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Uruguay: Uno de cada cuatro habitantes tendrá más de 64 años en 2050
Jueves, Abril 28, 2016 - 08:14

Actualmente, los adultos mayores representan 14% de la población total del país.

El Observador.  principios de siglo pasado, las mujeres uruguayas tenían un promedio de seis hijos. Unos 50 años después, el promedio bajó a la mitad: tres hijos por uruguaya. Hoy en día, las mujeres tienen en promedio dos hijos y el número continúa en caída. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que para el año 2030 el promedio de hijos será de 1,90 y en 2050, se ubicará en 1,85 aproximadamente, según datos presentados por el representante auxiliar en Uruguay del organismo, Juan José Calvo, durante una conferencia organizada por el Instituto Manuel Oribe, del Partido Nacional.

Además de trabajar para Naciones Unidas, Calvo es docente y sus clases son una muestra de lo que viene sucediendo en Uruguay: "Todos los años hago la misma pregunta. En un salón de unas 300 personas de poco más de 20 años pregunto cuántos tienen hijos. Este año, en una clase de 340, ninguno levantó la mano", contó.

A la baja en la tasa de fecundidad se le suma el envejecimiento de la población, que sigue siendo constante. Actualmente, 14% de la población de Uruguay tiene 65 años o más, según el último censo, realizado en 2011, 42% tiene entre 30 y 64 y 44% entre 0 y 29 años. UNFPA estima que para el año 2050, de cada cuatro uruguayos, unos será mayor de 64 años. Según la estimación, 50 años después, es decir en 2100, 36% de la población uruguaya será de adultos mayores.

La proyección del Fondo de Población de Naciones Unidas estima que para 2050, la población uruguaya llegará a 3,64 millones de habitantes.

Calvo agregó que el peso relativo de la niñez en la sociedad ya está en caída. "Vamos a tener sistemáticamente no solo un peso relativo menor de la niñez, sino menos cantidad de niños". De hecho, el principal factor que explica por qué una población envejece es una baja en las tasas de fecundidad.

A pesar de que los niveles de fecundidad vienen en caída, eso no implica que impacte directamente en las poblaciones. El Atlas Sociodemográfico y de la Desigualdad en Uruguay, realizado a partir del censo de 2011 y coordinado por Calvo, destaca que para que eso ocurra, "la fecundidad debería caer aún más y por un período sostenido de tiempo".

La cantidad de hijos que tiene una mujer en Uruguay varía de acuerdo a su nivel socioeconómico: las mujeres con necesidades básicas satisfechas tienen un promedio de 2,08 hijos, mientras que las que viven en hogares con necesidades básicas insatisfechas tienen en promedio 3,45 hijos. A mayor cantidad de necesidades básicas insatisfechas, más cantidad de hijos.

Según proyecciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas, para 2050, 27% de los uruguayos tendrá 65 años o más. Actualmente, 14% de la población son adultos mayores.

La educación también es un factor clave en la fecundidad. Según el censo de 2011, analizado en atlas demográfico, las mujeres con seis años o menos de educación "culminaron su vida reproductiva con tres hijos en promedio, mientras que las que lograron ingresar a la formación terciaria se ubican bastante abajo de la media nacional", y llegan a 1,74 hijos en promedio.

Lado bueno

Si bien una población envejecida implica menos cantidad de personas en edad activa, el representante de UNFPA destacó que no necesariamente es una mala noticia. Una población más vieja implica que las condiciones de bienestar de las personas, como la alimentación, el abrigo, la vivienda y el acceso a la salud mejoraron, así como también el del ejercicio de derechos humanos como los sexuales y reproductivos y la salud.

Las mejores condiciones en la vida de las personas vienen de la mano de un aumento de la esperanza de vida, que también influyen en más población con 65 años o más. La UNFPA estima que la esperanza de vida para 2050 en Uruguay será cercana a los 85 años. Hoy en día se ubica entre los 75 y 80 años.

Lado malo

Una de las principales consecuencias de que una sociedad se envejezca es el aumento en el gasto público en salud, que comienza a destinarse principalmente para los últimos años de la vida. Además, se debe disponer de servicios especializados en el cuidado de las personas mayores.