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Banca privada de Ecuador: doce años de cosecha dolarizadora
Lun, 04/06/2012 - 17:48

Hernán Ramos

Eduardo Castro-Wright: en la puerta del horno se le quemó el pan
Hernán Ramos

Hernán Ramos es economista, editor, escritor, docente universitario, consultor internacional en economía y medios latinoamericanos. Fue editor general del Diario El Comercio de Quito, Editor-Fundador del Semanario Económico Líderes. Colabora habitualmente con medios de Colombia, Argentina, México. Escribe sobre temas económicos, sociales, políticos que interesan a la región.

El sistema financiero ecuatoriano -particularmente el privado- aparenta buena salud. El diagnóstico es visible, mírese el paisaje: Guillermo Lasso, exponente ambiciosamente estilizado, muestra su rostro alegre que la publicidad vende como Colgate a través de los medios; la banca mejora su imagen corporativa y reposiciona su autoestima, luego del crac del 99 que le puso a correr por los tejados ante un país que le acusó con el dedo índice por las monerías realizadas; exhibe renovados bríos políticos que incluso le da fuerza para impulsar a uno de los suyos en la lisa electoral venidera por el relevo de Rafael Correa en el poder. Agréguese un dato inapelable: sus enormes ganancias promedian hoy los U$300 millones anuales y todo parece indicar que no bajarán de esos niveles... 

Así mirada la comarca, y hoy que está de moda, usemos por primera y única vez la manida frase que, en este caso y en este momento histórico, calza como anillo al dedo: el sistema bancario privado ecuatoriano es, de verdad, un real poder fáctico.

Luego de doce años de cosecha dolarizadora, tan opulenta parece la situación de la banca local que sufre un problema poco frecuente en estas latitudes: obesidad financiera, mal que ya quisieran padecerla la devastada Grecia, la raquítica Portugal, la monacal España, la alegre Italia y hasta el imperio con Obama a la cabeza. La banca ecuatoriana vive un exceso de liquidez y tiene dificultades para mover y colocar los fondos que acumula en el mercado interno. Esa avidez por poner plata ajena en manos de más y más clientes disparó el endeudamiento a un nivel tal que se asemeja a una especie de "secuestro financiero" o lo que los kikuyos llamamos sobre-endeudamiento (ver el gráfico siguiente).

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Es paradójico: doce años después del quiebre del sistema financiero, la muerte del sucre y el nacimiento de la dolarización, Ecuador vive un fenómeno económico que es la cara opuesta del crac del 99. En aquella época, de 40 bancos privados, quedaron vivos 22; el resto fue enterrado en una una fosa común, la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD), dejando al Estado la factura de sus millonarias cuentas pendientes. En estos doce años dolarizados. el mercado bancario casi se ha triplicado, en tamaño y volumen de operaciones, dejando el enorme pastel en boca de pocos comensales: 26 bancos privados para ser exactos, 4 de los cuales dominan sin despeinarse el 65% del mercado; son los 4 hermanos del cartel financiero local (Pichincha, Guayaquil, Pacífico y Produbanco). Este dominio de los cuatro barones del dinero en Ecuador (tres privados, uno estatal) tiene un inmenso correlato estratégico

a).- los vuelve casi intocables desde el poder político, dada la masa de dinero del público que manejan, y 

b).- su estela política tiene ahora amplia proyección, al punto que uno de sus jefes (con harta prensa y menos pudor) sueña con ser presidente del Ecuador. 

Eso lo sabe Correa, eso lo saben los banqueros. Por eso la angelical tarea pastoral de Lasso en los medios no es un simple ejercicio de marketing político, ni las alertas enviadas por Correa en estos días obedecen entera y únicamente a razones técnicas. No perdamos la perspectiva. Asistimos a la eventualidad de un choque de trenes entre dos poderes relevantes: el financiero, atrincherado en la banca privada, y el político, acantonado en los pasillos de Carondelet, contando para ese empeño con una chequera potente, alimentada por un petróleo todavía caro.

Adjunto un cuadro que pone en blanco y negro los escenarios históricos, con la banca privada como eje vertebrador de un poder económico descomunal, mientras más tiempo vive en dolarización. A la izquierda, el momento del crac del 99, a la derecha, el actual estatismo dolarizado de Ecuador, particularmente desde enero de 2007, cuando Correa subió al poder:

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*Esta columna fue publicada originalmente en Rienda Suelta... Apuntes de Hernán Ramos.

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