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Tom Kelley y su lucha mundial por ‘destrabar’ la creatividad
Jueves, Diciembre 11, 2014 - 08:43

En su visita a Uruguay, el gerente general de IDEO indicó que al 75% de las personas no se las impulsa o permite usar la innovación en los ámbitos laborales.

¿Qué tan importante es la creatividad en el trabajo? Si bien antes se consideraba como algo accesorio, hoy la mayoría de las personas entienden que es fundamental para el crecimiento de la economía y para triunfar como nación. Este fue el primer planteo que expuso el gerente general de la consultora IDEO, Tom Kelley, en su visita a Uruguay. 

Con su meta puesta en ayudar a la gente a tener más confianza en su creatividad, el experto de Silicon Valley brindó una charla el miércoles 3 de diciembre en Trama Empresas de la Agencia de Investigación e Innovación (ANII).

En la ocasión, que tuvo lugar en el Club Uruguay, acudieron más de 200 personas beneficiarias de la Agencia. Poco antes de las 20 horas, los invitados empezaron a arribar al lugar en el que se respiraba un ambiente de ansiedad y emoción por escuchar al prestigioso Tom Kelley.

Es que este personaje es sinónimo de innovación. Es autor de varios best sellers y dirige la empresa IDEO -fundada por su hermano David hace más de 30 años-, la cual tiene de clientes a empresas de gran porte como Apple, McDonald’s, Microsoft, NASA y Samsung, entre otros.

Ante un auditorio atento, Kelley expresó en inglés la idea principal de su reciente libro “Creative Confidence”. Explicó que, al comienzo de su carrera laboral, sentía que la creatividad era dejada de lado. La gente que estaba trabajando en cosas creativas estaba sentada en mesas para niños, mientras que los empresarios serios se sentaban en salas de conferencia del otro lado del pasillo.

Aseguró que eso cambió. Invocó al estudio Global State of Create de Adobe, en el que se encuestaron a 5.000 personas de varios países sobre este tema. El 80% de los trabajadores contestaron que es importante “destrabar” la creatividad.

No obstante, en la siguiente pregunta de la entrevista se cuestionaba si se usaba ese potencial en el trabajo y si en su ámbito laboral se le permitía hacerlo. De estas 5.000 personas, “lamentablemente” solo un 25% dijo que sí, indicó. Frente a esta situación, opinó que el trabajo de los líderes es sacar esa creatividad de la gente que los rodea.

“Como líder, y seguro que aquí hay muchos presentes, cuando pensás en cómo hacer un proyecto, hay problemas del tipo de que no hay suficiente dinero, tiempo ni equipo.

Entonces, "en un mundo con escasos recursos debemos avergonzarnos por dejar un 75% de los recursos creativos de nuestro equipo de lado”, sentenció ante un auditorio que no emitió ni un murmullo.

Este hecho, provocó que Kelley se marcara la meta personal de que él y otros líderes se esforzaran por lograr “destrabar” el potencial creativo de ese otro 75% que no lo utilizaba. No obstante, su lucha nace hace varios años atrás.

Combatir la desconfianza 

Define a la confianza creativa como disparar las ideas de uno en la medida que surgen. En esto hay que entender dos cosas. La primera es que de forma natural todos tienen nuevas ideas y la prueba es el jardín preescolar. “Esos son las personas más creativas del planeta y todos estuvieron en el Kindergarten. Todo el mundo lo tiene”, afirmó.

La segunda mitad, igual de importante, es el coraje de exponer esas ideas. Por miedo mucha gente no propone, no levanta la mano. El primer paso para combatirlo es levantar la mano, sin importar si las ideas son un poco distintas a las de los demás.

Entonces, es posible impulsar la creatividad de las personas. Para hacerlo hay que tres metodologías. La primera, es empezar siempre con empatía. En este punto resaltó la importancia de que los líderes salgan del escritorio de su oficina se vinculen con sus empleados.

“Al momento de ser evaluados para un puesto, las personas mienten para obtenerlo. Así que para entender a los trabajadores hay que interactuar con ellos y conocerlos profundamente”, aseguró. Agregó que hay que entender a los clientes mejores de los que ellos se entienden a sí mismos.

Por otro lado, hay que pensar como un viajero. Al encontrarse en un lugar nuevo, uno nota todo lo que compone un ambiente y presta atención hasta en los más mínimos detalles. Una vez que se adopta esto para cualquier ámbito, se puede notar la innovación en todos lados, señaló.

La segunda metodología es tomar la vida como un experimento. “No hay que decir al jefe ‘tengo un gran proyecto’, sino ‘tengo un pequeño experimento’”, puntualizó. De esta forma, no se crean falsas expectativas y se permite un margen de error. Para crear los proyectos, recomendó encontrar la forma barata y sencilla de expresar la idea. No importa cómo luce el prototipo, aunque se vea feo, lo que importa es la representación de esa idea. En este proceso, lo ideal es prototipar cuantas veces sea posible y perfeccionarlo.

Al momento en que un empleado presenta un prototipo, que lejos está de ser visualmente lindo, el jefe de la organización puede reaccionar de dos formas. Una es rechazarlo y criticar su obra, transmitiendo el mensaje de que a ese líder solo se le puede presentar ideas perfectas. La otra, la recomendada, es entender lo esencial de la idea, sin importar el empaque y motivarlo a que continué trabajando en ese proyecto.

De esta forma, si bien muchas pueden ser “horribles”, se incentiva a que los empleados propongan constantemente. Con esta manera se tendrá más posibilidad de encontrar la idea deseada. En lugar de tener que elegir de dos ideas perfeccionadas, se escoge de decenas imperfectas, aseguró.

El tercer punto es el poder de contar las historias. “Si tenés una idea en la que crees, convertirla en historia. La gente siempre busca historias”, indicó.  Para hacerlo hay que tener en cuenta varias cuestiones: ser simple, inesperado, concreto, creíble, emocional y narrarla con forma de historia.

Autores

elobservador.com.uy