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Alan García: punto de quiebre y luto para la democracia del Perú
Jue, 18/04/2019 - 10:42

Carlos Escaffi

Perú: cuando los emprendedores se hacen notar
Carlos Escaffi

Director del think tank Relaxiona Internacional y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Día triste y complejo para la historia republicana del Perú. Este miércoles el ex presidente Alan Gabriel Ludwig García Pérez (69), quien fue elegido democráticamente en dos periodos (1985-1990 y 2006-2011), decidió atentar contra su vida, luego de que la División de Investigación de delitos de Alta Complejidad (Diviac), de la Policía Nacional del Perú (PNP), ingresara a su domicilio al promediar las 06:15 am, intentando detenerlo por mandato del Poder Judicial, a través de una orden de detención preliminar. Todo esto, en el marco de las investigaciones sobre corrupción vinculadas al caso Odebrecht.

Así las cosas, el ex presidente García, al encontrarse cara a cara con los efectivos de la Diviac al interior de su domicilio y con un fiscal que, según lo indicado, no se habría identificado, los inquiere consultándoles el objeto de la intervención. Los agentes lo conminan a bajar, pues él hablaba desde el segundo piso de su vivienda, separándolos solo una escalera interna. En esos instantes, el ex presidente García indicó que haría una llamada a su abogado e ingresa a lo que aparentemente sería su dormitorio. Cierra con seguro la puerta y al interior se escucha una detonación. Los agentes suben raudos, derribando la puerta, encontrando una penosa escena: al ex presidente sentado, con un tiro, provocándose una herida en el cráneo por arma de fuego. Los policías lo trasladan en un vehículo policial al hospital Casimiro Ulloa, donde finalmente, a las 10:05 horas, fallece.

El suicidio del ex presidente antecede la emisión de la última entrevista que concedió a un reconocido medio radial, diálogo en el que manifesta que ningún documento, delación o indicio mostraría vinculación suya con el caso Odebrecht, más allá que eventuales especulaciones.

La situación política no puede ser en este momento más compleja en el Perú. Al parecer, un ex presidente de la República decidió poner fin a sus días pues no estaba dispuesto a vivir un encierro consecuencia de una investigación preliminar. Quiérase o no, García se mantuvo firme a sus particulares ideales.

Hoy la democracia del país se encuentra consternada y cercana a un punto de quiebre, por eso amerita reflexionar con profundo detenimiento qué es lo que está pasando con los representantes de la máxima jefatura de la República del Perú, desde 1985 hasta el último ex gobernante. El grueso ha terminado sustraído de su libertad, internos en penales, abdicando a sus mandatos; otros buscados por la justicia con afiches que promueven una generosa recompensa por su captura... y este miércoles, un ex presidente se suicidó.

Amerita también llevar a análisis el principio que regiría las prisiones preventivas y detenciones de personajes de tradición pública y política, las cuales deberían ser rigurosas en su aplicación, siempre y cuando concluyan que podría vulnerarse el proceso de la investigación o existan causas suficientes que determinen que existe riesgo de fuga del investigado o la no colaboración del mismo, causas que por cierto no se aplican a los dos últimos casos que hemos sido testigos: el de Alan García y el del ex presidente Kuczynski, quien fue detenido por diez días en la Prefectura. Consecuencia de ello, se encuentra internado en una unidad de cuidados intensivos de una clínica local. Deberían existir indicios suficientes o pruebas fácticas que acrediten el delito, de lo contrario, la lectura que se hace es que pareciera haber una ansiedad o premura inexplicable de encarcelar anticipadamente a los investigados.

Entonces, es menester evaluar las motivaciones reales detrás de estas medidas, así como las métricas que permitan controlar si las riendas políticas y judiciales. No podemos considerar centralmente informes y/o encuestas de opinión pública como sustento. De otra forma, ingresaríamos a un entremezclado de dichos conceptos: política y justicia. No permitamos que la justicia se politice, ni que la política se judicialice.

Finalmente, el ex presidente García Pérez se va sin ninguna prueba fáctica en su contra; se va con banderas a media asta, con honores de jefe de Estado y honores militares contemplados para los ex presidentes de la República cuando fallecen. Se va con una histórica militancia aprista de más de 92 años; se va con el reconocimiento del presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera, primer presidente latinoamericano en lamentar el trágico deceso. Se va dejando un tremendo aporte a la Alianza del Pacifico, pero también se va dejando un punto de quiebre y luto para la democracia de la República del Perú.

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