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Tesoro a ojos vistas
Martes, Mayo 15, 2012 - 11:22

La prestigiosa Jancis Robin les da una nueva carta ganadora a los vinos chilenos.

Hay una fábula en que un rabino polaco sueña con un tesoro oculto en una ciudad lejana y viaja hasta allí, sólo para conocer a un incrédulo que soñaba con un tesoro enterrado bajo la casa de un rabino y, al volver, resultó que estaba bajo la suya. Es lo que les ha sucedido a los productores de vino chilenos una vez más. Tal como les ocurrió con el carmenère, han descubierto una nueva joya: decenas de pequeños viñedos de 60 a 70 años de edad de la variedad Carignan. El principal hombre detrás de la valoración de este tesoro es un canadiense ajeno a la gran industria. Se trata de Derek Mossman Knapp, un experto en marketing, quien, luego de dirigir durante 10 años una agencia de branding en Santiago, se pasó al vino y creó Garage Wines. Mossman puso su ojo en la región del Maule, al sur de la capital: ahí florecen vides de la variedad olvidada, que se plantaron tras un terremoto devastador en 1939. Luego de recorrer la región, el emprendedor convenció a varios de los productores, que todavía trabajan con métodos preindustriales, de crear un sello que los identificara: Vigno. Tras su estela han partido algunos gigantes como Miguel Torres, De Martino y Undurraga. Con razón, el fenómeno es trascendente y tuvo su espaldarazo mundial cuando, en febrero pasado, Jancis Robinson, la mujer más influyente a nivel de la crítica mundial de vinos, gracias a sus columnas en el Financial Times, escribió que estaba “realmente asustada por el ritmo sin precedentes de cambio en Chile”. Aseveró que “el mapa del vino chileno ha ido evolucionando de manera frenética”. Para ella es muy bueno que los carignans, “todos ellos”, sean “ampliamente diferentes a la norma chilena”. O sea, la familia es más rica mientras más diversa.

Autores

Redacción AméricaEconomía