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Discriminación en América Latina
Vie, 27/07/2012 - 11:51

Alfredo González Reyes

¿A quién le importa la desigualdad?
Alfredo González Reyes

Alfredo González es Especialista del Programa para las áreas de Pobreza, Objetivos de Desarrollo del Milenio y Desarrollo Humano de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD, con sede en la ciudad de Nueva York. Fue Coordinador Ejecutivo de la Oficina de Investigación en Desarrollo Humano del PNUD México. Es Maestro en Política Pública por University College London (UCL) y Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

La discriminación, entendida en sus términos más generales como el trato distinto que se le da a un individuo debido a una determinada característica que, según cree quien discrimina, lo hace distinto de otros, es un fenómeno presente en la percepción de muchas personas en América Latina.

La edición 2011 del Latinobarómetro muestra que, en ese mismo año, el porcentaje promedio de personas en la región que declaró describirse como parte de un grupo que es discriminado fue de 20%; al mismo tiempo, también en promedio, los entrevistados respondieron que consideraban que un 45% de los ciudadanos de su respectivo país sufrían discriminación. Según la interpretación del mismo estudio, la diferencia entre ambos porcentajes sugiere una amplia existencia de estereotipos y prejuicios en los países analizados. Finalmente, al preguntársele a los entrevistados cuántos ciudadanos de su respectivo país eran discriminados por raza, aquéllos respondieron con 36% en promedio.

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La perspectiva económica sugiere que, además de la percepción de las personas de distintos países, la evidencia sistemática sobre las formas y la medida en que la discriminación existe en América Latina es, en el mejor de los casos, mixta. Puede encontrarse, por ejemplo, que aunque ciertas características personales (altura, sexo, apariencia indígena o no indígena) pueden llegar a hacer a una persona más o menos deseable, una vez que se cuenta con mayor información sobre esa persona la importancia de dichas características se desvanece. También puede llegar a observarse que el trato diferenciado que se le da a otros por motivos de raza o nacionalidad parece encontrarse en muchos estratos de la población, pero no entre la población más joven. En otros casos, es posible ver cómo un determinado grupo de personas muestra solidaridad hacia otro grupo que considera vulnerable en términos socioeconómicos, mientras al mismo tiempo discrimina a un tercer grupo todavía más vulnerable pero que tradicionalmente ha sido altamente estigmatizado.

Ya sea desde la percepción o desde el análisis económico tradicional, la discriminación es un fenómeno que está presente en América Latina, región que además se caracteriza por contar con una alta desigualdad. El Informe sobre Desarrollo Humano 2011 muestra, por ejemplo, con base en el índice de Gini, que 12 de los 20 países con mayor desigualdad en el mundo forman parte de esta región (de un total de 129 sobre los que se tiene información).

En un contexto de este tipo, es posible pensar que en ciertos casos la desventaja de un cierto grupo de población proviene de una larga historia de discriminación que todavía persiste en la actualidad. En otros, esta discriminación pudo haber existido durante mucho tiempo y luego haber desaparecido, abriendo la posibilidad de que la desventaja de dicho grupo de población provocada por esa discriminación llegue a desaparecer con el tiempo. Al mismo tiempo, es posible que a pesar de que cierta forma de discriminación haya desaparecido desde hace tiempo, las diferencias entre características individuales puedan derivar eventualmente en otras formas de desigualdad entre individuos o grupos.

La discriminación es, en cualquier caso, un fenómeno no deseable desde la perspectiva del bienestar social, y quizá particularmente indeseable también desde el punto de vista del bienestar subjetivo. Ya en una serie de artículos publicados aquí en Humanum se habló de varias dimensiones que deberían ser consideradas en la medición de la pobreza, una de las cuales está estrechamente relacionadas con la discriminación: la habilidad de ir por la vida sin sentir vergüenza –con énfasis en la libertad, el respeto y el estar libre de sufrir humillación. En esta dimensión la discriminación juega un papel fundamental, entre otras cosas porque se trata de una forma de humillación que “se caracteriza por relaciones de poder desiguales y acciones que afectan la dignidad y el orgullo de las personas, dando lugar a la sensación de estar siendo injustamente degradado”.

La edición 2011 del Latinobarómetro sugiere que, según la información recabada entre sus entrevistados, la discriminación en la región parece expresarse de manera importante en términos del color de la piel. El siguiente video fue realizado por una organización no gubernamental en México, y difundido en una campaña nacional contra el racismo. Más allá de sus limitaciones y posibles sesgos, el video ayuda a recordar el enorme arraigo que la discriminación puede llegar a tener, instalándose en los individuos desde edades tempranas, y ya desde entonces expresándose en actitudes de rechazo no razonado, basado en prejuicios y estereotipos. Además, mueve a preguntarse cómo se siente alguien expuesto a esa clase de rechazo sistemático desde su niñez, y cómo esto puede llegar a afectar su estima y su desarrollo en general.

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