Pasar al contenido principal

ES / EN

El precio de las tinieblas
Viernes, Mayo 15, 2015 - 09:07

Un mundo con 2.000 millones de ciegos nos espera en 2050, debido a que la ceguera avanza como una epidemia de la mano de la diabetes y el envejecimiento poblacional. Las terapias con medicamentos avanzados son caras y suelen judicializarse. ¿Qué hacer?

Luis García Barreto tiene 80 años y padecede un edema macular de origen diabético (EDM), una enfermedad a la vista. En agosto de 2014 este militar retirado demandó judicialmente a la Dirección de Sanidad del Ejército Colombiano para acelerar el pago de la terapia recetada por el médico, que consiste en el uso de Aflibercept, un medicamento de última generación producido por Bayer. La Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema le dio la razón. García Barreto recibe una pensión de aproximadamente US$700, el costo aproximado de cada inyección del medicamento.

Casos como éste se vienen repitiendo en distintos países de la región, empujados por la proliferación de las enfermedades a la vista y los costos de las terapias y medicamentos involucrados.

A nivel mundial son 285 millones de personas las que padecen alguna discapacidad visual. En la región, según las estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), eran 26 millones en 2010, de las cuales 3 millones padecían ceguera total. El problema es que dos de los factores detrás de la discapacidad visual están claramente al alza: el envejecimiento de la población y la prevalencia de diabetes en los países emergentes y en vías de desarrollo.

“Los mayores de 60 años, el segmento demográfico más expuesto a la ceguera, saltarán de 605 millones hoy en día a 2.000 millones en 2050”, explica el doctor Francisco Martínez, un especialista con años de experiencia en el Instituto Mexicano de Seguridad Social. “Los diabéticos son 382 millones, y en 2035 aumentarán a casi 600 millones debido al mix de obesidad, sedentarismo urbano y alimentación”.

Según un informe de la OPS, “la retinopatía se presenta en los países de ingresos medios y progresivamente en países de ingresos bajos con proporciones epidémicas”. De hecho, es más alta en los latinoamericanos que en otros grupos poblacionales, siendo particularmente alta en afrodescendientes.

“Los diabéticos están expuestos a que sus capilares y venas pierdan impermeabilización y filtren. Filtran nutriente y sangre en la mácula provocando pérdida paulatina de la visión”, explica el colombiano Daniel Janer, director médico para Bayer HealthCare Latinoamérica.

[[wysiwyg_imageupload:5773:]]

Aparte de la retinopatía y del EMD, están la Degeneración Macular relacionada con la Edad (DMRE) y la Oclusión de la Vena Central de la Retina (CRVO). Afectan ya sea la retina, la capa de tejido sensible a la luz, o bien la mácula, la parte del ojo que permite ver los detalles. Imagínese ver el mundo a través de una ventana, un día de lluvia intensa.

Abanico de terapias

Durante dos décadas los problemas de la mácula se trataron mediante láser, pero hace algunos años aparecieron alternativas farmacológicas. Llegaron los anticuerpos monoclonales, moléculas de última generación, diseñadas originalmente para asfixiar el suministro de sangre y nutriente a tumores cancerosos. Se descubrió que podían aplicarse para evitar la proliferación de vasos defectuosos que dañan a la mácula.

Hoy son básicamente tres: Ranibuzimab, el más antiguo; Bevacizumab, el más barato, y Aflibercept, el más reciente. Se trata de medicamentos que se inyectan en el ojo mediante un procedimiento quirúrgico, con asepsia estricta. Al paciente se le deben explicar los riesgos asociados (desprendimiento de la retina u otros, en aproximadamente 1% de los casos), para que den su consentimiento por escrito.

Ahora bien, la decisión entre cada uno en términos de costo/beneficio es compleja. “Supongamos que existe un remedio que cuesta US$60, otro que cuesta US$1.100 y un tercero que está en US$1.900. ¿Cuál de los tres estará más dispuesto a solventar su seguro, estatal o privado?”, se pregunta Charles C. Wykoff, médico especialista del Hospital Metodista de Houston. La respuesta es obvia, para el seguro, no para el paciente. En especial si el diagnóstico es tardío, como lo explica el profesional, para quien Aflibercept es el que tiene mejores resultados en pacientes que llegan al tratamiento en una peor condición inicial.

El problema de los costos y reembolsos de cada medicamento ya se politizó en Europa. En marzo del año pasado el gobierno italiano multó a los laboratorios Novartis y Roche, acusándolos de coludirse para promover el uso de la alternativa más cara, el Lucentis (nombre comercial del Ranibuzimab), en desmedro del más barato Avastin (Bevacizumab).

Cada inyección de este último cuesta aproximadamente US$1.000 y su reembolso por parte de la seguridad social varía en América Latina de país en país, oscilando entre el 100% en Colombia, un 25% en Uruguay y nada en Chile.

Mejor prevenir

En este contexto se multiplican las voces que enfatizan en los beneficios de la prevención. “El 80% de los casos podrían haberse evitado”, afirma un mismo documento de la Organización Panamericana de la Salud titulado Plan de Acción para la Prevención de la Ceguera.

De la misma opinión es el doctor Francisco Martínez, coordinador del comité de Retinopatía Diabética para el programa Visión 2020, una iniciativa conjunta de la OMS y de la Agencia Internacional de Prevención de la Ceguera. “Cuando llegamos tarde al edema, la catarata o al glaucoma, los costos son altísimos y los beneficios son menores; ni el gobierno ni las cajas de seguro pueden con ellos”, afirma.

Para Martínez el desafío radica en la capacidad de los sistemas de salud de realizar exámenes preventivos como el Fondo de Ojo y la Tomografía de Coherencia Óptica (OCT por sus siglas en inglés), pero sobre todo en la concientización de quienes están expuestos. “Hay que identificar la población de riesgo y educarla”, concluye, citando el elevado porcentaje de prediabéticos que desconoce o elude su condición.

Ponga entonces atención si comienza a sentir sed insaciable, hambre excesiva, hormigueo y entumecimiento de los pies, entre otros. No es el fin del mundo, lo importante es tratarse. Y que el seguro lo pague.

Autores

Carlos Tromben