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Zulma Patarroyo: el poder de la inteligencia visual en las salas de juntas
Viernes, Marzo 4, 2016 - 14:03

La facilitadora gráfica colombiana refiere sobre el incremento de la utilización del pensamiento visual a nivel corporativo, pero también habla de su aplicación y del curso virtual que dicta, donde cada año aumenta el número de profesionales inscritos que proviene de diferentes ámbitos.

Las herramientas visuales, como la facilitación gráfica, se están utilizando cada vez más en las empresas de América Latina, generalmente multinacionales donde se conoce del tema. Pero no sólo ha corrido la voz de este pensamiento visual entre los ejecutivos, sino también entre profesionales de diferentes ámbitos que ven en este proceso, donde se plasma una idea en un dibujo, la oportunidad de combinar diferentes tipos de habilidades.

Bien sabe del creciente interés en la región Zulma Patarroyo, quien es diseñadora gráfica, pedagoga e instructora del curso virtual de facilitación gráfica, que ya lleva siete fechas y por el que han pasado alrededor de 150 personas de las más diversas áreas.

Pararroyo dice que descubrió este mundo en Dinamarca, mientras estudiaba en la Kaospilot, una escuela que dice mezclar los negocios y el diseño, y en palabras de la facilitadora es una escuela de innovación social. En esta experiencia que se encontró con elementos de facilitación y desarrollo profesional, junto con herramientas creativas, de forma que por primera vez conoció la facilitación. “Fue para mí un momento eureka, no tenía idea que la herramienta existiera como tal, como se presentaba, pero caí en cuenta que era algo que yo venía haciendo toda mi vida”.

Patarroyo dice que nunca tuvo un cuaderno para cada asignatura, sino que uno que estaba lleno de dibujos. Al llegar a la escuela danesa y conocer estas herramientas, dice que “me di cuenta que dibujar era para mí una herramienta para escuchar. Fue en esa época, entre 2005 y 2008, que descubrí que esto existía y para mi fue una revelación total. ¿cómo era posible que alguien ganara dinero haciendo algo que yo venía haciendo toda mi vida?”. Empezó a investigar y practicar, mientras se dio cuenta que esta herramienta venía hace mucho tiempo apoyando el aprendizaje y aplicándose como herramienta gerencial, en los espacios coporativos.

En 2010 llegó a Colombia, luego de haber estado en Inglaterra y Dinamarca, y funda Pataleta junto con un compañero de la escuela de Diseño Gráfico, poniendo en práctica la herramienta. Lo que dio un vuelco importante fue una invitación que recibió en 2011 de la organización Conversaciones para Todos para dar un curso de facilitación grafica. “En ese momento empecé a ver si existían documentos en español sobre el tema y no había nada en el idioma. Pero sí mucho material en inglés y alemán. Ya había dado curso en inglés pero nada había en español. Y esto me llevó a hacer este curso virtual. Mi perspectiva nació de la sensación del poder que esta herramienta de inteligencia visual tiene tanto en la sala de juntas de la empresa como en otros niveles, que son muy relevantes para las realidades latinoamericanas”.

-Este año se realizará una séptima versión del curso virtual de facilitación gráfica, ¿cómo ha sido la experiencia?

Ambos, el curso virtual y presencial, tienen sus ventajas y desventajas. En concreto, el reto más grande del curso virtual, cómo era de esperarse, es el involucramiento de la gente. Es la distancia que genera estar interactuando con otros a través de la pantalla de un computador. A veces esto es en lo que más se debe nutrir en el proceso, es decir, trabajar en superar esta barrera de distancia que se genera al saber que este aprendizaje es virtual.

