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Correa cuereando
Mié, 05/10/2011 - 10:33

Alfred Kaltschmitt

Correa cuereando
Alfred Kaltschmitt

Alfred Kaltschmitt, Msc es catedrático en periodismo y medios de comunicación, candidato Doctoral en Investigación Social. Director de "Esteoeste", programa televisivo de análisis y debate político, transmitido todos los domingos por Canal Antigua (Guatemala). Asimismo, es presidente de la Fundación Agros Tesorero de Apanac (Asociación de Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Guatemala) y columnista estable del diario Prensa Libre (Guatemala).

Lo vi recientemente en una entrevista que le hacia Cala (conducido por el periodista Ismael Cala) en su programa de CNN Español. Fatal. Si el ego tuviese apariencia humana, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, sería la imagen misma de la egolatría enferma con sus ademanes y sonrisas y vistiendo una camisa de cuello alto con bordaditos. Todos los presidentes que creen que tienen la razón y piensan que pueden forzar su argumento a balazos, persecución, o -como en el caso del diario El Universo- por la vía de los tribunales de justicia, que evidentemente él mismo controla, sufren de una esquizofrenia lamentable.

Oyen voces extrañas, las de su propia fuente interna, o las que le susurran las voces cercanas a un presidente sediento de oír directamente del “espejito, espejito…”.

Envalentonado con la multa de US$600 mil que le sacó al Banco Pichincha por haber incluido equivocadamente su nombre en una lista de tarjetahabientes morosos -y que utilizó para comprarse un apartamento en Bélgica-, Correa no escondió en CNN Español el placer de saber que no solo tiene en su mano la vida o la muerte financiera de El Universo, sino también la cárcel para sus dueños y el columnista responsable de haber escrito la “tremenda” ofensa de señalarlo como un dictador.

La columna de Emilio Palacio abordaba el confuso incidente en el cual, en medio de una balacera, las tropas del Ejército liberaron al presidente Correa de un hospital en donde había ido a refugiarse. El columnista argumentó que el mandatario solo pensó en su integridad física, más no en la de las decenas de civiles que estaban cerca cuando se desató la balacera. Y que esto ameritaba que algún día pudiese ser juzgado como un crimen de guerra.

A pesar de que le brindaron la oportunidad de una aclaración, arremetió contra sus acusados y durante la audiencia de apelación elevó los daños y perjuicios a los originales US$80 millones de la demanda.

Los analistas y periodistas latinoamericanos ven con preocupación que un presidente popular, con un mandato ampliado “legalmente” por la vía del sufragio, sea una fórmula perversa con amplio potencial de arremeter contra los derechos fundamentales de la expresión y la libertad.

Copy paste de lo que describe Bastiat en su obra La Ley, con relación a que “el sufragio universal termina por ser otra forma de discriminación”. Es lo que ha pasado también en Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Aunque a Evo Morales se le está complicando el panorama.

Como todo sector, la prensa no está exenta de cometer errores. Puede ser vulnerable de caer en la tentación -como lo señala The Economist- de jugar un papel de oposición, algo que no comparto en su totalidad, ya que no encaja muy bien en un país totalmente dominado y controlado por un gobierno presidido por un mandatario autoritario hipersensible a la crítica. En tal situación, la prensa juega un papel fundamental, precisamente porque la mayoría de los estamentos políticos están controlados y la única opción es jugar un rol de pesos y contrapesos comunicando al pueblo la verdad y estimulando el debate ciudadano.

Y aunque se pueda equivocar, al final del día el beneficio colectivo es mayor que los errores que se puedan cometer. Un pueblo sin prensa es un pueblo silenciado. Los reportajes investigativos, las editoriales y las columnas desenmascaran las patrañas deshonestas y los juegos politiqueros. Cierto, es una responsabilidad muy grande y hay que ejercerla con objetividad y seriedad.

¿Qué habría pasado si la prensa guatemalteca fuese muda porque tiene el látigo de la repercusión legal respirándole en el cuello? Sería un desastre. Viviríamos sin el beneficio de poder emitir libremente nuestra opinión y nuestra crítica. ¿Qué harían los politiqueros sin una prensa activa y vigilante? Despotricarían aún más y no quedaría huevo en un gallinero silenciado…

Alcemos, pues, la voz solidaria por la prensa y el pueblo de Ecuador.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com

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