazgo. Y sin él, ni siquiera la coalición másgrande y exitosa de la historia chilena puede ganar una elección reñida.