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Juan F. Rada, vicepresidente de Oracle: "tenemos unas economías infantiles"
Viernes, Enero 24, 2014 - 07:18

Antiguo ejecutivo de la industria de la microelectrónica, Juan Rada fue, entre 1989 y 1992, Director General de la escuela de negocios IMD, en Lausana, Suiza. Hoy es Vicepresidente Sénior del Sector Público Global, Salud y Educación de Oracle para América Latina.

Una cosa es lo que dice de un país que todos sus habitantes disfruten de acceso al agua potable. Otra, lo que se lee en el hecho de que las casas, de esos mismos habitantes, tengan ventanas con doble vidrio. Lo segundo, afirma Juan F. Rada, es señal inequívoca de que se trata de una nación desarrollada.

Irónicamente, para que algún día algo tan “sencillo” como tener ventanas con un par de vidrios llegue a realizarse en cualquier sociedad de Latinoamérica, requiere no de más fábricas de vidrio o de políticos firmando leyes que las impongan, sino “de un cambio de paradigma, de la manera cómo hacemos las cosas”.

Es posible aseverar que -antes que un vidrio extra por ventana- la región tiene una lista larga de necesidades más urgentes, pero para el Vicepresidente Senior del Sector Público Global, Salud y Educación de Oracle, quizá la más acuciante es “un pacto social de desarrollo”. Sería la manera, a su juicio, “de pasar de lo bueno a lo excelente”. Porque, “pasar de lo malo a lo bueno es complejo, pero es fácil comparado con pasar de lo bueno a lo excelente. Ése es el problema. Y ese problema requiere otra manera de pensar el problema”.

No se trata de una frase elegante, sino que proviene de la experiencia. Aparte de antiguo ejecutivo de la industria de la microelectrónica, Rada -de 1989 a 1992- fue Director General de la escuela de negocios IMD (International Institute for Management Development), en Lausana, Suiza. Justamente, afirma, la tradición de estudios de caso en que se forman ejecutivos y economistas en la mayoría de estos centros de enseñanza los ciegan al contexto. El resultado es casi dramático para los que llegan a posiciones de poder en América Latina: “los países nuestros son de una economía de mercado infantil. Eso significa que tienen una regulación infantil”. No entendemos que el objetivo de las regulaciones es que ellas, “sistemáticamente, vayan subiendo las capacidades técnicas de la economía”. Lamentablemente, “hay una falta de rigor muy brutal en este tipo de temas”.

Y tal falta de rigor no es gratuita. Es posible que sea necesaria “la llegada de una generación más joven que se encargue de encontrar la nueva y urgente manera de pensar las cosas”. Porque, con la globalización rampante, “aquí hay una desnudez  de la economía, del sistema, que debería galvanizarnos”.

-Comencemos por la energía. Recientemente ha dicho que nos encontramos en un momento de transición muy relevante.

-La transición energética está sucediendo. El elemento más indicativo es la creciente viabilidad de generación distribuida producto del autoconsumo (total o parcial), gracias a que la energía solar basada en paneles pasa a ser viable comercialmente sin necesidad de subsidios, lo que está sucediendo en cada vez más países. Un caso ilustrativo aunque aun con subsidio es Alemania, que es importante porque no tiene tanto sol como Chile o California, sin embargo es muy relevante su uso. Y hubo un domingo de este verano en que toda la energía utilizada ese día en el país fue renovable (sol y viento). Empezamos a ver signos interesantes. Si tú combinas solar no subsidiado con baterías. Ellas están desarrollándose muy fuertemente, producto del desarrollo de los portables, tablets y celulares, pero lo que lo ha acelerado aún más es el automóvil eléctrico. En los próximos 3 a 5 años tendremos otro panorama en generación distribuida, redes mucho más inteligentes y muchos modelos de uso energético en muchas áreas. La re-regulación del sistema será indispensable y el modelo cambiará como en su momento cambiaron las telecomunicaciones.

-Hay una vieja discusión que ya ocurrió con otras transiciones tecnológicas. Algunos dicen “esperemos que inventen ellos y nosotros después hacemos el leap frog”, compramos la tecnología cuando está madura. Y otros dicen “no, tenemos que entrar ahora porque eso nos permitiría estar en la cadena de valor de estas nuevas industrias”. Chile tal vez no pueda fabricar baterías, pero sí litio metálico. ¿Es necesario elegir entre ambas y tener una estrategia nacional basada más en una que en otra?

-Creo que puedes tener una estrategia nacional, pero creo que ella en algunas de estas áreas, en particular en ésta, es que tú tengas una estrategia de desarrollo de la calidad de la vivienda, los edificios y la construcción y una regulación “shumpeteriana” que genere estas nuevas “cadenas de valor” en generación y transmisión.

