12 September 2010
La Cámara Chilena de la Construcción vendió el 14% que poseía en la administradora de fondos de pensiones AFP Habitat. Mediante una subasta, el gremio vendió 140 millones de acciones, por las que recibió US$ 119,6 millones.
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Nacido al alero de la compañía de movilidad Didi, este nuevo servicio para repartir comida a domicilios se está expandiendo paulatinamente en ciudades escogidas de la región americana, usando la conocida estrategia de enganche con precios baratos y promociones para los usuarios. Su meta es ser líder en su segmento, pero ¿puede nuestro continente sustentar a tantos jugadores?
La app ya está presente en ciudades de México, Brasil, Costa Rica, Colombia, Chile y República Dominicana, y aspira a tener una porción del mercado de la comida a domicilio cada vez más grande. | Didi Food.
Esta semana, las ciudades de Barranquilla y Soledad, en Colombia, despertaron con cientos de restaurantes y repartidores inscritos para empezar a hacer negocios de delivery con Didi Food.
Se trata de la más reciente incursión de la plataforma de origen chino en América Latina, que se inició realmente hace meses, acercándose a restaurantes y conductores de ambas urbes para inscribirlos como clientes y asociados, respectivamente, hasta tener una masa crítica que le permitiera dar el salto y anunciar por los medios su llegada.
La app ya está presente en ciudades de México, Brasil, Costa Rica, Colombia, Chile y República Dominicana, y aspira a tener una porción del mercado de la comida a domicilio cada vez más grande.
“Creemos que hay una oportunidad de negocio increíble, sobre todo para un segmento del mercado que está ávido de tener nuevas oportunidades y opciones en plataformas. Vemos una oportunidad […] en Barranquilla y Soledad grandísima, no solamente a nivel de los usuarios sino también a nivel de los restaurantes, de los socios repartidores para tener una nueva opción de ampliar sus negocios, de generar mejores ingresos y de tener más oportunidades en el mercado barranquillero”, dijo a los medios locales Catalina Arteaga, directora regional de Desarrollo de Negocios de Didi Food el día 28 de junio, cuando empezó a operar formalmente en esas dos locaciones.
La firma también llegó en mayo a Cartagena, Cúcuta y Bucaramanga, ciudades clave para su expansión colombiana.
Pero fue México, en 2019, el primer país en Latinoamérica en el que incursionó Didi Food como plataforma de delivery de comida fuera de China, debido a su gran importancia geográfica a nivel de operaciones, explica la compañía a AméricaEconomía.
“En más de dos años presentes en ese país, Didi Food es la plataforma con más opciones, cuenta con más de 50.000 restaurantes registrados, más de 80.000 socios repartidores [que] usan la app para recibir órdenes y es la aplicación más descargada del momento en IOS y Android en la categoría de alimentos y bebidas”, describe María Pía Lindley, directora general de Didi Food para México, Colombia, Centroamérica y El Caribe.
Lindley usa el caso de su aterrizaje en Costa Rica para ejemplificar cómo van ganado mercado en cada país donde se hacen presentes: desde que lanzaron la aplicación en agosto de 2021, en tan solo los primeros tres meses esta creció abarcando las cuatro provincias del Gran Área Metropolitana.
“Además, como dato relevante de impacto en el país y a su recuperación económica durante la pandemia: un 77% de los restaurantes registrados en la aplicación son pequeñas y medianas empresas y a la fecha un 46% de las órdenes entregadas provienen de restaurantes pymes. Adicionalmente, hemos contribuido con la digitalización de muchos restaurantes, ya que en Costa Rica el 56% de los restaurantes dentro de la app no estaban conectados a plataformas de delivery antes de que nos lanzáramos en el mercado”, detalla la ejecutiva.
LO QUE ENSEÑA LA CALLE
La diferencia de Didi Food con otras aplicaciones nacidas para conectar solícitos restaurantes con hambrientos clientes es que primero se asientan con el servicio de movilidad, lo que les permite entender la lógica de funcionamiento de cada mercado local.
