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Refugios contra la tormenta
Lunes, Septiembre 12, 2011 - 13:52

¿Busca un refugio para sus ahorros en tiempos turbulentos? Detrás de las mil opciones que ofrecen asesores en finanzas, hay sólo dos principios: escasez y liquidez.

Si usted ha invertido en oro en estos meses ahora tiene que estar mirando al cielo. Luego de subir un 34% en los primeros ocho meses del año, el metal comenzó a oscilar salvajemente. Y así seguirá si no aparece un helicóptero en el horizonte o quiebra el Bank of America. En el primero de los casos se trata de Helicopter Ben, Ben Bernanke, titular de la Reserva Federal, a quien muchos ruegan que sirva otra ronda de dinero electrónico, el famoso Q3, debilitando todavía más el ya fláccido dólar. En el segundo de los casos, la expectativa de un Crédit Crunch bis llevaría a nuevas turbulencias. El problema de fondo reside en la coexistencia de hiperliquidez mundial con el consumo estadounidense casi planchado y una crisis financiera en Europa. Así, los grandes ahorristas desesperan por refugiarse en activos que preserven su valor en medio de tales desastres, lo cual explica la apreciación “irracional” del oro, los francos suizos y el guaraní, en Paraguay.

Pagar por protección. Lo que ocurre con el metal-símbolo de la riqueza es polémico. Para no pocos economistas la hiperliquidez posee un lado casi de ciencia ficción: se trata de dinero “traído” desde el futuro. En efecto, es el resultado de la emisión monetaria de muchos Estados que salvaron a sus sistemas financieros y economías, en 2009 y 2010, a costa de asumir deudas casi intolerables a largo plazo, a menos que sus economías se expandan rápida y sostenidamente. Caso contrario, que es lo que está ocurriendo, resulta potencialmente ruinosa: como los bancos, hedge-funds y ahorristas que poseen esta liquidez extraordinaria pagan bajas o nulas cargas fiscales, no hay una “esterilización” ni siquiera parcial de esta emisión. A lo anterior se suma el efecto de los depósitos e inversiones no físicas de naciones como China y los países árabes, favorecidos por abultadísimos superávits fiscales y comerciales. Lamentablemente, ambas fuentes de recursos (con la notable excepción de varios sectores industriales chinos, el automotor en EE.UU., la minería y sector petrolero globales) no están yendo a la mejora de la productividad o a inversiones que potencien un nuevo ciclo de innovación general.

¿Qué hacer, entonces? “En las circunstancias actuales los inversores, más que buscar la mejor inversión, van a buscar la mejor protección”, hace la diferencia, en Buenos Aires, Javier López Candia. “Por ello –agrega este consultor independiente para inversores latinoamericanos de alto patrimonio, con una larga carrera en bancos globales en Buenos Aires, Nueva York y Mónaco–, el oro, el franco suizo y la huida desde los países con problemas hacia refugios seguros va a continuar y no se mirará tanto el rendimiento sino la seguridad. Es la razón por la que, aunque parezcan caros, los bienes de atesoramiento se siguen valorizando”.

Fundamentales contra burbuja. Las estrellas más visibles de esta fuga hacia paraguas caros pero efectivos han sido el oro y el franco suizo. En el caso del primero, los números lo dicen todo: su cotización subió cerca de un 34% entre enero y agosto, período en el cual el S&P 500 Index de Wall Street se derrumbó un 11%. Pero hay voces que desconfían de que esta brecha vaya a durar. “Fui a comprar la leche anoche con un pedazo de oro y no me lo aceptaron”, dice con su mejor tono de póker Steven D. Novak, Senior Vice President del Wells Fargo Wealth Management, en Miami. Y lo aclara: “No sé si lo que ya hay es una burbuja, pero sí que se está formando una”. Todo el origen del alza del metal, a su juicio, “es psicológico, no ligado a fundamentos”. Su argumento es que, en la economía de EE.UU., “los fundamentos siguen siendo relativamente buenos. Las tasas están bajas. El desempleo no ha variado y las ganancias corporativas del segundo trimestre, en casi el total de las 500 del índex, en promedio han sido de un 15%”

Novak reconoce que “hay cierto viento de frente, como la parálisis política y el tema de déficit”, pero confía en que las fuerzas que impulsan la economía prevalecerán. “No pensamos que va a haber el famoso double dip. Este año EE.UU. va a crecer un 2% y la economía mundial, un 4%”. Por ello, en este tema del oro, hace una advertencia: “El inversor privado latinoamericano siempre compra alto y vende barato, pero yo estudié que había que hacerlo al revés”.

Quien también apuesta a que el oro va camino a ser mucho ruido y pocas nueces, porque una nueva recesión no está asegurada, es Robert Baur, economista global de Principal Global Investors (brazo financiero de Principal Financial Group, entidad que administra US$ 232.400 millones). “A fin de año se espera que los fundamentales positivos de la economía mundial se asienten”, dice. Además, “las compañías estadounidenses están viendo aumentar sus utilidades, y eso se tendrá que sentir”. De todas formas, en PGI “se asigna un 45% de probabilidad al double dip”. Las razones son: muy baja confianza de los consumidores, quienes dejan de comprar; las empresas siguen disminuyendo inversiones y retroalimentando este ciclo. En este marco, como inversionistas institucionales ellos siguen confiando en el mercado bursátil, aunque al día a día le asignen menos importancia, pues sus inversiones son de largo plazo.