-¿Cómo sería eso?

-En esos ámbitos hay una plétora de tecnologías necesarias. Muchísimas de ellas tienen que ver con consumo energético y los costos operacionales de las viviendas. Ponerse a hacer paneles solares no es necesariamente una cosa que haya que hacer. Lo pueden hacer los chinos a no ser que haya nuevas opciones o nuevas aplicaciones posibles.

-En el caso de la construcción. ¿Eso supone regulaciones o supone crear un marco nuevo donde haya incentivos para que los que construyen los edificios o los habitan, innoven?

-Tengo la visión de que los países nuestros son de una economía de mercado infantil. Eso significa que tienen una regulación infantil. Y que se requiere una regulación mucho más fuerte en áreas de competencia, defensa del consumidor, la vivienda, etc; para que sistemáticamente vayan subiendo las capacidades técnicas de la economía. Esto es lo que se ha hecho en todos los países que se han desarrollado.

-Pensando en los casos de Suecia y Noruega que hicieron algo así. ¿Cómo se llega a ese consenso?

-Nosotros, producto de un largo período de liberalismo fuerte, hemos tenido una especie de fraccionamiento de la sociedad. Entre lo que es la función del estado, la función del privado, la función de los cuerpos intermedios, etc. Eso, en vez de pensar en el contexto de la globalidad y de que no existen más las murallas tarifarias o las fronteras en el sentido clásico. Hay un nuevo paradigma que requiere un acuerdo social en que las funciones del estado no son las que eran, las funciones de los privados tampoco son las que eran y las de los cuerpos intermedios tampoco son las que eran.

-Estamos desfasados.

-Hay que crear un nuevo acuerdo social. Personalmente, metafóricamente, lo asocio con las tribus, las que habitaban un territorio. Básicamente eran un acuerdo entre las grupos o castas. Habían los que eran cazadores, otros hacían textiles; otros, cerámicas. Pero al final se juntaban todos en torno al fuego ¿no? En un mundo globalizado, el problema de un país como Chile es un problema de cómo los grupos sociales (empresa, estado, sindicatos, profesionales, académicos) trabajan juntos en un nuevo pacto social para desarrollarnos. Donde el modelo de economía de mercado per se es cuestionado en áreas de la sociedad donde no necesariamente se aplica, pero nadie cuestiona la economía de mercado como un paradigma básico de desarrollo económico. Claro, si quieres poner economía de mercado en todas las escuelas primarias de Chile...

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-El punto es que mucha gente cuestiona que más de lo mismo sea la receta para llegar a ser Noruega o Suecia.

-Siempre digo que el socialismo histórico se murió el 89 con la caída del Muro y el capitalismo histórico se cayó el 2008. Tenemos que inventar una nueva metáfora de creación social. Y pienso que las tribus son una buena metáfora porque tampoco fueron muy ineficientes. Nosotros no estaríamos donde estamos sin la eficiencia social que tuvieron las tribus.

-No obstante, ahora somos miles de millones.

-Más allá de la bondad de la metáfora la realidad no es la misma, porque no existe la asociabilidad genética de la tribu, por ejemplo. Lo importante es el concepto: sociedades complejas necesitan acuerdos sociales complejos. Yo decía en una reunión de filósofos locos que el problema de Chile es pasar de los bueno a lo excelente. Y pasar de lo bueno a lo excelente es mucho más difícil que pasar de lo malo a lo bueno. Y esto requiere no simplemente un cambio de políticos. Implica un cambio de paradigma, de la manera como hacemos las cosas. No solo, quién es el próximo político, sino que cómo vamos a trabajar como sociedad.

-Eso supone un cambio en el sentido común de las personas y también de las dos o tres elites que están compitiendo por el poder.

-Es un cambio de sentidos comunes, un cambio de actitudes. Los europeos lo hicieron producto de guerras. Nosotros lo tenemos que hacer en tiempos de paz y, por lo tanto, es más difícil. Ahí hay un tema de los países nuestros, los que están en la situación de que no son pobres, pero tampoco son ricos. En que al final hay que hacer un salto y ese salto incluye, por ejemplo, políticas industriales. Pero son políticas industriales no en el sentido estatista de la Corfo histórica. Es un consenso social sobre cuáles van a ser las áreas de desarrollo. No es que el estado decida dónde van a estar esas áreas, sino que hay un consenso social de que “ésas” son las áreas.

-¿Y ya existe?

