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Por qué tratar a tu mascota como a un hijo puede causarle daño
Martes, Agosto 22, 2017 - 13:29

Sentarla a la mesa, disfrazarla, celebrarle el cumpleaños y llamarse “la mamá” o “el papá” de un perro o un gato termina afectando al animal.

“Soy la mamá de Paco”, se presenta Claudia cuando sale a pasear a su mascota y se encuentra con un grupo de personas que madrugan a hacer lo mismo. Todos se congregan alrededor de animales vestidos con gorros, impermeables, sacos y hasta una especie de medias que cubren sus patas. La frase se repite: “soy el papá de” o “la mamá humana de”. Claudia agrega: “Paco va a cumplir dos años y quiero celebrarle su cumpleaños”… Un error gravísimo, de acuerdo con una investigación de la Facultad de Veterinaria de la Universidad del Nordeste (UNNE), en Argentina, que critica este tipo de conductas hacia los animales.
 
Dicen los que realizaron el estudio que proyectar las características humanas en los perros o los gatos ha hecho que muchas de las mascotas hoy sean inmanejables. Cada vez más animales presentan conductas como agresividad, miedo o ansiedad, todo derivado de la sobreprotección de sus dueños. Los veterinarios y expertos en conducta animal están de acuerdo: una relación en la que se humaniza a la mascota, lejos de resultar equilibrada y saludable, despierta en el animal diversas alteraciones.
 
Las mascotas se han convertido para muchas personas en el eje de sus vidas. Incluso hay programas en Europa en los que las personas buscan el amor a través de sus perros o gatos. Los humanos deciden iniciar una relación sólo si hay afinidad entre sus animales. Pero estudiosos del comportamiento canino dicen que no es justo poner sobre el animal la responsabilidad de elegir una pareja o transmitirle sentimientos tan naturales en las personas como la venganza.
 
Explican los expertos que los perros tienen necesidades y características propias de su especie, la canina. Son animales de manada y, aunque estén domesticados, siempre necesitarán tener contacto con otro canes. Privarlos de eso no es sano. Se debe comprender que los perros ladran (en Nueva York les operan las cuerdas vocales para que no lo hagan), sueltan pelo por toda la casa (ya hay razas diseñadas sin pelo), lamen sus genitales y los de otros congéneres como forma de socializar. Es instinto. No trate de humanizarlo, porque estaría negando su naturaleza animal y luego sufrirá por sus cambios de conducta.
 
 
A los gatos, por ejemplo, se les amputan las uñas, una herramienta fundamental para alimentarse y sobrevivir. Ellos trepan y cazan con ellas. Eso los deja a merced de los peligros cuando salen a la calle. Es muy común encontrar gatos golpeados y maltratados en las calles. Ninguno tiene uñas.
 
Los psicólogos incluso están estudiando el fenómeno del amor desbordado hacia las mascotas. Sus dueños “son individuos con carencias afectivas que se proyectan en el animal. Aquí hay un exceso de soledad o dificultad para mantener relaciones sociales”, explican. Pero también hay moda: la mascota se vuelve un accesorio más. Por eso hoy las encontramos mini, sin pelo, fit… es decir, lo más humanas posibles.
 
Busca el punto medio. Por el bien de su mascota, mímala, cuídala y hazla un miembro más de la familia, pero no la trates como a un hijo, porque el animal se confunde y no entiende quién manda. Los perros necesitan un líder —sí, tú— y si no asumes su papel, ellos se autoproclaman como tal. Así se pierde el equilibrio entre lo que pueden y no pueden hacer. Si le hablas como a un bebé, el perro nunca obedecerá tus órdenes.
 
No lo acuestes en tu cama, no lo sientes a su mesa, no lo lleves al baño. Sácalo al parque, déjalo jugar con otros canes, déjalo ser lo más animal posible... verás que tu perro es más feliz. Y no es que no les pase a los gatos. La diferencia es que como los felinos son animales tan independientes no es tan fácil humanizarlos. Los perros viven con nosotros; los gatos nos dejan vivir con ellos.

Autores

El Espectador