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Un viaje por Colombia a 1.500 metros de altura
Viernes, Febrero 17, 2017 - 09:30

No solo en Antioquia, la capital de la montaña, existen alternativas para lanzarse en parapente.

Creado en Francia a comienzos de los años 80, el parapente fascina a decenas de personas. Las montañas de Sopó y Antioquia, el Cañón del Chicamocha y El Cerrito son opciones.
 
Los 30 minutos que dura el vuelo de este deporte extremo son suficientes para llevar las emociones al límite y sentirse como un ave surcando los cielos.
 
Cundinamarca
 
En el departamento hay varios lugares para hacer parapente. Por su cercanía con Bogotá, a sólo 40 minutos, el más conocido es en el municipio de Sopó. Las condiciones climáticas son perfectas para organizar vuelos todos los fines de semana desde las 9:00 de la mañana. A cada persona se le asigna un instructor con más de seis años de experiencia y certificado por la Federación Colombiana de Deportes Aéreos. El vuelo, que dura entre 15 y 20 minutos con vientos de oriente a occidente a 20 km por hora, permite apreciar un extraordinario paisaje rural lleno de montañas y lagos.
 
En Chía, Guasca y La Calera también se puede liberar adrenalina con esta experiencia que tiene dos modalidades de vuelo: los dinámicos y los térmicos. Para garantizar la seguridad de los aficionados es indispensable que para el vuelo se cuente con un equipo mínimo de seguridad que incluye casco, radioteléfono, dos sillas con protección dorsal y paracaídas de emergencia. 
 
Valle del Cauca
 
Entre Cali y Palmira, justo en medio de las cordilleras central y occidental, se encuentran Destino Paraíso y El Cerrito, dos municipios que se han convertido en punto de encuentro de los integrantes de los clubes de parapente vallecaucanos, que no solo van a practicar este deporte de manera profesional sino también a dictar cursos a quienes quieren dejar de lado la experiencia del pasajero para convertirse en pilotos. Por supuesto, también hay vuelos recreativos. La ausencia de postes, cables de luz y otras instalaciones eléctricas los hacen puntos seguros para planear.
 
 
Al igual que en Cundinamarca, predominan los vuelos dinámicos, que se dan cuando hay un viento que choca constantemente contra la montaña, generando el ascenso y la suspensión en el aire necesarios para volar en parapente. Usualmente la experiencia tiene un costo de $ 100.000 o US$ 30.
 
Santander
 
Por la gran cantidad de sitios, deportistas y empresas que prestan el servicio, Colombia se ha convertido en uno de los destinos favoritos para practicar parapente. El Cañón del Chicamocha, formado por 108.000 hectáreas de montañas y reconocido como el segundo más grande del mundo, ofrece un vuelo de más de mil metros de altura sobre un majestuoso paisaje. Los interesados en disfrutar de esta experiencia extrema deben llegar a la vereda Palo Blanco del municipio de Aratoca. Aquí emprenderán uno de los trayectos más largos del país: aproximadamente una hora planeando si lo permiten las condiciones climáticas.
 
En el Chicamocha, nominado como una de las Siete Maravillas Naturales del planeta, es posible disfrutar de un vuelo térmico, que solo se produce en zonas donde las corrientes de aire caliente impulsan al parapente para poder elevarse. Esto a su vez evita tener que usar ropa abrigada y accesorios como gorros y guantes, eso sí, el protector solar sigue siendo obligatorio.
 
Antioquia
 
El clima cálido y los cerros característicos de la llamada Capital de la Montaña son idóneos para vivir una jornada extrema. Uno de los puntos preferidos por los paisas es el cerro de Matasanos, ubicado en el municipio de Barbosa, a una hora de la ciudad de la eterna primavera. Todos los fines de semana se puede salir a volar desde muy temprano y apreciar la panorámica que combina los edificios de Medellín con las imponentes montañas antioqueñas. La particularidad de Matasanos es que permite hacer tanto vuelos dinámicos como térmicos.
 
Otros puntos para practicar parapente recreativo y profesional dentro del departamento son los municipios de San Félix, Sopetran y Jardín. Este último es el más atractivo por sus paisajes de flores.

Autores

El Espectador