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Estoy verde
Jueves, Noviembre 20, 2014 - 15:12

El gobierno argentino es víctima de conspiranoia dolarizada, mientras las personas dolarizan sus ahorros, los exportadores retienen sus remesas y los turistas cambian en las esquinas, movidos por malas expectativas económicas.

Todo extranjero que está en Buenos Aires, de paso o de modo más permanente, sabe dónde encontrarlo y los códigos para dar a entender al interlocutor que se ha venido a eso: a cambiar billetes con el rostro de algún prócer estadounidense lejos de la mirada del gobierno.

Una de las principales consecuencias del default selectivo en el que entró Argentina fue el alza sostenida del precio del dólar blue, sobre todo durante septiembre, cuando el Estado tenía otro vencimiento de deuda. En poco tiempo la moneda estadounidense superó la barrera de los $15, un alza del 50% en lo que va del año. En comparación, el dólar oficial está en $8 y fracción, con un movimiento casi plano en los últimos meses.

Ante la escasez de divisas hasta nuevo aviso, el dólar en todas sus variantes (informal, ahorro, tarjeta) pasó a ser un bien deseado. Tanto así que durante la tercera semana de septiembre las compras para atesoramiento superaban los US$300 millones. 

Ante este panorama sectores opositores hablaron de que se necesitaba una devaluación, ya que la brecha entre el informal y el oficial había superado el 70%, tal como había pasado antes de la devaluación de enero pasado. 

Desde el gobierno la respuesta fue variopinta. El jefe de gabinete. Jorge Capitanich, dijo que el mercado del dólar blue era manejado por narcos. Después del exabrupto se señaló que “la confianza de un país no se mide por el dólar blue”. Por último terminó responsabilizando a los bancos privados: “Hay que denunciar clara y contundentemente”, lanzó Capitanich. “Las cuevas financieras no existirían si no existieran los bancos del sistema financiero que especulan”. 

Para cerrar el panorama la aerolínea American Airlines (AA) anunció que restringía a menos de 90 días la venta de pasajes aéreos desde y hacia Argentina, como consecuencia, según estimaron algunos medios, de la brecha cambiaria cada día mayor. 

La pregunta, por tanto, es pertinente: ¿quién está detrás del mercado del dólar informal?

Interpretaciones

Agustín D’Atellis, integrante de la agrupación de economistas La Gran Makro, cree que el mercado paralelo es un mercado ilegal. Según él, cuando el jefe de gabinete habló de narcotráfico, fue para referirse a un narco o un evasor impositivo, “son quienes se manejan y canalizan negocios al margen de la ley”. Respecto de la alusión a los bancos privados, para D’Attellis “es conocido que las grandes cuevas están relacionadas con los grandes bancos. En tal sentido dar un nombre personal sin pruebas es algo complicado”. 

Para este economista vinculado al oficialismo, una devaluación no soluciona nada. De hecho acelería la inflación y perjudicaría el poder adquisitivo de quienes viven con un salario. 

La situación este año es distinta. Según D’Attellis, “hoy hay un componente estrictamente político, de hecho los exportadores de sectores primarios tienen una rentabilidad muy buena y sólo hay un sector puntual que habría que atender con medidas específicas”. Para él, si la desaceleración en la economía brasileña ocasionó que la demanda de autos y autopartes cayera, con una devaluación que es una medida interna no se soluciona el problema de la demanda de Brasil. Por eso cree que hoy “hablar de retraso cambiario constituye un herramienta de desestabilización desde lo político: el tema de la ley de autoabastecimiento enfrenta intereses particulares y corporativos, entonces se intenta desestabilizar para generar una alternativa política donde estos sectores se sientan más cómodos”.

El economista Matías Tombolini, en cambio, descarta que haya una maniobra especulativa para desestabilizar al gobierno. Sí cree “que hay intereses que quieren un determinado nivel de tipo de cambio”. El consenso entre muchos economistas (que no son para nada oficialistas) es que el valor del dólar ilegal es muy elevado debido al nivel de base monetaria. Este alto precio ha llegado, según Tombolini, por una puja entre oferta y demanda que sólo ocurre con la divisa estadounidense. “Si hay un grupo que se coordina para atentar contra la seguridad financiera del país, como afirma el gobierno, ¿por qué no los denuncia y los persigue?”, se pregunta. 

Tombolini cree que es muy fácil echarles la culpa a los demás, pero advierte que después de identificado el problema y quiénes serían los culpables o responsables, “aún no tenemos solución”.

Hay dos hechos que explican para este economista la demanda por dólares: desde julio hay una tendencia a que el ahorrista dolarice su cartera y los cinco millones de turistas que vienen cada año siempre van a vender sus dólares donde les ofrecen más. Estos dos factores se alimentan por la incertidumbre que hay en el mercado: “Si uno mira las liquidaciones de cereales, la tercera semana de septiembre fue la más baja desde enero, y eso señala que están esperando algo”. Ese algo podría ser una devaluación, aunque antes de considerar esta medida Tombolini explica que los países que deciden regular su tipo de cambio, lo hacen en función de las tasas de interés en el exterior y del valor de commodities. 

Entonces cuando uno mira las devaluaciones que ocurrieron en la región y observa que Argentina devaluó en 29%, aparentemente está todo bien, “pero el resto de la región no tuvo la inflación de nosotros”.

¿Qué dice el mercado?

Del ámbito de los negocios surgen otras visiones, como la de José Luis Valdellora, presidente de Schneider Electric para Argentina, una empresa que en el mundo factura US$32.000 millones anuales, que tiene casi 150.000 trabajadores en todo el mundo, de ellos 600 en Argentina. 

Schneider Electric Sudamérica cuenta entre sus principales áreas de trabajo la minería, el petróleo y el gas y el tratamiento del agua. Por todo ello es una de las empresas que debieran participar en alguna de las etapas del proyecto de fracking de Vaca Muerta, el tercer yacimiento con las mayores reservas de shale oil y gas en el mundo. En relación a este proyecto, Valdellora sólo da una cifra: “De cada US$ 1.000 millones, nosotros y nuestros competidores podemos aspirar a un 8% a 10%”.

Por ello con su equipo sigue de cerca todas las alternativas del dólar. ¿Su opinión? Que el dólar oficial a $8,5 es muy bajo, mientras que el informal a $15 es muy alto. Por ello el ejecutivo afirma que su precio debería estar “algo más al medio”. En cuanto a las explicaciones para el problema de la divisa, instalado hace años en el día a día de los argentinos, lo atribuye en parte a la falta de inversión en el país. A su juicio, “no se ha generado confianza en el inversor”. Una confianza que el gobierno de Cristina Fernández no generó con reglas del juego claras. Como muchos otros, Valdellora es de los que tienen sus ojos puestos en el próximo año. Con un cambio de gobierno, asegura, “las inversiones van a venir”. Más aún, es de los que están convencidos de que es el momento para prepararse. “Si lo hacés hoy, dentro de dos o tres años Vaca Muerta te va a comprar”, afirma.

Autores

Gonzalo León