Un inevitable surgimiento de violencia interna en Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump prevé el sociólogo Luis Felipe Silva (Chile, 1982), autor de Vidas armadas, Cuarenta grupos guerrilleros y terroristas que cambiaron la historia (Planeta, 2016), que repasa los principales movimientos violentistas del mundo desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.

 

Por el contrario, el investigador descarta el alzamiento de este tipo de actividades en América Latina, no obstante la criminalidad existente en la región, ni menos como un reflejo del descontento civil que ha expresado masivamente la ciudadanía en lugares como México, Venezuela, Argentina o Chile.

 

En Vidas armadas, Silva vierte sus experiencias personales en países como Nicaragua, Guatemala, Cuba y Perú, incluyendo diálogos con exguerrilleros y ciudadanos que vivieron en carne propia las acciones bélicas.

 

- Sí, creo que el gobierno de Trump inevitablemente va a reavivar conflictos raciales internos que estaban enterrados, aunque ahora comprendemos que estaban bajo muy poca tierra. Vivimos en tiempos de alta desconfianza a los gobernantes de todo tipo, mezclado con violencia policiaca campante que no parece que cambiará con Trump, además de cantidades de armamentos extraños para países desarrollados y animosidades raciales que los seguidores del magnate parecen tener a flor de piel. Mi predicción apunta a la formación de grupos guerrilleros urbanos al estilo del Frente Popular por la Liberación de Palestina, esto quiere decir: guerrilla sin cuadros militares y ataques en formaciones, sino que pequeños grupos coordinados que ocasionarán pequeños actos simbólicos, principalmente secuestros y asesinatos selectivos. Tal como lo vinos con el Black Liberation Army hace algunas décadas. También debemos prestar atención en las formaciones protomilicianas de las repletas y violentas cárceles norteamericanas.

 

 

- Si la pregunta se refiere a Chile, no existen condiciones para que un malestar general de la población derive en organizaciones armadas. Y lo anterior se lo debemos a muchas variables, como un contexto político internacional alejado de las ideologías, un convencimiento civil de que los problemas sociales pueden ser siempre resueltos de manera institucional, bajos niveles de pobreza y una economía que permite la movilidad social, eso entre otras variables.

 

Ahora, lo interesante es que estos condimentos para el levantamiento civil varían según la región, cultura y hasta geografía en la que habita el grupo. Así, en la India, la gran pobreza no es un elemento que sea significativo para un alzamiento como el que se describe, pues en su cultura brahmánica la pobreza es bastante más aceptada que en la cultura occidental y no representa una razón de crispación social, como podría sí serlo el separatismo regional o la religión misma, elementos que no están presentes en Chile como motivadores de luchas armadas. De todas formas, observo un “blindaje” antiguerrillero en Latinoamérica en general, idea que sostengo en la inexistencia de guerrillas en escenarios que en décadas pasadas hubiesen significado el alzamiento de decenas de grupos. Estos escenarios son los colapsos izquierdistas en Venezuela y la precariedad derechista en Paraguay.

 

- No, no veo terrorismo en el narcotráfico mexicano, pues la inmensa mayoría de los actos de los cárteles aztecas buscan generar temor en el Estado y en grupos rivales, sin apuntar acciones a la generalidad de la población. Sí podría decir que el grupo mexicano que más se acerca a rasgos de lo que comúnmente entendemos por el concepto son los Zetas, quienes gustan de exhibir actos de brutalidad a los medios. Curiosamente este grupo es el que más afinidad militar tiene, pues nace de desertores del ejército mexicano.

 

 

Tampoco creo que existan grupos terroristas en la Araucanía ni tampoco estamentos guerrilleros. Podemos decir que han existido atentados que podemos definir como terroristas, sí, pero del mismo modo en que alguien que miente no necesariamente es un mentiroso, el generar ataques de poca escala y con escaso resultado de vidas tampoco convierte a un grupo en uno que sistemáticamente emplea actos masivos de alta violencia contra población civil. Incluso, comparando los grupos de la zona en cuestión con otros grupos de la historia de Chile, lo que presenciamos en la Araucanía se demuestra como poco preparado, falto de coordinación y de actos limitados. Pero sí puedo decir que lo que presenciamos en la Araucanía es una protoguerrilla, o una guerrilla en estado de incubación.

 

- Estos temas suelen ser tocados meramente en ambientes académicos, donde la cercanía con el lector y los recursos emotivos suelen ser severamente condenados, más considero estos elementos como claves a la hora de lograr que un contenido sea digerido y apreciado por personas fuera de “la academia”. En la práctica esto se traduce en el uso de los elementos recién nombrados, además de buscar reducir la complejidad de estos procesos que pueden incluir la comprensión de una larga seguidilla de fechas, sucesiones de cargos y nombres de distinta relevancia. Respondiendo mediante el uso de las propuestas, puedo decir que son todas: es un compendio biográfico de distintos grupos alzados en armas por razones ideológicas, lo cual se presta como una excelente introducción al tema (violencia civil ideológica organizada) de manera más profunda, entendiendo sus variaciones temáticas y geográficas.

 

- El tema de la violencia me apasiona fuertemente. La violencia me repulsa e indigna fuertemente, pero también entiendo que es parte de nuestra vida y lo ha sido desde siempre. Nuestra historia se forjó por violencia y hasta nuestros cráneos han sido esculpidos por milenios y milenios de encuentros violentos. Por lo anterior es que considero altamente interesante el buscar entender por qué es que ésta existe y cuando deja de ser el llamado “último recurso” para ser el único recurso. Nadie piensa que hace el mal. A esto los psicólogos lo llaman “disonancia cognitiva”, y consiste en la mecánica del cerebro humano de justificar siempre lo que hace para no entenderse a sí mismo desde el error o desde el “mal”. Y son estas justificaciones -la política, la religión, el separatismo nacionalista y otras- las que también me llaman la atención.

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