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Diéselgate, o cómo la industria automotriz se puso la soga al cuello
Vie, 15/06/2018 - 11:49

Henrik Böhme

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Henrik Böhme

Henrik Böhme es periodista de Deutsche Welle.

Días oscuros vive la industria automotriz alemana. El lunes, Dieter Zetsche, el jefe de Daimler (publicidad: los inventores del automóvil) fue convocado a informar al Ministerio de Transportes, en Berlín. Dos días después, la Fiscalía de Braunschweig condenó a Volkswagen (publicidad: el mayor fabricante de automóviles del mundo) a pagar una multa sin precedentes: mil millones de euros. Además, a comienzos de la semana los investigadores allanaron la casa de Rupert Stadler, el jefe de Audi (publicidad: a la vanguardia de la técnica), en el marco de una causa que se lleva en su contra por presunto fraude.

Nosotros no. ¿O sí?

Diéselgate, el escándalo que comenzó a revelar hace casi tres años los engaños en las mediciones de emisiones de gases de Volkswagen, ha crecido al punto de llevar a una verdadera crisis a toda la industria automotora alemana, una que siempre se vio a sí misma como un emblema nacional (que ya no lo es más), que siempre hizo ver su importante contribución al crecimiento y posicionamiento industrial de Alemania (lo que es cierto). Dieter Zetsche se golpeaba el pecho diciendo "no hemos mentido", "no tenemos esos dispositivos de invalidación". Sí, los tenían.

Algo parecido se escuchó siempre de la bávara BMW: "Estamos limpios". ¿Limpios? ¡De ninguna manera! Claro, por error se cambiaron los softwares en varios modelos de automóviles. Buena excusa. Uno podría morir de risa si no fuera que el tema es realmente muy serio.

Reacciones, al fin

En Estados Unidos el asunto fue rápido, al menos para VW: las explicaciones, las multas (24 mil millones de euros), los juicios duros y eficientes. Todo eso toma mucho más tiempo en la Justicia alemana (¿será por eso de la meticulosidad alemana?). Pero las fiscalías de Braunschweig, Múnich y Stuttgart están trabajando con diligencia. Investigan una manipulación del mercado y posible fraude. Solo en Braunschweig tienen en la mira a 49 sospechosos. Entre ellos hay grandes nombres, como el exjefe de VW Martin Winterkorn, quien también es requerido por la justicia estadounidense.

Los fabricantes de automóviles se han comprometido a "cooperar plenamente con las autoridades", aunque en realidad la estrategia ha sido otra: engañar, esconder, cambiar, y terminar reconociendo cuando ya es imposible seguir ocultando. Hasta que por fin reaccionaron los políticos: en el anterior gobierno ya hubo citaciones, pero terminaron siendo meras formalidades. Pero convocar al señor Zetsche a Berlín tiene otro nivel. También la millonaria multa contra Volkswagen es una primera señal por parte de la Fiscalía. La cosa está lejos de haber terminado, pero al fin ya está avanzando.

Sobre el arte de ser honestos

El jefe de Daimler salió el lunes del Ministerio e informó desafiante que agotarán todas las herramientas legales, aunque Volkswagen en realidad está arrepentida de lo sucedido y no apelará a la multa. Quizás el hecho de que la millonaria cuenta debe ser pagada al estado de Baja Sajonia, su propio accionista mayoritario, explique la comprensiva reacción de la firma.

No, la crisis del diésel está lejos de terminar. Cuando al fin comiencen los procesos (el 3 de septiembre es la primera cita en Braunschweig), cuando los Müller, Winterkorn y Stadler comparezcan por primera vez, entonces las heridas que tan dificultosamente habían cicatrizado volverán a abrirse y será claro que sí, engañaron. Pero no quieren hacerse responsables de ello. No sabían nada, de verdad. Oigan, nadie les cree. Sean honestos de una vez por todas. De lo contrario, un buen día el por ustedes ridiculizado pionero eléctrico Tesla será el gran ganador de esta historia.

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