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China, Xi Jinping y una reforma constitucional
Mié, 28/02/2018 - 08:53

David Pérez

El rol de China en las finanzas del desarrollo
David Pérez

David Pérez es negociador internacional de la Universidad EAFIT (Medellín, Colombia), especializado en diplomacia comercial y estrategias de acceso a mercados. Ha vivido en China por cuatro años, liderando diferentes proyectos de internacionalización de empresas extranjeras, cooperación internacional y establecimiento de cadenas globales de suministro. Es columnista en Portafolio, principal diario económico en Colombia y ha sido panelista en diferentes foros económicos relacionados con Asia y mercados emergentes.

A finales de febrero, el Partido Comunista Chino ha presentado la propuesta de una reforma constitucional que permite a su presidente gobernar por más de dos períodos consecutivos (cinco años cada uno) e igualmente anular el límite de edad puesto previamente para cargos políticos. Dicha propuesta llega en un momento positivo para Xi Jinping, quien ha liderado con objetivos internacionales, de restructuración y transparencia. El momentum que tiene el líder actual es perfecto para tal reforma.

Los efectos que la misma generan a nivel político y económico se pueden discutir bajo diferentes perspectivas. A nivel político podría analizarse el objetivo de Xi de permanecer como líder supremo durante unos diez a 15 años más y perfilarse como el Mao de una nueva China. A nivel económico, la noticia es vista de forma positiva. La reforma por la cual pasa China en su proceso de formalizar la economía, integrarla internacionalmente, modernizarla y mantener un consumo interno en crecimiento, demanda continuidad y congruencia en políticas comerciales que normalmente son interrumpidas bajo nuevos gobiernos.

La política internacional de Xi bajo el nombre de La Ruta de la Seda, cuyo objetivo es integrar Asia Central, África, Europa y Latinoamérica, es quizás la política internacional más agresiva que ha tenido China en las últimas tres décadas. La misma viene soportada por una apertura comercial, altos índices de inversión en infraestructura en países de Asia Central y una diplomacia comercial ligada a su posicionamiento como una mejor potencia internacional.

Igualmente, el fortalecimiento de su presencia militar en el mar del sur de China y el peso creciente que tiene en el contexto político y militar internacional, son políticas que necesitan continuidad para poder mantenerse en el tiempo y posicionar a China no únicamente como la potencia de fuerza económica, sino una potencial mundial completa e integrada en todo aspecto a nivel global. Posicionar a China como un mejor aliado que el actual número uno.

La percepción occidental sobre China como potencia ha estado por años basada en el tamaño de su población y liquidez económica, sin embargo, la transición a una potencial real requiere de la reforma actual propuesta por el gobierno de Xi, una que le permita generar cambios sostenibles en el tiempo y consolide a un país moderno, completo y mejor posicionado (a todo nivel) en la arena internacional.

Los retos a nivel interno son gigantes. La formalización de la economía, la actualización de regulaciones, la transparencia institucional y la salud fiscal del país requieren igualmente de políticas duraderas.

El crecimiento acelerado de China es algo del pasado. El crecimiento sostenible, inteligente y duradero es ahora el objetivo que debe cumplirse con una modernización continua a nivel interno y una integración global que le traiga influencia, control y recursos de todo tipo para su funcionamiento.

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