Esta táctica los sitúa más cerca de su competidor de origen estadounidense, Uber Eats, nacido de la pionera plataforma de movilidad compartida Uber.
En marzo de 2019, por ejemplo, Didi habilitó el acceso a su app en Colombia con la categoría de movilidad compartida para intermediar solicitudes entre los denominados socios conductores y usuarios. “Luego de dos años, y gracias a la gran acogida por parte de la comunidad, en agosto de 2021 Didi anunció la disponibilidad de una nueva categoría de negocio en el país con Didi Food”, comenta María Pía Lindley.
La misma estrategia que realizaron al llegar a Chile con Didi Ride, en 2019, cuando optaron por la ciudad puerto de Valparaíso y sus alrededores como su lugar de aterrizaje, intentando además sacar partido de la oferta gastronómica y turística.
Otro atractivo de Didi Food, según la propia compañía, es no cobrar tarifa de servicio a los usuarios y aplicar una tarifa de costo de envío por debajo del promedio de la categoría. | Didi Food
“Queríamos dar una señal fuerte de que nuestro foco es servir a todo Chile y no solo a la capital Santiago. En segundo lugar, queríamos comenzar a aprender del mercado chileno y probar nuestra oferta de movilidad en una zona como el Gran Valparaíso, ya que, por la diversidad de población, representa una buena muestra del resto del país. A raíz de esta decisión pudimos adquirir rápidamente una mirada regional sobre las necesidades y mejoras que necesitaban los habitantes de la zona, lo que luego pudimos implementar durante nuestra expansión a lo largo de todo el territorio nacional”, indica Daniel Serra, director de Nuevos Mercados para Didi Food.
La experiencia de movilidad fue positiva y eso permitió que 3 años más tarde Didi Food hiciera un suave aterrizaje en la capital chilena, en abril de este año.
De acuerdo con María Pía Lindley, lograr la densidad adecuada es primordial para que la experiencia de todas las partes involucradas- usuarios, socios repartidores y restaurantes- sea la óptima en cada nueva locación.
“Siempre que ingresamos a un nuevo mercado trabajamos con la meta clara de sumar suficientes restaurantes y socios repartidores que puedan brindar la experiencia de clase mundial que ya brinda Didi Food en países como México, Brasil, Costa Rica, Colombia y recientemente República Dominicana y Chile”, enumera Lindley, agregando que así su firma “da una opción más a los usuarios y al sector gastronómico para potenciar la economía global”.
Otro atractivo de Didi Food, según la propia compañía, es no cobrar tarifa de servicio a los usuarios y aplicar una tarifa de costo de envío por debajo del promedio de la categoría.
De paso, la compañía asegura ser un aliado de conductores, a quienes entregan una serie de accesos para atender sus consultas y ayudarlos a optimizar sus horas de conexión a la plataforma.
“Se ha convertido en una nueva alternativa para las personas que buscan generar ganancias como socios repartidores en un marco de libertad y flexibilidad, conectándose a través de la tecnología”, destaca María Pía.
DE ASIA A LATINOAMÉRICA
Didi movilidad, o Didi Chuxing nació en febrero de 2015 de la fusión de Didi Dache, respaldada por Tencent Holdings y Kuaidi Dache, del grupo Alibaba, una de las empresas de comercio electrónico más grandes del mundo.
Para mayo de ese año ya estaba en 360 ciudades chinas, realizando más de un millón de viajes diarios.
En abril de 2017 se anunció que Didi lanzaría un servicio piloto de entrega a domicilio de alimentos en China, con el nombre de Didi Food.
Pero, aunque el origen del servicio de delivery es asiático, no ha tenido un buen desempeño en su continente de origen.
Es el caso de Japón, donde debió cerrar en abril de 2022, a dos años de haber llegado a ese mercado.
Y es que en los países del Asia Pacífico existen otros actores más relevantes para el mercado, como la india Zomato, la alemana FoodPanda, Shopee Food de la firma singapurense SEA; Deliveroo, Lineman, GoJek o Grab, con los cuales sería más difícil competir, consideran en la agencia singapurense de análisis, Momentum Works, ya que el mercado, aunque siguió creciendo en 2021, lo hizo a un ritmo más lento que en 2020.
