Pasar al contenido principal

ES / EN

¿Cisma en la cúpula financiera azteca?
Lun, 04/06/2012 - 17:39

Fernando Chávez

Los saldos económicos de la guerra mexicana contra el poder narco
Fernando Chávez

Fernando Chávez es economista y docente de la Universidad Autónoma Metropolitana de México (UAM). Actualmente es coordinador del sitio de divulgación económica El Observatorio Económico de México. Su línea de investigación abarca remesas y migración, política monetaria, banca central, federalismo fiscal y macroeconomía. Desde 1984 se desempeña en el ámbito editorial como autor y coordinador de publicaciones, boletines, revistas y secciones de periódicos.

El 21 de mayo de este año apareció en el diario mexicano Reforma un rasposo artículo del señor Francisco Gil Díaz (FGD), actual presidente de Telefónica para México y América Central, consejero independiente de un poderoso banco extranjero BBVA-Bancomer y ex secretario de Hacienda del gobierno de Vicente Fox. El texto tiene un misterioso título: “El respeto a ley y la confianza van juntos”.  Esto, de entrada, por venir de quien viene, insinúa algo fuerte. Su contenido es exuberante en ideas, pero tiene un tono expositivo innecesariamente descortés; ello se confirma de inmediato cuando uno comienza a leerlo y más, aunque no lo crean, cuando termina uno de leerlo. Su objetivo es ridiculizar ferozmente al señor Guillermo Ortiz Martínez (GOM), ex secretario de Hacienda en el sexenio de Ernesto Zedillo, ex gobernador del Banco de México y, subrayo, actual presidente de Banorte, banco nacional muy importante.  

Estamos presenciando una colisión entre dos tecnócratas y banqueros de altos vuelos y, por lo mismo, quizá de gran trascendencia en el mundo financiero y, por cierto, motivo para que este profesor universitario del montón trate de rasgar el velo que envuelve a esta recóndita querella entre dos miembros de la élite financiera azteca. No hay nada como ver los toros desde la barrera.

Podemos suponer que la espesa jiribilla de FGD contra GOM apunta un obvio conflicto de intereses entre particulares (BBVA vs Banorte). Este disenso público exhibe algo así como un choque de trenes, lo cual en sí mismo puede ser, tarde o temprano, lamentable para los dos púgiles. Las diatribas públicas de FGD contra GOM aparentan ser el anuncio espectacular de una disputa ruda entre posiciones bancarias que no se ventiló tranquilamente en el ámbito privado. Tengo la sospecha fundada de que son varios las causas de este litigio estridente.

El motivo del artículo de FGD fue un breve texto de GOM publicado en el prestigiado diario británico Financial Times (FT) el cuatro de marzo pasado (“Emerging markets must lead banking reform”). GOM me sorprendió igual que FGD, pero por otras razones: sus ideas son pocas, pero sustantivas, claras y sólo pueden leerse como una serie de preocupaciones sobre la situación de las políticas financieras a partir del derrumbe del orden financiero internacional que ocasionara la Gran Recesión del 2008-2009. Lo leí con facilidad por dos razones: sostiene de forma articulada un par de ideas claras y no hace alusión a ninguna persona o institución en particular, aunque revisa someramente el caso mexicano dentro de la perspectiva adoptada. La réplica de FGD, en cambio, es difícil de leer por otras dos razones: es confuso, espeso y alude de forma un tanto impropia a una sola persona.

¿Cuáles fueron las tesis esenciales de GOM en su artículo ? Antes de la crisis financiera global, la presencia de la banca extranjera en las economías emergentes fue positiva. A partir de tal crisis hubo un cambio en el modelo bancario transnacional: las instituciones matrices han sacado recursos de sus filiales para recapitalizarse, lo cual ha venido restringiendo el crédito local. Es decir, los ahorros domésticos de los países emergentes han sido usados para recapitalizar a las matrices, con lo cual se les ha privado a éstos de recursos frescos (México incluido, claro). La solución, dice GOM, es limitar o moderar con nuevas regulaciones el pago de dividendos a la banca extranjera, o bien que las filiales coticen en las bolsas locales de las economías emergentes. Esas dos cuestiones, concluye, podrían ser parte de una reforma del sistema financiero en las economías emergentes. Vale subrayar que al explorar en los discursos de GOM en el 2009, siendo todavía gobernador del Banco de México, encontré que ya había pergeñado sus ideas sobre estos temas, aunque también de modo aproximado.

¿Qué contestó FGD a GOM en su artículo? Que el texto del “Doctor” (sin sarcasmo, claro) en el FT es: erróneo, miope, populista, equívoco, provinciano, parcial, incompleto y amnésico. ¿Algo más? Al final, como para suavizar esta andanada de epítetos descalificadores de las ideas y propuestas de GOM, señala que éste es un gran economista, que fue un funcionario modélico y añadiendo otros halagos más por el estilo. Es obvio que estas palmaditas al hombro que le dio a su contrincante al final de su artículo, sospecho que son poco genuinas como disculpa. No hubo lugar, después de todo, para un simpático “colorín colorado, esta cuento se ha acabado”.

