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Un paso de la ciencia para acabar con los anticonceptivos tradicionales
Viernes, Febrero 12, 2016 - 08:22

Entender molecularmente la fecundación del ovulo por el espermatozoide mediante su estructura tridimensional podría mostrar una ranura que puede servir para dejar atrás las píldoras y crear nuevos fármacos que prevengan el embarazo.

El Espectador. La vida a un nuevo organismo se crea cuando un espermatozoide fertiliza a un ovulo. Esa explicación ya es bien conocida dentro del mundo celular, biológico y médico. Pero aunque los científicos ya conocen de memoria este proceso, hasta hace poco se ignoraba lo que sucedía a nivel molecular cuando un óvulo y un espermatozoide se reconocían.

Un artículo publicado en Nature hace dos años explicaba este proceso molecular. En él se anunciaba la identificación de un receptor bautizado como Juno en el óvulo que se enganchaba a una proteína del espermatozoide llamada Izumo1. Se trataba de un sistema de amarre, presente en varias especies de mamíferos.

Más tarde, como comprobarían investigadores de la Universidad de Cambridge en Inglaterra las hembras ratón que no producían esa proteína eran estériles y los óvulos sin Juno no podían unirse con espermatozoides. Los científicos observaron que cuando el primer espermatozoide entraba al óvulo, el receptor Juno se desprendía rápidamente del óvulo para impedir el ataque de otros aspirantes.

 Pero el más reciente trabajo publicado en la revista Current Biology, mostró aspectos detallados sobre el reconocimiento que le permite a dos células unirse para formar un nuevo ser humano. A partir de rayos X se ha logrado obtener la estructura tridimensional de Juno y también las actividades que desarrollan las moléculas.

“Algo interesante que hemos observado es que hay un bolsillo en la estructura de la proteína, una especie de grieta que puede servir para encajarse con otras moléculas”, explicó el investigador del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) Luca Jovin, el líder del estudio de Current Biology al diario El País de España.  “Si la superficie de una molécula es muy plana, no es fácil encontrar un fármaco que se una a ella, pero esta característica puede ser interesante para encontrar medicamentos que inhiban su acción”, complementó.

En teoría ese tipo de fármacos podrían convertirse en alternativa a los anticonceptivos hormonales tradicionales debido a que estos actúan de una manera que no ataca directamente las moléculas involucradas en la interacción entre el óvulo y el espermatozoide, “pero en este caso, si se pudiese acoplar una pequeña molécula en ese bolsillo de Juno para desactivarla, se podría lograr un anticonceptivo que no interferiría en el balance hormonal como los actuales”, aseguró el experto.