El tropiezo vivido en Japón se suma al que la compañía vivió globalmente, cuando tuvo una fallida oferta pública de acciones (IPO) en la bolsa de Nueva York y el gobierno chino aplicó una serie de sanciones, lo que terminó en su delisting.
Y en su local China, el protagonismo en delivery de comidas se lo llevan dos actores: Meituan, con el 67;3% y Ele.me, de Alibaba, con 26,9% del mercado. Otros actores ocupan solo 5,8% de las preferencias.
Así que expandirse a otras regiones, como Latinoamérica, es una movida que tiene sentido.
“Didi es un jugador inmenso que, si bien lleva menos tiempo que otros en el espacio del delivery de comida en Chile, creemos que tiene un gran potencial”, comenta a AméricaEconomía Salvador Barros, cofundador de Kipp, una plataforma chilena que ayuda pymes y empresas que estén sumergidas en el delivery o e-commerce.
Barros cree que la compañía, que ha levantado más de US$ 22.000 millones globalmente y que tiene un volumen de operaciones que le permite escalar sus pedidos en forma eficiente, solo necesita tiempo hasta que tome una posición más competitiva y se equipare a Uber Eats en nuestro continente.
“Hay distintos factores que ayudan al delivery en Latinoamérica”, dice a AméricaEconomía Rocío Franco, analista de Euromonitor International.
“Es la región con el ticket promedio de comida más bajo, después de Asia Pacifico, que es un mercado gigante y super maduro en cuanto a delivery y su precio sigue siendo barato, comparado con otros mercados”, agrega el experto en logística.
"Confiamos en la propuesta diferenciadora que ofrecemos a nuestros usuarios con nuestra plataforma tecnológica para darles el mejor valor por su dinero”, recalca Daniel Serra, director de Nuevos Mercados para Didi Food.
HAGAN SUS APUESTAS
Ya en 2020, al iniciar la pandemia, la firma de análisis de mercado Euromonitor detectaba en un reporte para todo el continente un futuro esplendoroso para las plataformas de distribución de comida preparada en naciones latinoamericanas, la segunda región de más rápido crecimiento para el delivery, después de Asia Pacífico, con países como México, Brasil, Chile, Perú, Argentina y Colombia como los más atractivos, aunque en distintas etapas de maduración.
Un reciente reporte la de compañía, emanado en mayo de este año, da cuenta de ingresos globales en Latinoamérica por US$ 16.257 millones en 2021, con un crecimiento del 12,8% con respecto a 2020, en el segmento de home delivery, con Argentina, Brasil y Chile como los países con mayor crecimiento de un año al otro, aunque no da un desglose por actores.
“La expansión de Didi Food por Latinoamérica va a pasos acelerados. Esto tiene mucho sentido si entendemos el servicio de delivery de comidas como una vertical más dentro de su plataforma”, complementa Barros.
El tema es ir ganando la fidelidad de los usuarios, algo que suele ser difícil en este tipo de servicios.
Por ejemplo, desde su llegada a Barranquilla y Soledad y durante los días siguientes a su lanzamiento, los usuarios de Didi Food, podrán ahorrar hasta 50% en restaurantes locales y 30% en restaurantes de cadena. Una promoción que será asumida en su totalidad por la firma china.
“En Didi Food los usuarios encontrarán una tarifa de entrega competitiva y, además, la oportunidad de aprovechar promociones especiales periódicamente con lo que aspiramos a convertirnos en la opción más accesible para ordenar delivery todos los días. Confiamos en la propuesta diferenciadora que ofrecemos a nuestros usuarios con nuestra plataforma tecnológica para darles el mejor valor por su dinero”, recalca Serra.
A pesar de las promociones, hoy en Latinoamérica ya llevan años la colombiana Rappi, la brasileña iFood, la alemana Delivery Hero, con sus dos marcas, Glovo y PedidosYa, y la estadounidense Uber Eats. Y todas funcionan bajo la misma premisa de dar atractivos descuentos a los clientes que están iniciándose con sus apps.
