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Problemas en las Fusiones Educativas: ¿Se destruirá su valor?
Lunes, Mayo 27, 2013 - 15:23

Por Santiago Iñiguez de Onzoño, Decano IE Business School.

De acuerdo con la opinión general, los temas más sensibles en las fusiones entre empresas suelen ser tres. El primero, lógicamente, es la valoración de las empresas concurrentes, que se refleja en el acuerdo de canje de acciones. El segundo, la repartición del poder político entre los directivos o propietarios de las empresas fusionadas; es decir, quién va a ser presidente de la empresa resultante, si existirá una alternancia futura y cuál de los equipos directivos se impondrá sobre el otro. Y el tercero de los problemas es el nombre y sede de la empresa que nace de la fusión. Estos tres problemas son los que suelen complicar las negociaciones de fusión, en múltiples ocasiones frustrando o retrasando interminablemente los planes de consolidación.

En los últimos años, el sector de la educación superior ha registrado una marcada tendencia a la concentración, como resultado de la competencia y la globalización, que se refleja en un creciente número de adquisiciones y de fusiones entre universidades o escuelas de negocios. Hace tan sólo unos años, hablar de este tipo de operaciones en el sector educativo resultaba tabú. En primer lugar, porque se consideraba que las universidades se regían por principios de gobierno y de eficiencia operativa y económica distintos de los aplicables al mundo empresarial. En segundo lugar, porque la naturaleza jurídica de la mayor parte de las universidades –entidades públicas o fundaciones privadas- hacían imposible su compraventa.

No obstante, últimamente hemos asistido a dos fenómenos que han acelerado las fusiones y adquisiciones de universidades. Por un lado la expansión internacional de los grandes grupos educativos “for-profit”, especialmente en las Américas. Por otro lado, el impulso de algunos gobiernos e instituciones para crear instituciones educativas grandes, que puedan competir internacionalmente, con escala de programas y alumnos, volumen de producción investigadora y suficiencia de recursos. 

Por ejemplo, es interesante ver la evolución que se ha producido en Francia en los últimos años, donde gobierno central y cámaras de comercio han promovido la fusión de algunas de las Grandes Écoles que funcionaban de manera independiente. Incluso se ha cambiado la legislación para que las Grandes Écoles puedan tener forma jurídica de empresas, aunque con ventajas relativas en el ámbito impositivo. 

Volvamos a las dificultades que obstaculizan los acuerdos de fusión, mencionados al comienzo. En el caso de las instituciones educativas de carácter público o fundacional, el problema de la valoración no se plantea como tal, pues no hay intercambio de acciones. Sin embargo, sí son comunes los personalismos y las discusiones acerca de cuál será el nombre de la universidad o escuela de negocios resultante.

La cuestión del nombre es especialmente importante en las fusiones de instituciones educativas, no sólo por la asociación con reputación y prestigio, sino también porque sus graduados tienen escrito ese nombre en sus títulos, diplomas y certificados. La cuestión potencial del cambio de nombre de una universidad afecta a múltiples stakeholders. No sólo a los directivos, profesores y staff de la universidad, sino a todos sus egresados. Lógicamente, sería muy complicado recabar la aprobación de una fusión interuniversitaria por parte de todos los antiguos alumnos ambas instituciones, pero los pilotos de este tipo de operaciones deben tener en cuenta que son un colectivo muy importante y sensible.

En relación con el nombre resultante de la fusión entre escuelas, una opción que ha prevalecido es la adopción de una nueva denominación. Es el caso de Aalto, universidad resultante de tres anteriores en Helsinki. También de Skema, que fue la unión de ESC Lille y Ceram. Una de las últimas fusiones ha sido la bautizada como “France Business School”, resultante de la unión de siete Écoles de Commerce, aunque todavía no está claro el grado de integración de sus recursos y actividades. Y finalmente, la fusión entre las Grandes Écoles de Rouen y Reims, cuyo nombre resultante está pendiente de anuncio.

No obstante, de acuerdo con las estadísticas, en el mundo empresarial la mayoría de las fusiones destruyen valor. ¿Sucederá lo mismo en el sector educativo?

Autores

Santiago Iñiguez