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Colombia: un coctel político apto para una implosión
Mar, 22/04/2014 - 08:38

Jorge Luis Fuentes Carranza

Ecuador, segunda ronda contra la pobreza
Jorge Luis Fuentes Carranza

Jorge Luis Fuentes Carranza es licenciado en Derecho por la UNAM y es especialista en temas constitucionales por la misma universidad. Actualmente es presidente de la Coppal-Juvenil y es asesor del Secretario de Gobierno del Distrito Federal México. De 2011 a 2012 fue asesor en Derechos Humanos de la Secretaría General de Gobierno del Estado de Puebla. A principios de 2010 fue candidato a diputado local por la Coalición “Compromiso por Puebla”, integrada por los partidos: Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), PAN, PANAL y PRD, siendo postulado por éste último. Tw: @luentes

Imagínese que tiene en un país de 47,7 millones de habitantes a los siguientes personajes: 1) A un presidente que buscar ser presidente; 2) A un senador electo en campaña contra el presidente, que de nuevo, desea ser presidente por interpósita persona; 3) A dos exdirigentas guerrilleras, que juntas, aspiran (de lejos) a ser presidenta y vicepresidenta; 4) Un alcalde en funciones que “gobierna” sin mandato del soberano a la ciudad capital; 5) A un ex alcalde, que de nuevo, busca ser presidente; 6) Una candidata presidencial con deseos de regresar a su partido al poder, ya que su ideología, no ha dejado de gobernar; 7) Al interpósito candidato que puede marcar la balanza cuando se lo instruyan; 8) Y, por último, a un alcalde echado del cargo, en espera desde hace meses que en días algo cambie y termine la agonía del camino que lo haga retornar a la alcaldía.

Parece una novela de ficción creada por Gabriel García Márquez, como “Maten al león” o “El otoño del patriarca”, pero no lo es. Esta novela la puede leer el nobel desde su convalecencia en la Ciudad de México abriendo los diarios de su país. Ahí, los colombianos pueden ir leyendo ésta breve reseña con ingredientes muy activos, que interactúan en la política colombiana hoy, porque mañana algo podría cambiar.

Estos ocho personajes no ficticios, a pesar del genial galimatías que han creado, mantienen a sus compatriotas aburridos, todavía. Todo parece indicar que el “uno” va en caballo de hacienda rumbo al cargo, lo que hace que nadie se interese. Sin embargo, el “dos” aguarda muy activo en busca de una oportunidad de tumbarlo del caballo, y no va a perder dicha oportunidad de presentarse.

Sólo de llegar una condición así, los electores voltearían a ver las mamparas que comienzan a invadir sus calles con mensajes acartonados y hasta ridículos  en busca del voto que no los quiere ver.

Es tan activo el coctel descrito, que todo puede pasar. Entre los escenarios estos son algunos:

1) Que nada pase y el ingrediente “uno” consiga volver a ser presidente;

2) Que el interpósito (“siete”) llegue a una segunda vuelta y consiga el apoyo despechado del “cinco” y así haga ganar en realidad al “dos” (por tercera vez), y;

3) Que sea el “cinco” quien arribe contra el “uno” a la segunda vuelta y así sea entonces el “dos” quien mande al “siete” a apoyarlo con tal de ver en la lona al “uno”.

De los tres escenarios, desde mi ligero acercamiento presencial al juego político de Colombia, valoro sólo a los dos segundos como probables, por una razón: en política todo se mueve, nada se queda igual a menos que cambie en otro lado.

Y como el “dos” no va a cambiar porque tiene todo que ganar y nada que perder, ahí no será el cambio; en cuanto al “cinco” sucede lo mismo, tiene como misión ir para delante, si lo consigue gana, como está, nada pierde; y es sólo en el caso del “uno” que algo cambiará, ya que es el único que puede realmente perder algo que ya tiene, y eso, lo sitúa en la posición más débil del coctel.

Su único respaldo es la “seis”, que está muy descontenta (al parecer) con el él (el “uno”), pero nada se descarta; incluso que lo termine apoyando, quién sabe si sea suficiente.

Siendo así, en el segundo escenario hace falta que el “dos” y el “cinco” tengan acercamiento en su momento (después del 25 de mayo), y es ahí en donde entra el factor “ocho”.

La reinserción del “ocho” en su puesto hace que el pragmatismo orille al “cinco” por el bono político que el “ocho” proporciona a su causa, y éste se vea obligado a ceder ante el interpósito (“siete”), aunque no quiera. Ya luego se verá si el “dos” hace cumplir al “siete” los acuerdos hechos con el “cinco” y el “ocho”.

Pero más fácil se pone en caso del tercer escenario. Ahí, es el pragmatismo el que toca a la puerta del “cinco”, quien se ve favorecido y entra como el gran ganador, ya de paso, puede hacer que el “ocho” regrese gracias al crecimiento de su base social y mediática durante estos días revueltos.

En el camino, las “tres” pueden llegar a poner la cereza en el pastel a cambio de la continuidad en los acuerdos de paz, que es lo único que le da una verdadera razón de ser al “uno”, si otro elemento aporta ése ingrediente en garantía, “uno” pierde sensiblemente buena parte de su discurso.

Sin duda el avance del los dos escenarios cambiantes hacen que sean “dos” y “ocho” quienes con sus acciones opositoras hagan mover el piso a “uno” al grado que éste vaya resbalándose.

Por lo que sólo falta preguntarse algo cuya respuesta damos por descontada: ¿Será que no lo van a hacer?

*Esta columna fue publicada originalmente en Asuntos del Sur.

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