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Crisis de Turquía, peligro para la economía europea
Jue, 16/08/2018 - 08:06

Henrik Böhme

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Henrik Böhme

Henrik Böhme es periodista de Deutsche Welle.

No nos engañemos: naturalmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene desde hace tiempo, un plan de urgencia preparado para Turquía. Pero, por supuesto, eso nadie lo confirmará. Ya sucedió lo mismo en 2002. Turquía era un país inestable; la inflación ascendió al 40 por ciento y el desempleo era extremadamente alto. Solo con préstamos del FMI se pudo evitar entonces la quiebra estatal. El partido de Erdogan, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), llegó al poder ese año. Las condiciones impuestas por el FMI a cada país que recibe su dinero fueron implementadas con éxito por el gobierno y sus primeros ministros. El primer ministro turco era entonces Recep Tayyip Erdogan.

Como resultado, la economía turca se desarrolló magníficamente: se crearon muchos nuevos empleos, la inflación cayó por debajo del diez por ciento y Turquía se convirtió en un lugar interesante para los inversores extranjeros. Desde entonces, las empresas alemanas también han estado laboralmente muy involucradas en el país. La gente volvió a ganar bien y alababan a Erdogan: les trajo una nueva prosperidad y la estabilidad política al país. Uno recuerda cuando estalló la crisis del euro y, mientras Grecia amenazaba con derrumbarse, Turquía siempre era citado como el país modelo capaz de salir adelante de una situación aparentemente sin esperanza. Sin embargo, todo esto parece estar en peligro ahora.

Cuando el viento cambia de rumbo

Las sanciones de Estados Unidos sobre el acero y aluminio de Turquía, que entraron en vigor este lunes (13.08.2018), fueron solo la gota que colmó el vaso, porque la crisis ha estado devorando, durante meses, la economía del país. La lira turca ha perdido más de la mitad de su valor frente al dólar desde principios de año. Mientras tanto, la inflación vuelve a ser superior al 15 por ciento. Tarde o temprano, la gente en Turquía percibirá esta situación. Los que en su momento aclamaron a su reformador Erdogan por traerles más riqueza, se apartarán de él si pierden sus trabajos o si ya no pueden permitirse mantener su nivel de vida.

Los mercados emergentes bajo presión

El presidente turco, que condujo a su país a esta situación a través de su política autocrática, le echa, no obstante, la culpa a los demás. Las armas en esta guerra son "dólares, euros u oro", dijo Erdogan en repetidas ocasiones, la última vez, este fin de semana. Este cuestiona una y otra vez la independencia del banco central, un hecho que siempre asusta a los inversionistas y que, contrariamente a la teoría económica habitual, afirma que se deben recortar las tasas de interés para combatir la inflación y fortalecer la moneda: todo eso origina una creciente pérdida de confianza entre los inversores y "en los mercados". El resultado se puede comprobar ahora: se ha desencadenado una fuga masiva de capital tan fuerte que ha influido en la moneda de otros países emergentes. Y los propios turcos, aconsejados por su presidente a cambiar sus dólares y euros por liras, hacen exactamente lo contrario: prefieren llevarse la moneda extranjera del banco a sus casas.

No hay motivos, aún, para que cunda el pánico

Naturalmente, en Europa, ahora existe el temor al contagio, porque a los inversores solo les importa una cosa: su dinero. La fuga de capitales, la devaluación de la moneda: todo esto es y, con razón, motivo de preocupación, ya que podría ocasionar que las compañías y bancos turcos no puedan hacer frente a sus deudas. Sin embargo, la situación parece aún controlable: según las cifras actuales, analizadas por el banco holandés ABN Amro, los reclamos de los bancos europeos suman 143 mil millones de euros. Los más afectados son, sobre todo, el español BBVA y el italiano Unicredit. Los bancos alemanes, en comparación, solo 18 mil millones de euros.

Por supuesto que nadie tiene interés en que se produzca un desplome económico masivo en Turquía, ni tampoco tiene que cundir el pánico en Europa. Las economías de la eurozona son de nuevo estables y pueden soportar algunas sacudidas, incluso desde el país del Bósforo. Por supuesto, la recesión turca se sumaría a todos los otros factores de incertidumbre, como siguen siendo el "brexit" y la política imprevisible, también en lo comercial del presidente de Estados Unidos. Sin embargo, es al presidente turco a quien le corresponde restablecer de nuevo la economía de su país. Ya demostró una vez que puede hacerlo.

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