Entonces, ¿es un mercado ya saturado el del delivery en el continente, o hay espacio para más jugadores?
Los analistas consultados estiman que sí es posible crecer. De hecho, hasta se podría decir que falta penetración en nuestro continente para apps de ese tipo.
“Latinoamérica es especial en cuanto a región, porque a diferencia de otros mercados, acá muchos países son súper centralizados en las capitales, y normalmente las apps se enfocan en estas ciudades principales, pero aún hay ciudades pequeñas y medianas a las que se podría llegar”, afirma Rocío Franco.
“El delivery online de comida es un mercado inmenso, de unos US$ 343,8 mil millones a nivel global, y que experimenta un crecimiento anual superior a la media, que es de 8,38% anual proyectado, por lo que el análisis correcto debiera ser ‘¿cómo entrar en forma competitiva?’”, agrega Barros.
De todos modos, por tratarse de un mercado con barreras de entrada menos significativas, es muy probable que algunos de los jugadores menos eficientes y que entraron en etapas anteriores deban salir y solo puedan mantenerse quienes sean capaces de escalar en forma eficiente sus operaciones.
“Para el caso de Didi, esta puede representar una vertical a través de la cual optimizar el tránsito en su plataforma o los tiempos muertos de sus choferes, haciéndolo aún más competitivo que otros jugadores que busquen basar su crecimiento únicamente en el despacho de alimentos”, teoriza Barros.
Otro factor a su favor es que la pandemia dejó como herencia el trabajar desde la casa o, al menos, con más flexibilidad.
“Mi percepción es que mucha gente en Latinoamérica se ha devuelvo a sus ciudades natales y eso genera obviamente una nueva audiencia a la que hay que llegar, que ya se acostumbró al delivery”, agrega Franco. A eso hay que adicionar el alto desempleo, que termina produciendo bastante mano de obra para hacer el delivery. Esto lo hace un ‘lujo accesible’.
A nivel del continente el tablero aún se debe reordenar, considera Euromonitor. Uber Eats se fue de Brasil este año y aunque Didi movilidad compró la exitosa app 99 en ese país hace años, hasta el momento no ha querido aun competir con la poderosa iFood en el segmento de comida a domicilios, a pesar de que en Brasil hay muchas ciudades medianas donde podría ganar cuota de mercado.
Estados Unidos por ahora no se ve atractivo.
“En Estados Unidos hay más drive throughs, y el precio del delivery es más caro […]. Jokr y otras apps están reduciendo sus trabajadores o cerrando aplicaciones. Las cosas son difíciles”, dice Franco.
Finalmente, el consumidor suele ser el factor decisivo y el menos controlable, considera la analista de Euromonitor.
“El usuario muchas veces está acostumbrado a pedir comida en una app, porque sabe que ahí está su restaurante, pero la mayoría del tiempo explora otras apps, buscando precios, y promociones. El consumidor es sensible al precio así que [ese aspecto] va a ser clave para que Didi Food avance. Y, obviamente, el tener a restaurantes que sean ‘generadores de tráfico’, que tengan esa capacidad de atractivo para los usuarios”, sentencia Franco.
De modo que todavía han de pasar varias cosas antes de que el tablero del delivery latinoamericano se ordene.
“Vemos muy probable que una vez que el mercado madure, su rentabilidad pueda llegar a un nivel más bajo, pero estable. En ese caso, agentes como Didi sí tendrán una ventaja competitiva, porque podrán distribuir parte del costo asociado a su estructura en su vertical de transporte de personas y de delivery”, termina Barros.
La firma de origen germano apuesta por las energías renovables en el continente americano, con un énfasis en hidrógeno y generación eólica, donde tiene sus mayores inversiones. Pero este liderazgo solo se concretará si existen políticas adecuadas de integración energética y financiamiento acorde a las necesidades de la región.
"En hidrógeno, tenemos dos proyectos en la última fase de construcción, Braskem en Brasil y Haru Oni, en Chile. Estamos bastante seguros de que la próxima será en Colombia", dijo el ejecutivo. | Foto: Siemens Energy.