-En Chile hay consenso en que la minería es una y la derecha y la izquierda unidas están a favor de que Codelco no se privatice. El consenso es que eso es bueno para el país, por muchas razones, entre otras que los impuestos subirían bastante. O sea, podemos hacer acuerdos sociales sobre temas que en apariencia no podríamos tener.

-Visiones más liberales pueden decir que eso es elegir ganadores y perdedores.

-El tema de los grupos más liberales que hablan de ganadores y perdedores es que dicen que el estado los elige. Ahora, cuando uno analiza los casos y los ejemplos, no es que el estado elige ganadores, ¡es que los perdedores eligen al estado! El ejemplo clásico es la industria automotriz inglesa. Simplificando cuando tú empiezas a perder, gastas la mayoría de la plata en lobby. Cooptan al estado. ¿El estado los eligió? ¡No! Ellos eligieron al estado.

-Pero el Estado sí elige sectores que promueve…

-En efecto. Si uno es más empírico y preciso en qué significa el estado eligiendo ganadores. ¿Cuáles son los casos específicos? La industria aeroespacial. ¿Cuál es el gran fracaso de la industria aeroespacial? Es el Concorde. Ah, el estado se equivocó. El Estado se equivocó porque el petróleo subió. Pero desde el punto de vista del emprendimiento no existiría el Airbus O EADS sin el Concorde. Hay una falta de rigor muy brutal en este tipo de temas.

-La economista Mariana Mazzucato en un libro llamado El estado emprendedor sostiene que las inversiones estatales previas fueron claves para el nacimiento de gigantes como Google.

-Ella es una de tantas que han desmistificado el problema. En su último libro es absolutamente contundente en el tema. Ha habido un sentido común, producto del fin de la Guerra Fría, la idea de que el capitalismo ganó. Estos condimentos políticos polucionaron la discusión de estos temas. Pero no hay ningún país en el planeta que se ha desarrollado sin política industrial. Ni EE.UU., ni Inglaterra, ni Francia, ni Alemania, ni los Escandinavos, ni los chinos, ni los coreanos, ni Singapur. Que nos den un ejemplo. Hay muchas consignas baratas en este tema y poca rigurosidad.

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-En el caso chileno o, en general, sudamericano ¿qué forma podrían tomar estas políticas partiendo de los recursos naturales?

-Mi tesis es que los países nuestros no tienen un problema de oferta de innovación. Tenemos gente súper buena, súper educada. Elites. Me gustaría que fuera más, pero tenemos suficiente capacidad. El caso argentino en la región demuestra que podemos desarrollar capacidad en ciencia y tecnología, era el más avanzado y lo perdió por muchas razones. El problema nuestro no es talento o capacidad empresarial. El problema es que tenemos unas economías infantiles con bajísimo elemento de regulación. Y la regulación floja es una regulación, por definición que no exige.

-¿Qué significa eso?

-Voy a tomar el caso de la construcción. Los edificios que se construyen en Chile son ilegales en EE.UU., no cumplen la norma. Y los edificios que se construyen en EE.UU. son ilegales en Europa. La construcción es una industria regulada. Y vale como ejemplo, porque da -en particular la vivienda privada- origen al activo más importante de la familia en todos los países del planeta. El problema nuestro es que nosotros, o hacemos construcción de alta calidad y, por lo tanto, generando un activo perenne, que se hereda con valor. O hacemos de pésima calidad y, consecuentemente, generamos un activo de poco valor o muy marginal.

-¿Cómo se relaciona regular eso con el desarrollo en términos concretos?

-La pregunta es por qué uno puede sacar, como han hecho algunos países asiáticos, al país de la pobreza en una generación. Uno de los componentes básicos de la respuesta es la regulación de la vivienda. Que la vivienda social sea de altísima calidad. Sucede que la próxima generación de una familia pobre hereda un valor importante y pasan a ser contribuyentes de la sociedad en vez de ser parte del costo social. ¿Y de dónde lo sacaron los asiáticos? Se lo copiaron a los suecos que lo hicieron después de la guerra.

-La regulación cómo herramienta en pos de la calidad.

-Nosotros tenemos que usar la regulación de la competencia, de la defensa del consumidor, de la industria de la construcción para subirle el nivel de calidad. A precio igual o mejor. Esto requiere un estado que diga “muy bien, industria de la construcción nos vamos a sentar juntos y vamos a ver cuál es el plan a tres, cinco o diez años. Dentro de tres años, el primero de enero o marzo, el código de la construcción va a cambiar y toda la construcción tiene que ser doble vidrio”.  Creas una industria de doble vidrio. Creas masa crítica (de demanda). ¿Por qué el doble vidrio es importante? Porque reduce entre el 40 y el 60% el consumo energético. Y, además, te reduce hasta el 30% la polución acústica. Y esta polución es un problema importante de salud pública.

