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¡Cuidado con la ética elástica!
Dom, 25/08/2013 - 15:07

Inés Temple

Empleo: hasta que nos convenga a ambos
Inés Temple

Inés Temple es Presidente de LHH DBM Perú y LHH Chile.

¿Se puede mentir, falsear o engañar y quedar impune? ¡Cada vez menos! ¿Podemos confiar en quien engaña, miente o ‘estira’ la verdad en algún ámbito de su vida y se justifica ‘separando’ un mundo de otro? ¿Nos sorprende la misma persona (indivisible), independiente del entorno o la circunstancia en la que nos encontremos?

La tecnología rompe cada vez más esas ‘separaciones’ entre la vida profesional, empresarial, personal o familiar. Todo se sabe, todo trasciende, todo puede quedar ‘colgado’ en la red o amanecer publicado en Facebook, Twitter, Linkedin o en algún blog. 

Todos nuestros actos serán juzgados y recordados y cada vez hay menos barreras entre lo privado y lo público. La moral esperada es la misma para todos los ‘sectores’ de nuestra vida. El mundo laboral no perdona a quienes faltan a su palabra o cometen fallas de ética, aunque sean solapadas. Y, aunque sea por el temor que se sepa nuestra falla, es mejor no arriesgarse a perder la confianza de los nuestros o de nuestros empleadores-clientes, presentes o futuros.

Obviamente no se trata de ser santos o paranoicos, pero sí íntegros, transparentes, y cada vez más conscientes y responsables de nuestro comportamiento. Si nos equivocamos, es imperativo ser capaces de reconocer y enmendar la falta rápidamente.

Todos queremos poder confiar en la gente y que esta confíe en nosotros. Y esa confianza –como sabemos– nace del respeto que mostramos por los otros, de la rectitud de nuestros actos, del cumplimiento de nuestra palabra y de la integridad de nuestro comportamiento.

¿Paga ser correcto, actuar éticamente? Definitivamente, sí. Sobre todo si uno analiza y proyecta su vida personal y profesional con una mirada integral, de corto, mediano y largo plazo. Los errores de ética que cometamos nos perseguirán toda la vida.

Hacer lo correcto, cumplir la palabra, actuar con honestidad, pensar en el bien ajeno, respetar al otro son la base de la integridad, la corrección y la reputación de una persona. Vivir practicando nuestros valores –más allá de lo que digan de nosotros– hace de nosotros mejores personas y profesionales más atractivos para el mercado laboral. Y es que nuestra marca personal es un reflejo de lo que somos y cómo nos vemos a nosotros mismos. 

¿Se puede hacer negocios exitosos y ser honestos? Sí. ¿Ese éxito es duradero y vigente en el largo plazo? Sí. ¿Se puede ser un poco ético o de ‘moral elástica’ y tener éxito? Quizá. ¿Ese éxito será duradero a largo plazo? No.

¿Se puede jugar a ‘dos caras’, operar en negocios que tienen conflictos éticos entre ellos? Sí, pero no dura… cuando hay conflicto de intereses, todo se sabe. Y la reputación de esas firmas será siempre cuestionada por las empresas serias, respetadas y respetables.

¿Puede uno vincularse, hacer negocios o asociarse con personas poco éticas sin sufrir las consecuencias? No. Uno también se define por con quienes escoge relacionarse. ¿Se puede engañar al mercado mucho tiempo compitiendo deslealmente? Cada vez menos, más aún hoy cuando las firmas serias tienen distintivos y reconocimientos verdaderos que acompañan sus marcas en el serio afán de autorregularse y alejarse de quienes tratan de corromper los sistema de negocios con la impunidad de su accionar.

¿Se puede mentir o falsear la información sobre nosotros, nuestros actos o negocios de manera impune sin pagar las consecuencias o ser descubiertos? No, y cada vez más rápido las mentiras son descubiertas y expuestas. La sociedad interconectada es cada vez más un fiscal atento al accionar de todos.

Finalmente, sé que muchos se preguntarán ¿Cómo podemos reconocer a un profesional o a un empresario digno, ético? Hágale la prueba del ‘no’. Es fácil reconocer a una persona ética cuando sabe decir que no a las tentaciones de la ‘ética elástica’ aun a costa de arriesgar su puesto o sus negocios lucrativos. Las personas íntegras y correctas sabemos decir no cuando corresponde. Y lo hacemos por nosotros mismos, por nuestra carrera y nuestra reputación, por nuestra marca personal y nuestra empleabilidad y, claro, por nuestro éxito, pero lo hacemos especialmente por nuestra propia conciencia y para dormir tranquilos cada noche.

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