América Latina como región tiene el potencial para convertirse en líder mundial en energías verdes.
Así lo expresaron analistas del sector, que ven al continente como un jugador clave para la producción de hidrógeno verde con miras a la exportación en el Latin America Energy Week 2022, organizado por Siemens Energy.
Siemens Energy AG es la empresa de energía formada por la escisión de la antigua división Gas and Power del Grupo Siemens, creado hace dos años, para abordar toda la cadena de valor del negocio energético, desde la generación y transmisión de energía hasta el almacenamiento. La firma hoy emplea a más de 91.000 personas en todo el mundo en más de 90 países y generó ingresos de alrededor de € 28.500 millones (US$ 29.853 millones) en el año fiscal 2021.
Esta división trabaja con tecnologías energéticas convencionales y renovables, como turbinas de gas y eólicas, además de centrales eléctricas híbridas operadas con hidrógeno, generadores, soluciones de acceso a la red de alta tensión y transformadores, además de una serie de innovaciones en materia de transmisión y de acumuladores de energía.
Durante tres días, el evento abordó temas como la nueva geopolítica energética, el cambio climático y la transición energética, la financiación para proyectos sostenibles, el potencial del hidrógeno verde, el impacto social y la innovación como palancas de crecimiento.
En general, aunque tiene proyectos en todo el globo, las apuestas de Siemens Energy van por el continente, especialmente en energías renovables no convencionales o energías limpias -donde se incluye a los denominados combustibles sintéticos, un tipo de carburante sin emisiones que se fabrica a partir de CO2 (dióxido de carbono) e hidrógeno verde como únicas materias primas- aunque la firma ha declarado que el paso de un tipo de matriz a otro tomará tiempo y que combustibles como en gas licuado y gas natural seguirán en la ecuación por un buen tiempo más.
En particular, mientras se avanza en la solución de problemas relacionados con el almacenamiento de las energías producidas con fuentes no convencionales.
Tim Holt, miembro de la junta directiva de Siemens Energy (SE), resaltó en el evento la importancia de la tecnología para lograr una transición energética eficiente, y de esta forma buscar soluciones que permitan brindar confiabilidad en la generación renovable, pues la energía es intermitente, y se hace necesario controlar las fluctuaciones. Igualmente, destacó la relevancia de la interconectividad para “alcanzar más jugadores en la mesa, lo que dará una perspectiva más amplia, pues América Latina tiene una gran cantidad de recursos y hay gran cantidad de proyectos para lograr la conectividad y poder continuar al siguiente paso”.
El experto añadió que, de lograrse la interconexión regional, América Latina se convertirá en un polo de generación energética muy importante a nivel mundial.
Consultado por AméricaEconomía, Holt detalló el grado de avance de algunos de los proyectos de energías limpias o no convencionales que desarrollan en el continente.
“En hidrógeno, tenemos dos proyectos en la última fase de construcción, Braskem en Brasil y Haru Oni, en Chile. Estamos bastante seguros de que la próxima será en Colombia, pero en general en distintas etapas, creo que son probablemente más de treinta proyectos en el continente con esas características”, explicó.
La planta de São Paulo es una instalación de cogeneración de US$ 118 millones para la mayor petroquímica de Latinoamérica, que funcionará con gas residual y altas concentraciones de hidrógeno, con la que la firma espera realizar una importante reducción en el uso de energía. Una vez lista, Siemens Energy operará esta planta bajo un contrato de largo plazo. En tanto que el proyecto en Chile será la primera planta completamente integrada que produce combustible neutro o sintético proveniente de hidrógeno.
“La meta es usar los fuertes vientos de la zona de Magallanes, en la Patagonia, para generar el combustible a bajo costo. Chile tiene el potencial para la producción, exportación y uso local de hidrógeno”, dijo al respecto la compañía.
