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Banquete de votos en Ecuador
Mar, 05/03/2013 - 08:40

Hernán Pérez Loose

Fujimorato judicial
Hernán Pérez Loose

Hernán Pérez Loose es analista político ecuatoriano.

No hay sistema electoral perfecto, pero el que tenemos en Ecuador es el peor de los inimaginables. A diferencia de los sistemas de mayoría, en los sistemas proporcionales hay que encontrar fórmulas de reparto que hagan realidad aquello de la “proporcionalidad”. Es decir, que exista una relación equitativa entre el número de votos y los escaños.

Un partido con el 52% de votos se lleva dos tercios de los escaños. En una provincia con tres escaños, la lista con menos del 55% se llevó todos los escaños. En dos distritos la lista que apenas supera la mitad de los votos se lleva también todos los escaños. Y hay más casos. Hasta los más vagos y mediocres de los estudiantes universitarios saben que estos resultados no son “proporcionales”.

Cuando la presente Asamblea aprobó el método de D’Hondt lo hizo con serias distorsiones. Así que el que tenemos vigente es un método “D’Hondt a la ecuatoriana”. Pero inclusive cuando se aplica dicho método es su versión original, él puede “en circunscripciones de magnitud pequeña, tener efectos de desproporcionalidad alta en beneficio de partidos mayores.” (Xavier Torrens).

La Constitución de Montecristi, siguiendo a la de 1998, declara expresamente que los principios de proporcionalidad e igualdad del voto rigen en las elecciones pluripersonales. Las recientes elecciones son una confirmación que el método dizque D’Hondt que tenemos vigente es inconstitucional.

Ya no se trata de una afirmación en abstracto. Hay ahora evidencias manifiestas que tuvo razón el Tribunal Constitucional anterior cuando declaró inconstitucional a dicho método. Como era de esperarse, la Corte Constitucional, sucursal del régimen, mandó a la basura esa sentencia a pesar de ser cosa juzgada, y desestimó una demanda de inconstitucionalidad contra la nueva imposición de dicha fórmula. Aunque parezca una utopía, debería demandarse la inconstitucionalidad del dichoso método nuevamente –las sentencias constitucionales desestimatorias no son vinculantes– y luego de su predecible rechazo debería recurrirse al sistema interamericano de derechos humanos.

El voto de un simpatizante del oficialismo vale mucho, pero mucho más que el de otro ecuatoriano que no lo es, en violación del principio de igualdad del voto. Ya no solo se trata de un Estado con candidatos propios que reciben un gigantesco apoyo financiero, mediático, etcétera, sino que tienen inclusive un método electoral que les regala dos tercios de la legislatura con solo la mitad de los votos. (La eliminación del presente método electoral debería ser uno de los compromisos que adquieran todas las fuerzas democráticas para cuando termine el actual gobierno.)

Pero si lo anterior fuese poco, ahora resulta que hasta recurren a grotescas maniobras como la de trasvasar votos de una lista a otra. Y no contentos con tener un organismo electoral dirigido por ex funcionarios del gobierno, el dueño de la bananita republic entró el otro día a un recinto electoral como en casa propia, y los funcionarios electorales dieron el triste espectáculo de rendirle pleitesía. Como decían en la época del dominio absoluto del PRI, el que cuenta los votos gana las elecciones.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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