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De conservadores, liberales y poderosos
Jue, 27/02/2014 - 12:05

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

¿Deberíamos los periodistas usar adjetivos para describir a los personajes de nuestros reportajes? Con esta pregunta hemos sostenido debates interesantes en las últimas semanas con periodistas amigos y colegas. Con algunos compartimos visiones ideológicas, con otros a veces y con otros no.

El poder, sabemos, tiene varios resortes para garantizar su hegemonía, su dominio sobre los subalternos, los más débiles. Por eso, por ejemplo, se inventó la antropología, que servía a las potencias de Europa y Estados Unidos para describir y clasificar a los “aborígenes” del resto del planeta, y los grados de civilización en los que se encontraban (la antropología, por dicha, fue evolucionando, aunque me parece que algunos todavía caen a veces en su pecado original).

Por eso, cuando una sociedad hegemónica inicia los “estudios africanos”, “estudios latinoamericanos” o “estudios de Medio Oriente”, al investigarnos va encuadrándonos en un molde para después nombrarnos y ejercer un sutil poder sobre nosotros. Así, los latinoamericanos (gracias a la herencia de Alex von Humboldt) nos debatimos intrínsecamente entre la pasión volcánica, el salvajismo, el caos, el desorden, la falta de seriedad. En contraposición, claro, a nuestros primos de Occidente (el grupo WEOG en la ONU).

Y entonces los periodistas, quienes ejercemos de cierto tipo de historiador, vamos colocando adjetivos a los personajes de nuestras historias. Tradicionalmente, siendo los medios propiedad de los poderosos, nos hemos animado a colocar adjetivos y sustantivos descriptivos a los subalternos, a los débiles, a los “diferentes”. Y ahí empieza la lista: “pobres”, “indígenas”, “izquierdista”, “víctima”, y otros cizañudos como “terrorista”. Esto no quiere decir que no haya adjetivos colocados (consciente o inconscientemente) para describir sin afán de discriminar.

Cuando algunos periodistas colocamos como “sujeto de estudio”, o de nuestros textos, a los poderosos y no solo a los débiles, y por lo tanto, nos damos a la tarea de describirlos como sujetos políticos con derechos y responsabilidades, y características adjetivables, algunos nos señalan de hacer “periodismo ideológico”. O, en la pobre interpretación de las ideologías en nuestra democracia conservadora: “periodismo comunista”.

Este periodista servidor defiende que así como no es lo mismo que un analista de la sociedad civil, que fue guerrillero, diga que no hubo crímenes de la guerrilla, tampoco es lo mismo que defienda el período de Claudia Paz un abogado corporativo, que un abogado de derechos humanos. O que sea la poderosa patronal y no la débil unidad sindical la que demande algo a la CC o al presidente. O que describan a la elite un economista o una historiadora de orígenes patricios en vez de un antropólogo extranjero.

En estas descripciones, me parece, también caben los medios. Hay medios conservadores, como Prensa Libre, Siglo.21, Emisoras Unidas y muchos otros; liberales (progresistas en lo social y conservadores en lo económico) como Contrapoder o elPeriódico; progresistas como Plaza Pública, La Hora y en el futuro Nomada.gt; o libertarios, como la nueva República Digital. Una riqueza de actores políticos y periodísticos que nos ofrece esta democracia de Guatemala.

*Esta columna fue publicada originalmente en

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