Pero Siemens Energy también está postulando para construir una planta de 20 MW de electrólisis en Cartagena, para la estatal Ecopetrol. “El proyecto allá está progresando muy bien. Creo que la decisión de la adjudicación será a fines de este mes, y cobra relevancia porque será uno de los mayores electrolizadores de hidrógeno de la región –hoy el mayor está en Dinamarca, con 50 MW de capacidad– y, una vez que se concrete, Colombia estará a la cabeza [dentro de la región]”, detalla Holt.
Para el ejecutivo tiene el doble atractivo de que el 50% de lo que se produzca será usado en la refinería y el otro 50% en distintos proyectos. “Pero, además, se vuelve atractivo en términos de financiamiento para bancos y entidades privadas, tanto para equity como para deuda, y que es algo en que la gente querrá invertir, porque saben que es un proyecto comercialmente viable”, recalca.
En la planta Haru Oni, “la meta es usar los fuertes vientos de la zona de Magallanes, en la Patagonia, para generar el combustible a bajo costo. Chile tiene el potencial para la producción, exportación y uso local de hidrógeno”, afirma Holt. | Siemens Energy
INDEPENDENCIA ENERGÉTICA
Siemens Energy ha dicho públicamente que América Latina ofrece enormes oportunidades para la producción de energías limpias, y necesita trabajar de forma urgente en fortalecer la industria, especialmente para lograr aprovechar los excedentes de energía que se producirán con la generación de los proyectos eólicos y solares.
Desde la perspectiva del ejecutivo de Siemens Energy, Tim Holt, América Latina es muy relevante para esa área de la compañía: tiene presencia en 13 países de Latinoamérica, cuenta con casi 5.000 trabajadores y el 58% de sus sistemas energéticos se basan en tecnologías de energías renovables o relacionadas. Por otra parte, la meta para el 2030 en 15 países de Latinoamérica es tener el 70% de sus matrices energéticas funcionando con energías renovables.
Además, uno de los principales retos, adicional a definir una regulación para todos los países, será lograr que la red de operadores tenga una buena flexibilidad para integrar diferentes tecnologías, que permitan el trabajo conjunto.
En ese panorama, el hidrógeno verde tomará cada vez mayor relevancia para descarbonizar las matrices de las naciones, porque existe la tecnología y porque si avanza en abaratar sus costos, puede convertirse en un gran aliado para la transición energética, con claras oportunidades para que América Latina se posicione como una potencia mundial en su exportación.
Por ejemplo, Siemens ha declarado que desde Chile buscan generar 550 millones de litros de biocombustible para el mercado europeo. “Europa no puede producir suficiente hidrógeno verde por sí sola. Lo que vemos en Colombia y Chile, en términos de usar su abundancia de energías renovables, es que se pueden usar para generar hidrógeno o combustibles sintéticos y exportarlos allá. Y estamos presenciando cómo eso se acelera, con Colombia y Chile emitiendo sus planes de desarrollo, o roadmaps de hidrógeno, y con Argentina y Brasil también elaborando lo suyos...y creo que eso va a poner a Latinoamérica en el mapa, en el sentido de que será un actor importante en hidrógeno verde”, sentencia el ejecutivo.
De todos modos, Holt reconoce que la duda es la línea de tiempo en que todo esto ocurrirá, porque hoy los combustibles limpios resultan entre seis y ocho veces más caros que los tradicionales.
“Y tienes que considerar el precio para hacerlo atractivo […]. Pero veo el potencial comercial, especialmente en Chile y Colombia, en conjunto con algunos subsidios del gobierno alemán para poder desarrollar una industria”, agrega.
En general su visión es que la capacidad y tecnologías están ahí, pero que el punto es cuánto tiempo tomará. “Mira la Patagonia, está el viento, el sol, la energía hídrica. En términos de potencial están todos los ingredientes”, asegura Holt.
“El desafío es que el viento no siempre está soplando y el sol no está constantemente alumbrando. Hasta el sector hidro es inestable, debido a las sequías que trae el cambio climático. Entonces se requieren dos cosas para que funcione 100%: la construcción de una red de transmisión que conecte a la distintas fuentes que existen, no solo en un país, sino que entre varios países. Y la segunda es ¿cómo se almacena esa energía?”, destaca el ejecutivo de Siemens Energy.
