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Cuestionando al “gran colombiano”
Vie, 05/07/2013 - 15:14

Juan Pablo Milanese

Bogotá vive una campaña electoral en medio de escándalos de corrupción
Juan Pablo Milanese

Juan Pablo Milanese es politólogo y director de la Maestría en Gobierno de la Universidad de Icesi (Colombia). Posee estudios de maestría y doctorado en la Università di Bologna (Italia).

La victoria de Álvaro Uribe en el concurso “el Gran Colombiano” patrocinado por  The History Channel  causó un gran revuelo en ese país. Inmediatamente produjo el éxtasis de sus seguidores incondicionales y la desaprobación de sus antagonistas. Captó la atención de analistas, académicos y del público en general, llegándose, incluso, a establecerse en la red un movimiento de revocatoria del título otorgado. Agitación razonable si partimos de la premisa de la polarización que siempre produjo, y continúa produciendo, su figura y de que todavía hoy mantiene una inmensa cuota de poder –aunque mucho menor desde que perdió el control de los recursos estatales- y, sobre todo, popularidad.

En mi caso particular, no obstante estoy claramente en desacuerdo con que se lo haya galardonado con “semejante distinción”, tampoco me quita el sueño. En primer lugar, porque hacemos referencia a un canal que hoy por hoy parece más fuertemente orientado hacia el esoterismo y los reality shows que a la historia. Además, la elección representa simplemente la preferencia de poco menos de un tercio de las personas que votaron en un programa televisivo; y aun cuando alrededor de trescientas mil televidentes no es una cifra despreciable, lejos está de representar fielmente las preferencias de los colombianos. 

Además, dudo también que, a pesar de sus indiscutibles virtudes, Jaime Garzón sea merecedor de la medalla de plata por encima de personajes, por solo nombrar algunos, de la talla de Simón Bolívar, Antonio Nariño o Francisco de Paula de Santander -concentrándome únicamente en aquellos candidatos con perfil político-. De hecho, aun evitándose la realización de un ejercicio de idealización de estos últimos, debe reconocerse que jugaron un rol histórico sensiblemente más relevante que los dos primeros.

Habiendo aclarado este punto, es tiempo de explicar las razones de mi escepticismo ya no sobre el concurso sino sobre el “gran colombiano”. 

Es cierto que Uribe no será un personaje indiferente para la posteridad. Para bien o para mal, sus ocho años de gobierno representaron un quiebre desde el punto de vista histórico. 

Sin embargo, producir un quiebre no significa necesariamente dividir la historia en dos –situación que le daría sin lugar a dudas una posición estelar dentro de ella; otros personajes, tan o más relevantes que Uribe, también los han producido. Rafael Núñez, Rafael Reyes, Alfonso López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán, Laureano Gómez, Gustavo Rojas Pinilla, Tirofijo o Luis Carlos Galán –nuevamente mencionado exclusivamente a dirigentes políticos- podrían jactarse también, para bien o para mal, de ocupar un lugar similar desde este punto de vista.

Finalmente, del mismo modo que ocurrió con estos, el tiempo decantará sus virtudes y defectos, sus logros y fracasos y los votantes del “gran colombiano” del 2113 podrán decidir si ratificarlo, o no, exaltando éxitos como su política de seguridad democrática o cuestionando iniciativas como los falsos positivos o las presumibles violaciones a los derechos humanos realizadas durante sus dos mandatos.

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