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Ecuador: Gabriela Rivadeneira y la "legislación por resultados"
Mié, 15/05/2013 - 03:01

Hernán Ramos

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Hernán Ramos

Hernán Ramos es economista, editor, escritor, docente universitario, consultor internacional en economía y medios latinoamericanos. Fue editor general del Diario El Comercio de Quito, Editor-Fundador del Semanario Económico Líderes. Colabora habitualmente con medios de Colombia, Argentina, México. Escribe sobre temas económicos, sociales, políticos que interesan a la región.

La llegada de Gabriela Rivadeneira a la presidencia de la Asamblea de Ecuador, este 14 de mayo, es un hecho sin precedentes en la historia política del país: es mujer y aún no cumple 30 años de edad. Vale decir, esta joven oriunda de la provincia de Imbabura ha profanado las áridas estepas del poder nacional, territorio que siempre se consideró feudo de las distintas razas y rarezas de varones (o barones, en ciertos casos) experimentados de la política criolla. Sin duda, el rápido ascenso de Rivadeneira es un poderoso signo que el gobernante Movimiento Alianza País (AP) ha lanzado sobre el imaginario colectivo ecuatoriano y regional, signo que tendrá muchas lecturas y tantas interpretaciones en un país altamente politizado como el Ecuador, donde hasta los niños, en los desayunos caseros, hablan de Rafael Correa para abajo.

Aquí mis reflexiones al respecto:

1.- Inevitable cambio generacional. La salida de Fernando Cordero del escenario legislativo es igual de importante -aunque aparezca como algo menos relevante- que la llegada de Rivadeneira. El "Corcho", recordemos, llegó a la presidencia de la Asamblea tras el "exceso de democracia" que practicó su predecesor, Alberto Acosta, en los días iniciales de la poco operativa Asamblea de Montecristi. Aquel exceso acostista, ante el ojo del oficialismo, exasperó hasta el límite al propio presidente Rafael Correa, quien tuvo que echar mano del ex alcalde de Cuenca para apretar el acelerador y tramitar a todo vapor la nueva Constitución y otras yerbas legislativas. 

En tiempo récord (por cierto, embragando feamente la ortodoxia redaccional, según los constitucionalistas de oficio), Cordero hizo su tarea, mejor dicho, cumplió al dedillo la función encomendada. No entro al detalle del contenido constitucional, porque ese no es el tema de este análisis, pero diré que, en ese momento (mediados de 2008), desde el punto de vista estrictamente político, Cordero le resolvió un gran problema a Alianza País. Los años siguientes al frente del Legislativo (hasta que renunció para ir de jefe del IESS) fueron la lógica derivación de su gestión dentro de la poderosa máquina política del oficialismo. Parafraseando a Andy Warhol, esos fueron los 15 minutos de gloria del "Corcho"...

Hoy las cosas son distintas, pues el país: i) lleva más de seis años bajo el mismo gobierno, y ii) se acerca al quinto año cobijado bajo la Constitución de Montecristi en la que incidió Cordero. Esto quiere decir que el tiempo pasa y las urgencias políticas se reacomodan en el camino. Despejada la vía constitucional, pulverizada la mediocre y tembleque oposición política, consolidada la estructura administrativa del Estado y estabilizada la economía, el poder gobernante requiere ahora de nuevos soldados frente a las nuevas metas, a saber: cambio en la matriz productiva (es decir, un giro en los patrones de acumulación) y profundización del modelo político vigente (es, decir, más socialismo del siglo XXI). 

Es la hora de la generación emergente en el plano político, dado que los nuevos cuadros en el área económica desde hace rato ejercen el poder directo en las instituciones estratégicas (Senplades, Senescyt, Banco Central, Ministerio de Economía, etc.) Con la llegada de Gabriela Rivadeneira -y el resto de personajes que le rodean- se está concretando el ensamblaje generacional entre el manejo político desde el Legislativo y el cotidiano manejo del poder político-económico desde el Ejecutivo. Este hecho crucial tendrá honda incidencia en los años venideros, tanto en el plano político como en el campo económico. Visto así el nuevo tablero del ajedrez político nacional, el "Corcho" Cordero pasó de alfil a peón, y Rivadeneira, de alfil a reina...

2.- Funcionalidad y eficiencia. ¿Qué se ve en el horizonte legislativo ecuatoriano tras la llegada de Gabriela Rivadeneira a la presidencia de la Asamblea, y de Rossana Alvarado y Marcela Aguiñaga a las dos vicepresidencias? Formalmente estamos ante una inédita trilogía femenina de mando, pero aterrizando en el plano de lo concreto, se trata de un equipo de poder con agenda política y tiempos legislativos perfectamente definidos por Alianza País y por el propio presidente Correa. 

En la base de dicha pirámide se aprecia también una expandida estructura de poder legislativo anclada al férreo control de las comisiones específicas, proyectándose así la imagen de un muro político monolítico que, al inicio al menos, parece no tener grietas. Bajo esta realidad objetiva y factual, todo indica que en el Legislativo se impondrán dos conceptos: funcionalidad y eficiencia, y desde esa base metodológica se harán todas las lecturas y evaluaciones de rigor para juzgar y decidir. Porque la funcionalidad implica gestión; mientras que la eficiencia se mide por los resultados. De tal suerte que lo que veremos en la Asamblea Nacional del Ecuador en la era de Gabriela Rivadeneira, en general, será una especie de "economía política legislativa". Esto es, los ecuatorianos asistiremos al surgimiento de la edulcorada tecnocracia legislativa basada, no tanto en la oxidada y aborrecida oratoria de oropel, sino -y sobre todo- en la cultura pragmática de privilegiar  los "resultados", el credo político que admite pocos atenuantes desde Carondelet...

*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Rienda suelta... apuntes de Hernán Ramos.

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