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¿Puede Parasite cambiar el futuro de Hollywood?
Martes, Febrero 11, 2020 - 09:00

Lo que sucedió el domingo en el teatro Dolby de Los Ángeles de verdad marca un precedente para los nuevos rumbos de la industria estadounidense. 

Alfonso Cuarón lo arañó en 2019. Ese año México se quedó al borde de la gloria de ser el primer país en levantar el Oscar a Mejor película; Roma se acercó, pero no pudo con el convencionalismo de un grupo de votantes que se decantó por una película que ya pasó al olvido. La apuesta, así, se fue al otro lado del mundo, cruzando el Pacífico. Desde Corea del Sur, el camino de Parásitos se coció a fuego lento: primero los festivales europeos, después los premios menores, luego el Oscar. Para cuando esté leyendo esto, seguramente se haya hartado de leer que el domingo la película y su director, Bong Joon-Ho, hicieron historia. Pero lo cierto es que es el único calificativo que le cabe a lo que pasó en la última ceremonia de los Oscar. Noventa y dos años de hegemonía anglosajona se partieron bajo la comedia-negra-social-de-suspenso asiática y, para sorpresa de propios y extraños, el tío Oscar se fue por partida cuádruple a Seúl. Solo le quedaron dos premios en el tintero, pero nadie se hizo demasiado drama; el animado grupo de artistas coreanos, menos que menos. 

Es posible que muchos se pregunten el porqué de tanto revuelo con Parásitos. Es posible que a muchos de los que se lo preguntan la película ni siquiera les haya parecido la gran cosa. Eso es otro tema y se ha tratado ya con amplitud en estas mismas páginas. El revuelo, calidad de la obra aparte, se da especialmente porque lo que sucedió el domingo en el teatro Dolby de Los Ángeles de verdad marca un precedente para la industria estadounidense. 

Hollywood, caiga bien o mal, rige el cine mundial desde casi siempre. Sus películas monopolizan las salas más que nunca y las grandes estrellas, aún cuando nacen y explotan fuera de ese mundo, muchas veces no logran evitar terminar allí, algo que les reporta tantos beneficios como pérdidas. Y en medio de un ecosistema que en general es endogámico e impermeable a los flujos artísticos del exterior, Parásitos se logró colar y romper los prejuicios de manera estrepitosa. Destruyó un techo de cristal ya añejado y consolidado, y se convirtió –guiño incluido– en una infección parasitaria que estalló en la noche más importante del año y que logró una victoria que seguirá resonando. 

La importancia del triunfo coreano es estimable. Venció a títulos más clásicos que, en otras épocas, la hubiesen desplazado con facilidad. La 1917 de Sam Mendes, por ejemplo, que si se quiere fue el gran perdedor de la noche. O Había una vez en...Hollywood El irlandés, que no ganó un solo premio de los diez a los que estaba nominada, algo que evidencia el poco amor que le tienen los votantes a la obra de Martin Scorsese. Pero no importa; él nunca los necesitó.

Volviendo a Parásitos, su victoria pauta, quizás de manera un tanto solapada, que es posible que la Academia de verdad haya comenzado a cambiar y que la inyección de nuevos votantes que le dieron hace un par de años haya dado resultado. Aunque a esta institución todavía le quede mucho camino para solucionar algunos de los tantos reclamos que se le hacen –la escasa presencia de artistas mujeres entre los nominados sigue siendo alarmante–, al menos acaba de premiar una película en la que la mayoría de los votantes tuvo que hacer un esfuerzo para acostumbrarse a leer subtítulos. Porque sí: para el público estadounidense leer en una película, eso que la mayoría concebimos ya como parte intrínseca de la experiencia del cine, es un martirio. Y Bong lo sabe y se los dejó claro en los Globos de Oro. “Si empiezan a superar la barrera de los subtítulos se van a encontrar con películas maravillosas”, les soltó. Al parecer, ya empezaron a hacerlo. 

 

 

Antes de seguir, repasemos una última vez los hitos de la película que se llevó los laureles en la gran noche de Hollywood. Para empezar, es la primera vez que una producción mete el doblete de Mejor película y Mejor película internacional. También es la primera película en ganar el principal premio sin tener a ninguno de sus actores nominados desde ¿Quién quiere ser millonario? de Danny Boyle. Bong, en tanto, empató a Walt Disney como la única persona en conseguir cuatro estatuillas en una sola noche. Y Parásitos es la primera película surcoreana en ganar cualquier tipo de galardón, y esto es de verdad increíble porque el cine de ese país es realmente destacable. ¿Un dato más? Sí, queda el más importante, el que cambia de verdad las cosas: es la primera película de habla y producción no estadounidense en ganar el gran premio. Pero eso ya lo sabía, ¿no?

De todas formas, no podemos dejar de asombrarnos. Es increíble que haya sucedido, porque son varias lo que lo han intentado y quedaron en la orilla. Algunas, incluso, hoy son obras maestras del cine mundial. Entre las que perdieron el premio están La gran ilusión de Jean Renoir, de Costas-Gavras, Gritos y susurros de Ingmar Bergman y Cartas desde Iwo Jima de Clint Eastwood. Ninguna logró lo que Parásitos sí. ¿Y por qué sucedió? ¿Parásitos es mejor que todas esas?

La respuesta es múltiple. Incluye el paso exitoso por las salas, la simpatía de su elenco y su director, el comentario social subrayado que incide en el espectador, la factura técnica excepcional que tiene, el cambio de matriz de los votantes y varias cosas más. Lo que está muy claro –creemos y esperamos– es que las cosas cambiarán. No habrá una barrera tan sólida que romper para las películas off-Hollywood, no habrá una pared frente a la que estrellarse. Sí, será difícil. Hollywood seguirá dominando, las nominaciones seguirán prefiriéndolo, pero las películas de la máxima industria mundial tendrán que abrir los ganchos. El Oscar ya no será, suponemos, patrimonio estadounidense y la atención deberá aumentar. Porque de la nada puede aparecer otra Parásitos, otro Bong Joon-Ho, y puede que dé vuelta el tablero una vez más. Y esa vez no será un hito histórico: será una confirmación. 

Pulgar para abajo

Quizás la magra cosecha –por no decir nula– de El Irlandés en los Oscar 2020 se deba en parte a la competencia, a que a Scorsese nunca le fue muy bien con la Academia y a muchas cosas más, pero también da la impresión de ser una pequeña afrenta contra Netflix. La película de Scorsese no ganó ninguno de los diez premios a los que optaba, y aunque alinearla con esta hipótesis pueda parecer digno de una teoría conspirativa escrita por Dan Brown, cuando se ven los números generales de la plataforma en los premios al menos llama la atención. Las producciones de Netflix estaban nominadas a 24 premios y solo se llevaron dos: Mejor actriz de reparto a Laura Dern por Historia de un matrimonio y Mejor documental para American Factory. 

Autores

Emmanuel Bremermann / El Observador