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Conservadores franceses: cómo hacer todo mal en una elección
Mar, 07/03/2017 - 10:46

Max Hoffmann

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Max Hoffmann

Max Hofmann dirige el estudio de Deustche Welle en Bruselas.

¿Cómo se dispara uno en el pie? Exactamente así como lo están haciendo los conservadores en Francia.Recordemos brevemente: su candidato oficial François Fillon contrató con dinero estatal a su esposa Penelope. No hubo hasta ahora una explicación convincente. La mayoría de los otros partidos ya habrían desplazado a un candidato de este tipo y habrían postulado a otro. Pero Los Republicanos franceses no. Hasta hace poco, parecía que sólo estaban aguardando el momento adecuado. Sin embargo, Fillon sigue escupiendo veneno a lo largo y ancho del país, hablando de asesinatos, conspiraciones y difamaciones.

Mientras el paciente palpitase con tanta intensidad −quizá evaluaban sus correligionarios−, no era el momento de quitarle el respirador. Pero este lunes (6.03.2017), Los Republicanos demostraron que carecen de un plan y de una alternativa convincente.

El ex primer ministro Alain Juppé habría sido el hombre adecuado. Segundo en las primarias, su candidatura habría tenido legitimidad democrática. A su vez, a sus 71 años, este político dejó ya sus escándalos atrás. Él ya pagó y da la sensación de que los franceses lo han perdonado. Según estudios recientes, tendría excelentes posibilidades de llegar a la segunda vuelta de la elección presidencial, en cualquier escenario. Pero él ya no quiere.

Trampa para los republicanos

Su argumento de que no podría unir a la derecha y al centro es difícil de entender a la luz de los resultados de los sondeos. Tal vez se hace rogar. O quizá haya notado ya desde las primarias que no se sentiría a gusto en el más alto cargo de la política francesa. Junto al obstinado Fillon, el exaspirante a candidato se transforma hoy en una trampa para su partido.

Para los conservadores era probablemente más difícil desperdiciar esta oportunidad electoral que ganar. Los franceses están hartos del presidente François Hollande y de los socialistas. Y eso se puede ver, por ejemplo, en el apoyo que todavía cosecha Fillon. A pesar de todo, tiene una intención de voto del 17 por ciento. Demasiado para alguien que se comporta de esa manera. Claramente, los votantes conservadores se preguntarán: ¿Si no es Fillon, a quién deberíamos votar?

Fillon como naftalina política

Y así, Fillon, el héroe caído de los católicos y de los honrados, todavía tiene una función. Atraer a potenciales votantes del Frente Nacional. Ellos tienen, de todos modos, otras expectativas morales respecto a sus candidatos: o sea, ninguna, como lo prueban los numerosos escándalos de Marine Le Pen. François Fillon todavía funciona. Es como una bola de naftalina política para los votantes que cercanos a morder el anzuelo del Frente Nacional. 

Mientras, al menos alguien, el liberal Emmanuel Macron, tiene de qué alegrarse. Juppé le habría quitado muchos votantes de centro. Y un Fillon libre de escándalos podría haber sido demasiado fuerte para el joven político carismático.

Pero lo cierto es que las posibilidades de que Macron llegue a la segunda vuelta con Le Pen crecen. Sólo queda esperar que, como último recurso en la batalla contra de Le Pen, Macron no tenga esqueletos en el sótano. De lo contrario, no habría dudas de a quien le tocaría reir de última y mejor: Marine Len Pen.

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