La respuesta  de FGD a GOM fue casi de intención técnica, lejos, muy lejos, del alcance de cualquier mortal que no sea un gran señor de las finanzas (la mayoría del país). FGD tiene como viga maestra de su argumentación que: las reformas sugeridas por GOM son simplistas por que ignoran los múltiples y complejos causas de la crisis financiera actual; en función de ello, GOM llega a insinuar (irresponsablemente) que los bancos extranjeros en México están haciendo cosas fuera de la ley (es decir, “ordeñando” indebidamente el ahorro de los mexicanos), generado desconfianza con sus dichos, sobre todo con un eufemismo inaceptable: hay que cambiar las reglas para la banca extranjera en México. 

Como dos jugadores más en el juego bancario, ni GOM ni FGD pueden solos cambiar nada como particulares: las reglas del juego son y deberán ser potestad del Estado y de los intereses nacionales que él representa. Por supuesto que ambos señores tienen el derecho de opinar y expresar sus intereses y eso está fuera de discusión.

Aún si se revisa someramente la literatura (light o muy técnica) sobre este tema, candente y lleno de aristas de todo tipo, no debe sorprendernos que encontremos casi tantos enfoques y conclusiones como actores y observadores entran al tema. Tenemos a la vista un disenso sobre un tópico de interés público, demasiado importante para todo un país como para dejarlo exclusivamente entre expertos financieros privados, sin olvidar que sus tecnicismos al vapor sólo oscurecen una discusión de interés público y que levantan en su alrededor suspicacias sin fin.

Durante la convención anual 75 de la Asociación de Bancos de México (ABM) de mediados de mayo de este año hubo voces y opiniones sobre las opiniones de GOM en el FT. El banco central, Hacienda, la Comisión Nacional Bancaria y la ABM, dieron color sobre  este asunto. Así, Carstens, J. A. Meade, G. Babatz y Ruiz Sacristán, sus respectivos dirigentes, expresaron de diferentes formas y estilos –siempre diplomáticos y tersos-, su desacuerdo esencial con GOM. Vale intentar resumir sus pareceres en seis ideas torales: 

1) la banca extranjera se maneja dentro de las leyes mexicanas; 

2) los bancos extranjeros son filiales, no sucursales de sus matrices (lo que hace una diferencia operativa muy grande); 

3) los bancos extranjeros no “ordeñan” los ahorros de los mexicanos, sólo pagan normalmente sus dividendos; 

4) los bancos en México funciona con una capitalización adecuada;

5) la regulación bancaria existente en el país garantiza un buen funcionamiento de los bancos, cualquiera sea el origen de su capital y 

6) el origen de la propiedad de los bancos no es un problema para la economía. Este paquete de argumentos quizá debería reordenar y depurar la polémica entre estos dos personajes de las altas finanzas del país. 

La historia monetaria y financiera mexicana ha registrado controversias inclementes como las que ahora vemos y tratamos de entender. Mi curiosidad académica me ha llevado a disfrutarlas, ya que los contendientes normalmente fueron también personas muy bien informados sobre los temas controvertidos y muy acostumbrados a defender en público y en privado sus puntos de vista con reciedumbre y, si se quiere, hasta con elegancia. Me viene a la mente, por ejemplo, las controversias que tuvieron lugar en la primea mitad del siglo pasado a protagonistas como Eduardo Suárez, Luis Montes de Oca y Alberto J. Pani. Lo que estuvo de por medio en estas controversias fueron enfoques y soluciones alternativas a los problemas económico-financieros del momento, las que reflejaban una evidente pugna de intereses concretos, no quedando siempre visibles los supuestos teóricos e ideológicos subyacentes en tales controversias (que, por cierto, creo a unos cuantos importan). Y eso mismo pasa hoy en la controversia Gil Díaz-Ortiz Martínez. Temo que esto siempre pasará cuando el dinero, los negocios y el poder político se entrelazan conflictivamente en una crisis internacional de confianza como la que ahora vivimos.

El tema de la extranjerización de la banca en las economías emergentes y su regulación se ha vuelto a poner casi subrepticiamente en la agenda global de la discusión financiera y política. Es apropiado, aunque incómodo y nervioso para algunos, hacer esto hoy en México, sobre todo en medio del actual proceso electoral.  La lectura crítica de los paradigmas bancarios existentes que propone y sugiere GOM es sensata y legítima para el interés nacional e internacional. Y esto viene a cuento no sólo en México y en otras economías emergentes. La sorpresa mayúscula es que las campanas que llaman a esta misa cismática también suenan en Europa. Son varios los indicios de que algo insólito se mueve en esa línea de ruptura. Vivirlo para creerlo, ¿o no?

Países