-No parece fácil que la industria lo acepte de buenas a primeras.

-La empresa de construcción dice “a mi esta cuestión me cuesta muchísimo porque tenemos que hacer muchos cambios” y los académicos dicen “mire, esto se puede hacer en un año y mucho mejor”. Y entonces agarras a los expertos, a los empresarios y al estado y al final terminas en un acuerdo, lo pones en la juguera y todo el mundo dice: “OK, nos vamos a demorar dos, tres, cuatro años”. Lo que sea. Y ahí utilizas los fondos de innovación del estado para apoyar esos procesos. Eso supone desarrollar una industria de doble vidrio, de fabricación puertas y ventanas de manera moderna; en vez que un tipo haga el marco, otro la puerta, que es lo que pasa en nuestros países. Se avanza teniendo objetivos específicos. Así es como se ha hecho en otras partes del mundo. Si lo hacemos en Chile tendremos la mejor industria de la construcción en la región y podrán internacionalizarce con un diferenciador crítico. Un caso importante de innovación vía regulación consensuada y continua es el desarrollo del automóvil moderno, en particular en Japón y Europa. Hoy el automóvil es más seguro, fiable, poluciona menos y es más económico por un proceso de regulaciones graduales que mantiene un piso de competencia (la norma en el tiempo) y obliga a los productores a innovar…cada uno seleccionando su manera.

-Pero supone aunar voluntades por sobre los conflictos.

-Lo fundacional es el pacto social de desarrollo. Uso el caso de la construcción como un ejemplo por su importancia como activo. Ya dije que la próxima generación puede heredar. O los dueños de la vivienda pueden hacer una hipoteca al revés como suplemento de su pensión. En este escenario, el costo social del estado baja dramáticamente. En vez de tener una situación en que la persona no tiene activos porque la vivienda que posee no vale nada, tenemos a alguien con activos valiosos.

-Aún así, se habla de una crisis del estado de bienestar que impulsa estas políticas.

-Bueno, sí, se dice que hay una crisis del estado de bienestar. Hay una crisis porque muchos países no han modernizado sus propias formas del estado de bienestar, no lo han adaptado a los cambios demográficos, a los ciclos económicos y muchas más. Los que lo han hecho mantienen un estado de bienestar viable y sin crisis, como es el caso por ejemplo, de los escandinavos, Alemania, Holanda, Singapur, Nueva Zelandia. Hay en muchas partes una necesidad de modernizar los sistemas de bienestar y gestionarlos mucho mejor.

-Has sostenido que es necesaria también una reforma del sistema financiero.

-Hay áreas de la economía en que es muy difícil desarrollar competencia. El sector eléctrico es uno. El otro es la banca. ¿Por qué? La banca tiene un stickiness que es la cuenta corriente. Cambiarte de cuenta corriente es un enredo. Los bancos lo hacen lo más imposible, posible. Históricamente esto lleva una maduración larga. Yo estaba en un banco, en Inglaterra, en 2007, y el tema era la portabilidad de la cuenta corriente. Vamos o no vamos a tenerla. En esa época la asociación de bancos hizo un estudio que mostró que iba a costar como 4 mil millones de libras esterlinas la portabilidad. Hace un par de años la cifra bajó a 400 millones de libras, siempre en Inglaterra. Hay un costo en la portabilidad. Pero, cuando divides 400 millones por 60 millones de cuantas corrientes y dices “se lo vamos a cargar al consumidor durante dos años”, todos los consumidores dicen OK porque nadie lo siente. No es un problema de costos.

-¿Cuál es?

-El problema es que hay que pasar por la complejidad de la banca. En Europa está donde está y nadie le quiere poner más penas que las que tiene y no se hace por ahora, pero va a venir. Y esto significa que los bancos van a tener que competir mucho más en servicios que en stickiness. Los bancos hacen mucha competencia y publicidad para captar cuentas, pero mantenerlas…

-Hay una posición de haber capturado al cliente.

-El banco es un servicio. Una opción sería decir, si estos señores no son lo suficientemente eficientes para entregar un servicio que nos contente se irán a la bancarrota. Eso sería una regulación schumpeteriana. Pero se trata del sistema financiero. Entonces la regulación tiene que ser cuidadosa. Pero eso no significa que no haya competencia en los servicios. Se pueden hacer bancos de muchas maneras. Un banco en que estaba, en el consejo, era un banco de internet. Nos enorgullecíamos de que nunca veíamos un cliente: era todo en red. Teníamos 4 millones y medio de clientes. Se llamaba Egg y se lo vendimos a Citicorp. Ahora, que el banco te va a entregar un crédito de acuerdo a tu nivel de riesgo, eso es más viejo que el hilo negro. Y no va a cambiar con cualquier regulación que le pongas.

