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Algunos mitos sobre la deuda externa de Guatemala
Vie, 02/08/2013 - 10:45

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

Con todo el alboroto de la nueva deuda que adquiriremos como Estado y como sociedad, me parece que deberíamos cuestionarnos sobre algunos puntos. En primer lugar, la deuda no es intrínsecamente algo negativo. Es una herramienta macroeconómica para los Estados.

Guatemala es uno de los países menos endeudados de América Latina. Por eso sólo sirven para alarmarnos estas gráficas de cuánto va aumentando la deuda en números reales con cada gobierno. Lo importante es saber cuánto va aumentando en relación a lo que producimos (PIB) y lo que recaudamos. El peor gobierno en este sentido fue el de Óscar Berger y Eduardo Stein, que triplicó la deuda y no sólo no avanzó con reformas fiscales, sino que dio más excepciones (como Montana o las maquilas).

Más importante con una deuda es para qué nos endeudamos. No es lo mismo si nos endeudamos para que todos los niños de las escuelas tengan alimentación y condiciones dignas para aprender, o si les vamos a dar libros a tiempo y tablets. O si vamos a endeudarnos para que el Estado honre su deuda con el IGSS y que podamos tener todos los guatemaltecos, absolutamente todos, seguridad social, y no estemos los clasemedieros a un accidente o una enfermedad de caer en la pobreza.

O si es para honrar la deuda con obras que no se licitaron –como este gobierno sigue sin licitar–, sobrevaloradas y mal hechas en muchas ocasiones. Si no, que nos diga la Cámara de la Construcción cuántas de las obras se fueron al primer invierno y cuántas vidas perdimos los guatemaltecos. Claro, hay otras obras que sí están bien hechas y se adeudan y deberíamos pagarlas cuanto antes. Pero tenemos el derecho a que nos aclaren las grandes empresas, Solel, Sigma, etcétera, a cuántos viajes invitaron a ministros y a sus esposas, o cuánto dinero dieron para campañas de diputados y presidenciables.

También es importante saber si es deuda más cara o más barata. La externa es la más barata, pero la interna es la que beneficia especialmente a cuatro bancos, Banco Industrial, Banco G&T Continental, Banrural y el BAM. Muchos de ellos con directivos fiduciarios de la libertaria UFM, pero que no le hacen el feo a comprar deuda al Estado.

Sería mejor para el país, además, si la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) se preocupara más por eso (o por participar de debates como el del juicio por genocidio), en vez de sólo hacer apariciones públicas para pedir dinero o subirse a la ola de popularidad antibonos.

Pero más importante que todo: la deuda es sostenible sólo si cobramos más impuestos. Y si quienes tienen más, especialmente ese 1% que “quiere tanto a su país”, paga por lo menos lo mínimo. ¿Cuánto podríamos recaudar si pagaran 15% de sus ingresos? ¿Por qué no mejor los diputados aprueban una reforma fiscal en serio y los magistrados de la CC no la botan cuando se los piden sus patronos?

*Esta columna fue publicada con anterioridad en PlazaPública.org.

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