La compañía hoy tiene grandes apuestas hechas en la región. Con plantas de electrólisis para hidrógeno verde, y proyectos de turbinas eólicas en tierra y mar. “Somos muy activos en energía eólica. Poseemos el 67% de Siemens Gamesa –hoy la firma pasa por un proceso de compra de acciones para quedarse con el 100% de esa filiar española- que es la productora de las aspas empleadas en las turbinas, y tenemos un número de proyectos en la región predominantemente en Brasil y en México, donde el nuevo enfoque ha pausado las cosas, y también en Colombia”, detalla Holt.
De ahí su confianza cuando estima que “Latinoamérica podría producir el 100% de energía verde en 15 a 20 años más, cuando llegue a toda la región”, asevera a AméricaEconomía.
"Se requieren dos cosas para que [la energía verde] funcione 100%: la construcción de una red de transmisión que conecte a la distintas fuentes que existen, no solo en un país, sino que entre varios países. Y la segunda es ¿cómo se almacena esa energía?”, destaca el ejecutivo de Siemens Energy.
ALTOS Y BAJOS DE LA TRANSICIÓN
Pero, aunque el potencial energético existe, como todo suele ser más fácil proyectarlo que ejecutarlo.
Si, por una parte, hay oportunidades en América especialmente por los altos precios del petróleo global que ha generado la invasión a Ucrania, también debe navegar por la incertidumbre de las elecciones en Colombia o los cambios de políticas energéticas en Argentina y México. Todos actores relevantes dentro del continente.
“El desafío con los proyectos siempre está en el despegue. En el caso del hidrógeno, a menos que tengas una producción masiva que pueda subir a un barco para exportar es difícil llegar a la fase comercial. Creo que, en Argentina, dependerá de qué plan desarrollen y cómo se percibe el país en términos de si quiere ser un actor o exportador de hidrógeno verde”, sopesa Holt.
En el caso de México, para el ejecutivo es claro que, junto a las renovables, el gas natural seguirá siendo importante.
“Pasar de carbón a GNC […] es un buen primer paso que ayudará a reducir emisiones de CO2 de forma significativa y también asegurará un suministro estable de energía. Pero siempre hay tres partes en esta ecuación: reducir costos, reducir emisiones y seguridad de suministro, pero no estoy seguro de cómo será la política energética en el largo plazo”, advierte, añadiendo que no se podrá ver un cambio significativo hasta unos seis a ocho años en el futuro.
Respecto de las elecciones Colombia, el ejecutivo reconoce que en aquellas compañías cercanas al Estado se verían cambios.
“Especialmente cuando has tenido relaciones a lo largo del tiempo, siempre hay incertidumbre en términos de cuánto afecta la continuidad”. ¿Cambiará eso su política energética?... “Estas son inversiones grandes, proyectos múltiples, que toman bastante tiempo en planificarse y ejecutarse, y si cambias la política energética, es la principal incerteza…en negocios nos gusta la continuidad […] pero siempre se enlentece un poco”, prevé el ejecutivo de Siemens Energy.
Pero a continuación recuerda que la historia de la firma se remonta a 150 años en el continente, de forma que no les es ajeno navegar en la incertidumbre política.
“Discutimos con los gobiernos cómo podemos expandirnos más rápido [en energías limpias] y cómo podemos construir líneas de transmisión, porque no se trata solo de producir, también hay que transportar de un punto A al punto B. Esa es otra gran tarea que debe hacerse”, recalca.
Y es que hoy no es solo esa incertidumbre geopolítica local la que afecta al continente, sino que abarca las sanciones al petróleo de Rusia, las tarifas a los paneles solares de China y la dependencia que tienen muchos países respecto de ellos.
“En general, independientemente de los sistemas políticos, no creo que el impulso de la transición energética se haya detenido o se esté volviendo más lento. Todos van en la misma dirección, gobiernos e industria y sector privado, porque han comprendido que compiten en una premisa global donde la descarbonización es fundamental para su estrategia de negocio y quieren liderarla, independiente de las condiciones políticas”, concluye Tim Holt.