-¿Qué es lo que hay que cambiar, entonces?

-Que el banco, en vez de ver a su cliente como un tipo que es un dueño de cuenta corriente lo va a tener que ver como un emprendedor potencial o un señor que siempre paga. Va a tener que pensar a sus clientes de una manera distinta y esto va a crear más oportunidades para que desarrollen créditos. Mirar su portfolio y decir ¿a quién le puedo dar crédito? o que nuevo servicios puedo crear. La lógica de cómo opera del banco va a pasar a ser distinta. Basar un modelo de negocios en que tú tienes al cliente cautivo no es una economía de mercado seria.

-En el caso de Chile se habla de que el endeudamiento de las familias es alto y que ello tiene que ver con un consumo con que se compensa una cierta precariedad del nivel y horizonte de los ingresos.

-Ese es el tipo de tema que requiere este nuevo pacto. ¿Por qué tienes empleos precarios? Porque tienes industrias que tienen bajo nivel de calidad del trabajo ¿Y por qué tienes esa baja calidad? Porque para ser trabajador de la construcción lo único que tienes que saber hacer, y exagero para el efecto, es manejar una carretilla. Entonces este es un círculo vicioso que tienes que convertir en un círculo virtuoso. Las familias se endeudan porque la educación es un bien de consumo, la salud es un bien de consumo y hay un crédito para estas cosas. Si nosotros vamos, para poner un caso extremo de lo concebible como metáfora, es el referéndum que hicieron los suecos para bajar los impuestos y perdió. Y lo hizo porque hicieron el cálculo que si pagaban menos impuestos, iban a terminar pagando más por salud, educación, etc, etc. Hay también un tema asociado con la calidad de la gestión de los servicios del estado.

-¿Cómo podemos pensar eso?

-Por ejemplo, si uno tiene educación o salud pública de calidad, son sistemas que por definición –si eres un privado- tendrían economías de escala. Querrías especializar los hospitales. ¿Por qué los gobiernos conservadores ingleses, Cameron, Thatcher, etc, nunca, pero nunca se plantearon privatizar el sistema de salud, que es uno de los más monolíticos y más estatales del planeta? Porque funcionan. Y si tu quieres privatizarlo ¡good luck! Porque nunca vas a poder tener el mismo tipo de prestaciones con esta economía de escala. Entonces, esas son todas conversaciones, desde mi punto de vista, de poco rigor.

-El peligro de la seducción del blanco/negro de la infancia.

-No estoy diciendo que los modelos tienen que ser estatistas o no estatistas. Estoy diciendo que aquí el problema es más complicado que eso. Y que tenemos que poder enfocarnos en el verdadero problema: cómo lo hacemos bien.Nos hemos acostumbrado a conversar con poco rigor sobre el cambio.

-¿Cómo convencemos a los políticos, empresarios, universidades de aceptar o de mejorar el rigor?

-Creo que las escuelas de negocios, habiendo sido decano y conociéndolas, han hecho un muy flaco favor al debate, porque han convertido la innovación en un tema de empresarios más que en un problema sistémico. Me acuerdo que cuando era profesor hacía el caso del PC de la IBM como caso de gestión de crisis y mi colega de Estrategia lo enseñaba como un caso de innovación empresarial. La historia demostró que era un caso de gestión de crisis: IBM creó a Microsoft e Intel que se lo comieron después. Uno de los errores estratégicos más espectaculares de la historia de la informática.

-En los casos a las empresas se las suele presentar como si fueran personas.

-Las escuelas de negocios, aunque no todas, asumen un concepto de estudio de casos. Y el caso, por definición, no tiene contexto. Por eso se llama así: estudio de caso. Y esto es lo que ha envenenado o deteriorado el debate sobre estos temas y en particular sobre la innovación.

-¿Y podemos mejorarlo?

-El 2008 fue un año horribilis para las escuelas de negocios. A partir de eso, las escuelas –fueran de Harvard, Chicago, Wharton, LBS, etc- han hecho seminarios de “cuál es nuestra responsabilidad” en estos temas. Y hay responsabilidad. Incluido este sistema pedagógico en que la gente ve la realidad por el ojo de llave. Que es pedagógicamente interesante para desarrollar capacidades analíticas en el estudiante, pero no necesariamente para desarrollar concepciones del problema.

*Lea la segunda parte de esta entrevista con Juan Rada haciendo clic aquí...

Autores

Rodrigo Lara Serrano