No es perfecto, los índices de participación fluctuán en los diferentes cursos, pero se generan espacios súper poderosos de aprendizaje que incluso no podrían ser posibles en un espacio presencial. Y ha resultado, porque si bien en el espacio presencial está el instructor al que puedes preguntar y tener contacto mucho más humano, lo que sucede en el curso virtual es que por un lado hay más tiempo para digerir y practicar, un módulo presencial dura dos días mientras el virtual son ocho semanas, y se tiene más tiempo módulo en módulo para probar. Esa posibilidad de tener por escrito la retroalimentación de los trabajos, por ejemplo.

Entonces existe la alternativa de revisitar los trabajos. En el curso virtual se va acumulando el trabajo y se tiene un acopio del avance. El curso virtual no es perfecto y tiene muchas dificultades, pero tiene esa ganancia que no se genera en el curso presencial.

-Algunas personas que se inscriben en el curso tienen experiencia dibujando, son diseñadores, pero otros puede que tengan habilidad pero no se dedican a eso, trabajan en otros ámbitos. ¿Cómo se trabaja con ellos? ¿cuál es la metodología?

Acá la metodología es fantástica. En estas herramientas visuales la gente cree que se trata de dibujar bonito, pero se trata de dibujar de manera útil y no necesariamente son lo mismo. En este trabajo hay un elemento súper importante, que es la capacidad de escucha y síntesis. Es la habilidad del cerebro de cifrar lo que es importante y traducirlo en una síntesis visual, que no tiene por qué ser un dibujo, pueden ser palabras, diagramas, flujos y no necesariamente el dibujo figurativo.

El duende es la voz interna que cuando la gente dibuja dice que le quedó horrible, pero esa voz de censura es lo peor que se puede tener cuando se está tratando de escuchar y entender a alguien. Esa voz suena más fuerte porque viene de nuestra cabeza, pero también tiene más fuerza que la voz de los que están afuera, a los cuales se les está tratando de servir a través de esta herramienta. Por lo tanto, resulta que los ilustradores, diseñadores y artistas tienen una habilidad gráfica indiscutible en introducir imágenes bonitas, pero no tienen formación en escuchar y sintetizar. Y resulta que esas personas en general, en mi experiencia, tienen un duende asesino, porque ya han visto la posibilidad de su mano de producir imágenes bonitas. Entonces, cuando están en el ejercicio de dibujar, no para ellos ni para el halago, sino como herramienta para otros, para que otros entiendan y lleguen a un acuerdo, la autocensura es muy fuerte.

¿Cómo lo hacen las personas que tienen la formación de administradores, ingenieros o contadores, por ejemplo? Resulta que estas personas si bien no tienen formación de manualidad, muy posiblemente tienen una formación de pensamiento analítico, de organizar información y sintetizar. Son personas que aman las tablas de Excel, los diagramas y los flujos, por ejemplo. Como estas personas ya tienen entrenamiento cerebral en sintesis, cuando se les entregan herramientas visuales y de escucha, ocurre lo contrario que con esa voz interior de los que se les hace fácil dibujar. Estas personas producen una imagen mucho más bonita. Es gente que inicia el curso diciendo que dibujan muy mal, pero que con herramientas visuales muy sencillas mejoran. Entonces, ocurre el proceso inverso, suben la autoestima.

-¿Cuál es la inquitud de los asistentes para hacer el curso?

Hay diferentes situaciones, en este momento por lo menos en América Latina, en lo que veo en la participación de mis cursos, está el tema del agilismo, movimiento que viene de la Ingeniería de Sistemas y ahora es utilizado como un proceso de management dentro de organizaciones. Y resulta que por lo menos en América Latina el agilismo encontró una conexión con el tema visual. Muchos de los participantes de mi curso virtual, casi la mitad, trabajan en el tema del agilismo. Son ingenieros de sistemas, programadores, entre otros, que uno percibe que no son artistas. Este tema ha llamado a mucha gente a complementar sus conocimientos con herramientas gráficas.

También asisten quienes alguna vez tuvieron una habilidad gráfica y sus papás los obligaron a estudiar Medicina o Derecho, por ejemplo.

