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Dime cuándo naciste y te diré qué oportunidades tuviste
Mar, 11/09/2012 - 08:28

Susana Martínez Restrepo

Río+20: ¿y si mejor dejamos de crecer?
Susana Martínez Restrepo

Susana Martínez Restrepo es investigadora asociada en áreas de Pobreza, Objetivos de Desarrollo del Milenio y Desarrollo Humano de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, con sede en la ciudad de Nueva York. Anteriormente se encuentra terminando su tesis de doctorado titulada “La Economía de la Asignación del Tiempo en Adolescentes: Evidencia del Impacto del Proyecto Agente Joven en Brasil”, en el programa de Economía de la Educación, en la Universidad de Columbia en Nueva York. Durante sus estudios de doctorado trabajó en varios proyectos de investigación en NCREST, (National Center for Restructuring Education, Schools and Teaching), Harlem Children Zone, The Earth Institute. También trabajó como investigadora asociada para el Centro de Gobernabilidad y Liderazgo (Centre for Governane and Leadership), de la oficina del Primer Ministro de Singapur. Es PhD de la Columbia University y tiene una Maestría en Política Comparada de Sciences-Po Paris (Institut d’Etudes Politiques de Paris) y un pregrado en Ciencia Política y Estudios Latino Americanos de Sciences-Po Paris. Sus intereses de investigación incluyen: políticas educativas y de empleo para jóvenes y mujeres en situación vulnerable y comportamientos de riesgo en adolescentes.

¿Que tal si el año en que nacemos determinara las oportunidades educacionales y laborales que tenemos en el futuro? No estoy sugiriendo un “horóscopo de la pobreza”,  sino señalando que las oportunidades no están repartidas aleatoriamente entre clases sociales, género o grupos étnicos, regiones, sino también entre cohortes o generaciones.

Louis Chauvel sugiere que según los cambios políticos, económicos o sociales que ocurrieron específicamente al entrar al sistema educativo y a la salida al mercado laboral, el año en que una persona nace beneficia o afecta a unos más que otros. Estos incluyen cambios abruptos, que son resultado de decisiones políticas, como por ejemplo la masificación de la educación primaria o recortes de inversión en educación -como las que se presentaron en América Latina a inicios de la década de los noventa con las reformas neoliberales- o las transferencias condicionadas de recursos. Igualmente, cambios, crisis o ciclos económicos, como el “efecto tequila”  de 1994 y la crisis mundial del 2008, afectaron más a los jóvenes que estaban entrando al mercado laboral justo en ese momento, que a los que habían entrado dos años antes.

Este gráfico compara el número de años de educación entre dos cohortes del primer quintil de ingresos (más pobre) en cinco países de América Latina. Incluí sólo los quintiles de ingreso más bajos que son mucho más vulnerables a recortes de financiación de la educación o son los principales beneficiarios de la expansión de sistemas educativos gratuitos o de subsidios, como las transferencias condicionadas a la educación.

Este gráfico muestra que no existen tendencias que suben y convergen, sino que de acuerdo al país y a la generación, las trayectorias cambian de forma muy diferente. En general, la cohorte nacida entre 1970 y 1980 tiene muchos menos años de educación que aquella que nació entre 1980 y 1990.

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Honduras y Paraguay son tal vez los casos más interesantes ya que la cohorte 1 perdió 0.2 años de educación durante la década de los noventa, y en cambio la cohorte 2 ganó 1,2 y 2 años de educación entre el 2000 y el 2010, respectivamente. La diferencia entre cohortes o generaciones en Brasil es tal vez la más grande de todas. La cohorte 1 ganó 2,2 años entre 1990 y el 2000. La cohorte 2 ganó 2,5 años de educación entre 2000 y 2010. Esto es un reflejo de importantes cambios económicos y decisiones políticas que le han dado una prioridad especial a la educación en Brasil. Sólo para dar un ejemplo, el gasto social como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) en Brasil pasó de 17.63 en 1990 a 21.5 en 2000, y a 27.06 en el 2009.

Tomemos un ejemplo concreto. Un niño nacido en 1980 (cohorte 1) en un hogar campesino de bajos recursos en un área rural del nordeste brasilero[1] tenía 12 años en 1994 cuando abandonó la escuela para trabajar durante épocas de cosechas. Un niño que nació en 1984 (cohorte 2) bajo las mismas características socio-económicas pero en el nordeste, tenía 12 años en 1996 cuando el programa Bolsa Escola estaba en plena expansión. Mientras el niño de la cohorte 1 fue uno más de los afectados por el trabajo infantil en la zona, el segundo, gracias a que el subsidio logró remplazar (parte) del salario que habría ganado sí estuviera estudiando, logró terminar el bachillerato/secundaria. [2]

Es inevitable que abruptos cambios políticos, económicos y sociales afecten más a unas cohortes que a otras. Sin embargo, “el destino de las generaciones” no está escrito sí se dan segundas oportunidades a aquellos que fueron afectados por recortes en la educación o subsidios. Se necesitan secundarias “aceleradas” públicas (fast track education), gratuitas y nocturnas para personas de cualquier edad que abandonaron la escuela. Para reducir el impacto de los cambios de sectores de la economía (por ej. tecnología e información) se necesitarían sistemas públicos y gratuitos de actualización de conocimientos y habilidades, sin restricción de edad. Este instrumento de análisis también sugiere que no todo va para arriba porque cambios o recortes en el presupuesto de educación podrían reducir el numero de años de educación a los niveles de los noventa. Ésta no es necesariamente la generación más privilegiada a pesar ser tal vez la más educada. Actualmente, 14% de los jóvenes activos de 15 a 24 años en América Latina están desempleados y 60%  están en el mercado informal.

[1] Según el IBGE-2009, el nordeste Brasilero es la segunda región mas pobre de Brasil y con el segundo índice más alto de trabajo infantil. El Noreste representa una cuarta parte del PIB del sudeste, región de ciudades como Sao Paulo y Rio de Janeiro.

[2] En estas zonas rurales en Brasil muchos niños y jóvenes abandonan la escuela para trabajar durante épocas de cosechas, y por esto uno de los objetivos de estos subsidios es el de financiar  la demanda y remplazar el salario proveniente del trabajo infantil[2]. Según la Pesquisa por Amostra de Domicilios (PNAD), en el 2009, se calculaba que 9 porciento de los niños de 10 a 13 anos, y 26% de los de 14 a 17 años en el Noreste de Brasil estaban trabajando.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.

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