La tentación. Pero con el oro las cosas no son tan simples. Parte de la responsabilidad lo tiene lo que alguna vez fue una buena idea, pero –como ocurrió con los derivados sobre bases inmobiliarias– podría convertirse en un problema arduo en un futuro mediano: los ETF.

En palabras de López Candia, “los Exchange Traded Funds, básicamente fondos comunes que replican el precio de un activo determinado, son los instrumentos más líquidos para posicionarse en un sector o producto sin los inconvenientes de su atesoramiento y manejo físico, como el oro o los granos”. Su liquidez es diaria. Por ello, los ETF asociados al oro son protagonistas centrales del momento actual. Un ejemplo de esto son la actividad y el alto perfil del SPDR Gold Trust, un fideicomiso de inversión que opera el ETF basado en oro más antiguo de EE.UU. (1993). Emite paquetes de 100.000 acciones y refleja el rendimiento del oro en lingotes. Su capitalización es de US$ 75.150 millones. Si bien es el mayor, al menos otros dos más operan sobre una base similar sólo en EE.UU. También existen allí más de 20 fondos que emiten ETF ligados al oro, pero que invierten en acciones de compañías mineras auríferas o replican, usando índices compuestos, el valor de mineras dedicadas a explorar o explotar yacimientos del metal.

Hay dos elementos, uno de corto y otro de largo plazo, que podrían mantener el oro por las nubes. El primero se asocia a la temporada de matrimonios en la India, noviembre y diciembre, para la cual desde septiembre los joyeros de ese país se convierten en los mayores demandantes minoristas del metal en el planeta. Si bien se han dado excepciones, la cantidad de oro solicitada por ellos es tan grande que el precio mundial suele subir un 10%. El segundo se produciría si la Reserva Federal lanza el llamado Q3, una inyección de liquidez, usada en recompra de bonos, para asegurar que EE.UU. no entre en recesión.

Pero los ETF son un mundo y se pueden buscar otros asociados a otras materias primas. O apostar a un primo menor de los ETF, las ETN (Exchange Traded Notes), documentos estructurados que emite un banco. Buscan reflejar los rendimientos disponibles a través de una inversión (no apalancada) en los contratos de futuros sobre materias primas físicas que componen un cierto índice, así como también usando la tasa de interés que podría obtenerse mediante un colateral en efectivo (llamado “posición cash”) invertido en Letras del Tesoro específicas. Una, peculiar, es la iPath Dow Jones-UBS Coffee Subindex Total Return, que está centrada en futuros de café. Acá la expectativa es que el consumo global de café siga aumentando, a la vez que la producción no se recupere luego de la fuerte caída en 2010.

¿Guaraníes? Aunque, si de refugios se trata, muchos inversores prefieren un activo donde los espejismos y zancadillas son menores. O, al menos, mejor conocidos: las monedas. “La mejor moneda será la que abunde menos”, señala como certeza santa López Candia. Obviamente, con respaldo. Dejando al ya obvio franco suizo, “se preferirán (las monedas) de países con buena situación económica como la corona noruega, el rublo ruso o la rupia india”. Se trata de monedas respaldadas por economías sanas con estados superavitarios, como Noruega, o no tan sanas pero en buen pie como la de Rusia.

De todas formas, otras condiciones –mucho más volubles, como tasa de interés y controles de cambio– pueden generar refugios temporales del todo inesperados: “En América Latina, el guaraní de Paraguay fue una de las monedas que más se apreciaron frente al dólar en los últimos años”, recuerda el experto. Ello, “debido a que es un país sin control de cambios, con libre flujo de capitales, con las tasas locales positivas y, dada la bonanza de la soja, se transformó en el país que más creció durante 2010, más de un 14% de su PIB”. Y no es flor de un día. “Hace cinco años, el dólar cotizaba 31 % más caro que hoy y el peso argentino estaba 77% más alto en Paraguay”, remacha.

Más tradicional todavía es llevarse el dinero a un banco de un país considerado intocable. “Y sin impuestos a la renta”, matiza López Candia: Por eso “Suiza, Liechtenstein o Mónaco han recibido enormes cantidades de dinero que huye de Grecia, Portugal y España, entre otros. El franco suizo ha subido hasta más de 1,30 dólar contra menos de 0,90 que valía un año antes”.

Finalmente siguen estando los Bonos del Tesoro y los ladrillos. Pero ¿no era que los Bills se derrumbarían ante un downgrade de EE.UU.? “Mientras Washington y Bruselas no parecen entender lo que ocurre, los inversionistas saben que los bonos del Tesoro son una apuesta segura y líquida.
En cambio, en Europa hay un riesgo percibido de insolvencia, más que de liquidez”, dice Baur, de PGI. Y en cuanto a las inversiones inmobiliarias, aunque tarde una década en revertirse, los departamentos no estarán para siempre más baratos en Miami o en Chicago que en São Paulo, a menos que la productividad de Brasil iguale a la de EE.UU.

Es que el “secreto” de los refugios es simple y se resume en dos palabras: escasez y disponibilidad inmediata. “Todo aquello que no se pueda degradar con emisión o aumento artificial de oferta puede ser un buen refugio si tiene liquidez. Precisamente por eso las pinturas, los diamantes o el oro son justamente los clásicos refugios en épocas de crisis”, concluye López Candia.

Autores

Rodrigo Lara Serrano