Este tema gráfico es la unión de los dos cerebros, del creativo y analítico. Llega mucha gente interesada en combinar diferentes tipos de habilidades a través de estas herramientas visuales.

-Dada la experiencia en la facilitación gráfica, ¿cómo ha ido evolucionando el uso de gráfica y lo visual en las empresas?

En América Latina percibo dos cosas. Las multinacionales que ya lo usan en sus despachos en Europa y Norteamérica, que ya lo han vivido en sus espacios y buscan a alguien aquí que les responda a esa necesidad.

Con relación a llevar la herramienta a la sala de juntas, quienes trabajan en el agilismo, desde mi perspectiva, son quienes más están haciendo esta labor, están incorporando estas herramientas a visuales a espacios corporativos.

-¿Cómo se aplica el pensamiento visual en las empresas?

Desde Pataleta hemos visto que una herramienta que se usa mucho son las plantillas visuales, que son prediseñadas. El referente mundial indiscutible es David Sibbet, con su empresa se hace llamar The Grove, y ha escrito los tres libros más importantes sobre facilitación gráfica. Y justamente su historia y la The Grove tiene que ver con cómo llevar este pensamiento de diseño a la corporación. A partir de ese camino recorrido por The Grove, en Pataleta también trabajamos utilizando plantillas, formularios presideñados con espacios predeterminado, para temas de planificación estratégica, de misión y visión, y otros, pero a través de la co-creación. No es un ejercicio pequeñito, donde cada persona hace algo individualmente. Es que a través de una herramienta visual tengan una conversación generativa y que los resultados de esa conversación sean plasmados visualmente. Este contexto visual agrupa y direcciona la conversación o trabajo que ellos están teniendo.

Creo que las plantillas son un elemento importante y directamente útiles en espacios participativos dentro de las empresas, en foros de liderazgo, procesos de aprendizaje organizacional, capacitaciones y espacios de aprendizaje dentro de las empresas. Acá tiene mucha cabida, y Pataleta ha estado muy involucrada.

Esos serían los dos espacios: en planificació estratégica y aprendizaje.

-Esto perfectamente se puede llevar a la escuela, ¿lo han implementado o piensan hacerlo?

Sí, esto se lleva naturalmente. Si uno pregunta en un curso de niños de cinco años quién sabe dibujar todos levantan la mano. Dibujar es un placer humano que se censura con la educación, y está muy conectado con una parte muy emocional del ser humano. Si preguntas en un grupo de niños de siete y ocho años quién sabe dibujar, son menos las manos que se levantan. Y si se pregunta lo mismo en una sala de juntas de una empresa, ya es sólo una persona la que levanta la mano. En algún momento de nuestra evolución desde que nacemos estamos profundamente convencidos que sabemos dibujar, porque no ha aparecido la voz de autocensura. Es que no hay llevarlo, ya está, hay que aceptarlo. No hay que inhibirlo, sino que dejarle el espacio que merece.

-¿Cuál es tu opinión con respecto a la proyección del pensamiento visual en América Latina?

La tendencia es una locura. Cuando regresé a Colombia podría decir sin equivocarme que no había más de ocho personas en América Latina trabajando en documentación o facilitación gráfica. El movimiento era muy pequeño y ahora hay 1.471 personas en un grupo de Facebook que creé cuando hice el curso de facilitación en Argentina. ¿De dónde salieron todos ellos en tres años? No son todos facilitadores gráficos, pero son un número de personas a quienes les interesa tener una relación con esto. Siento que el crecimiento ha sido exponencial.

Hay un organismo que se llama IFVP, International Forum Visual Practitioners, y ellos hacen una reunión anual, es decir, a nivel mundial y latinoamericano, donde las conversaciones van en esa dirección, en que el crecimiento en los últimos años del uso de estas herramientas visuales, así como la relevancia que le ha dado a la inteligencia visual, ha sido exponencial. 

Autores

Daniela Arce