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Adiós a Chávez
Mié, 06/03/2013 - 17:15

Carlos Antonio Romero Mendez

Elecciones presidenciales en Venezuela: ¿final fotográfico?
Carlos Antonio Romero Mendez

Carlos Antonio Romero Méndez es venezolano y politólogo y doctor en Ciencias Políticas. Obtuvo la Licenciatura en Estudios Políticos y Administrativos en la Universidad Central de Venezuela en 1978, la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), en 1979, y el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela en 1989. Es autor de cinco libros, más once en colaboración, ha publicado más de 100 artículos académicos y ha participado en más de 300 eventos académicos nacionales e internacionales como conferencista y panelista. El profesor Romero ha sido subdirector (1996-1998) y director, en dos ocasiones, (1998-1999 y 2005-2006) del Centro de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela; coordinador del Doctorado en Ciencias Políticas de esa Facultad (1992-1999); asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1991-1992 y 1999) y coordinador de varios proyectos internacionales de carácter académico, entre otros, con el Social Science Research Council (1989), la Fundación Tinker (1992 y 1993) y la Fundación Friedrich Ebert (2006 y 2011).

Ha muerto Hugo Chávez. Con este acontecimiento  se cierra una etapa en el proceso político venezolano, una etapa que duró más de 20 años desde que un grupo de militares se alzaron en contra de la democracia venezolana. Desde ese momento, Chávez entró en los anales de la historia.

Quedan muchas cosas por discutir sobre el legado del presidente Chávez. Al menos hay tres puntos a su favor. encabezó una revolución de tinte izquierdista en un país petrolero y consumista, en medio de un controversial entrenamiento de las masas en el credo socialista y la profesión de fe a un líder carismático que logró una proyección  internacional y regional nunca vista desde los tiempos de Fidel Castro.

En segundo término, Chávez fue el líder fundamental de un grupo de políticos, intelectuales militares empresarios y dirigente laborales y sociales que desplazaron a las elites tradicionales que habían gobernado al país desde 1959.

Y en tercer lugar, él pudo mantener como jefe de Estado una serie de relaciones diplomáticas y comerciales con muchos países del mundo, varios de ellos sus amigos, como Cuba, Irán, Siria, China y Rusia, otros sus clientes silentes, como la mayoría de los países del orbe e inclusive mantuvo relaciones con algunos gobiernos con que tuvo enormes problemas como lo fue Estados Unidos.

Desde la óptica del pasivo que él deja atrás, cabe mencionar el alto costo que significó la polarización en Venezuela, la división ideológica y psicológica de sus habitantes, su  hiper presencia mediática y la tendencia a darle a la sociedad un tutelaje social que a la postre redujo las potencialidades de los venezolanos, convertidos estos en cobradores de bienes y servicios con muy poco esfuerzo.

Además de esto no se puede dejar de lado su afanada tendencia a golpear a la empresa privada y a promover el estatismo con pocos resultados favorables y su poco apego por la institucionalidad.

En este contexto y pasando a especular sobre el futuro del país, luego del fallecimiento del Prime Magistrado se abren  a la discusión dos escenarios. El primero de ellos descansa en la idea que se implementará la hoja de ruta esbozada por el propio Chávez quien dijo el pasado mes de diciembre que si le pasaba algo a él, luego de su cuarta operación quirúrgica, se aplicaría lo que está expuesto en la Constitución, lo que significa en cristiano que según algunos, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello pasará a ser el presidente encargado de Venezuela; o de acuerdo a otra interpretación jurídica, es el vicepresidente Nicolás Maduro quien debe actuar como presidente encargado de la nación y convocar en un corto tiempo a unas nuevas elecciones presidenciales, en donde el candidato del “chavismo” será el actual vicepresidente Ejecutivo de la República, Nicolás Maduro.

Un segundo escenario descansa en la idea de que ese paso pacífico, la llamada “transición”, conseguirá una serie de obstáculos para su realización: un pueblo chavista bravo porque no se le habló claro sobre la enfermedad; unas divisiones internas en el seno del oficialismo, el típico problema  que origina la sucesión de un líder carismático; la tentación de grupos opositores de “pescar en río revuelto” y la tentación del propio gobierno y del oficialismo de radicalizar la revolución y echarle la culpa al “Imperio” de todos sus males.

Así las cosas, no cabe la menor duda que a pesar de lo que le pasó al presidente Chávez era una “crónica de una muerte anunciada”, se ha generado una profunda angustia en todo los venezolanos sobre qué pasará en el país. La incertidumbre marca cualquier proyección que se quiera hacer. No es fácil pronosticar sobre una sociedad que da a sí misma y a cada momento una sorpresa, o al decir verdad, ¡un tremendo susto!

Desde un punto de vista general, el legado del presidente Chávez tiene sus luces y sus sombras. Tomado como un todo es un caso excepcional, pero esto no impide pensar en los malos ratos que han pasado quienes se oponen a él y a su proyecto. Los expulsados de Pdvsa, los indiciados en la lista Tacón (una lista de quienes votaron en contra del chavismo y que fueron perseguidos y señalados), los exiliados y presos políticos. Todos ellos deben invocarse a Dios a fin de no caer en la tentación de celebrar lo que comentamos. Estoy seguro que si el presidente Chávez hubiera sido menos confrontacional, las cosas estarían mejor en Venezuela.

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