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Educación, mercado y desigualdad en A. Latina
Mar, 11/06/2013 - 11:23

Eduardo Ortíz-Juárez

Juguemos con los impuestos…
Eduardo Ortíz-Juárez

Eduardo Ortiz-Juárez se desempeña desde 2008 como Economista en la Unidad sobre Pobreza, Desarrollo Humano y ODMs de la Dirección Regional para A. Latina y el Caribe del PNUD. Sus líneas de investigación se relacionan con pobreza, desigualdad, clases medias, vulnerabilidad, desarrollo humano y políticas fiscales. Ha sido Subdirector de Análisis Económico y Social en la Secretaría de Desarrollo Social de México, y ha realizado diversas actividades de consultoría para el PNUD, el Banco Mundial, el Centro de Estudios Espinoza Yglesias y el ITESM. Obtuvo una Maestría en Economía y Políticas Públicas y un Diploma en Análisis Estadístico y Evaluación de Impacto en la Escuela de Graduados en Administración Pública del ITESM, Campus Ciudad de México. Cursó la Licenciatura en Economía en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Las recientes cifras sobre desigualdad en ingresos publicadas por el Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS), que abarcan hasta el año 2011 para casi todos los países de la región, nos presentan algunos resultados relevantes.

Primero, respecto a los resultados previos, el descenso de la desigualdad regional durante la década pasada resultó mayor en magnitud -tasa promedio anual de -0,95% versus -0,72%-, y ocurrió en un mayor número de países: 16 de 17 en lugar de solo 14.

Segundo, en Guatemala y Uruguay, donde la desigualdad se había exacerbado, se revirtió la tendencia logrando ahora una mejor distribución del ingreso.

Finalmente, en algunos países que lideraban el descenso de la desigualdad -Argentina, Brasil, México, o Venezuela- el mismo se estancó o redujo en magnitud, al tiempo que en otros países que mostraban tasas relativamente moderadas se registraron los mayores avances.

Esto pareciera indicar un patrón de convergencia en la reducción de la desigualdad. Por ejemplo, en Bolivia el ritmo de descenso promedio anual pasó de -0,64% durante 2000/08 a -2,05% durante 2000/11, mientras que en de Nicaragua lo hizo de -0,51% durante 2000/05 a -2,64% durante 2000/09.

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La evidencia disponible sugiere, primero, que el descenso de la desigualdad provino de una mejora en la parte baja de la distribución más que de un deterioro en la parte alta. En efecto, uno de los principales determinantes de tal descenso fue el aumento salarial por hora para los trabajadores de menor ingreso[1]. Segundo, que este cambio en los salarios fue producto de un descenso en los retornos a la educación. La respuesta que no hemos encontrado es si será posible continuar reduciendo la desigualdad en los próximos años, pues el estancamiento o reducción del ritmo de descenso de la desigualdad en varios países parece sugerir que los “frutos fáciles de alcanzar” para mejorar la distribución del ingreso se están agotando.

El camino para llegar a los “frutos más dificiles” para un mayor y mejor progreso social me parece que es el de la educación. El debate ha recaído en mejorar el acceso, la calidad y los retornos de la educación terciaria. Sin embargo, poco se ha escrito sobre los retornos a la educación secundaria en donde creo que existe una ventana de oportunidad para obtener resultados positivos en el corto plazo en términos de menor desigualdad. Un reciente informe del BID muestra que la principal causa de la caida de los retornos a la educación secundaria es la falta de intersección entre las habilidades que el mercado requiere de los jovenes que pasan directo de este nivel al mercado laboral, y las habilidades que estos jovenes ofrecen. Un resultado sorprendente es que aquello que las empresas necesitan y no encuentran en el mercado laboral no está relacionado con las habilidades cognitivas, sino con las socioemocionales -e.g. perserverancia, respeto, tolerancia a la frustración, etc.

Mejorar la calidad de la educación secundaria considerando tanto las habilidades cognitivas como las socioemocionales, es primordial como objetivo de política pública. En el corto plazo, esta política daría la oportunidad de tener una mejor calidad de vida a aquellas personas que no pueden acceder -por restricciones diversas- a la educación universitaria. Según el mismo informe, por ejemplo, una persona podría ganar tres veces el salario mínimo solo con haber completado la educacion secundaria y si tuviera las habilidades socioemocionales que requieren las empresas. Incluso en el largo plazo, aun cuando se cumpliera el ideal que todas las personas tuvieran la oportunidad de acceder a la universidad, una política integral en el nivel secundario resultaría necesaria. Bajo el enfoque de Amartya Sen, todas las personas deberían vivir el estilo de vida deseado con los medios con los que cuentan; por tanto, debe existir la libertad -en sentido positivo estricto- para elegir no estudiar educación terciara y aun así tener un nivel de vida digno.

Las políticas orientadas a mejorar el acceso y calidad de la educación secundaria, respondiendo a las demandas específicas del mercado, podrían ser un espacio potencial de acción para los gobiernos de la región. Probablemente el paso inicial sería la actualización de los currículos educativos en niveles básico y secundario de acuerdo a los cambios sociales, tecnológicos y del mercado laboral. Es importante también que se haga un seguimiento al proceso de inserción laboral de los egresados, pues sería una fuente de información capaz de mostrarnos el tipo de políticas para las sociedades que queremos construir.

En lo personal creo que la respuesta es sí: de proveerse a las personas con las herramientas necesarias para poder desenvolverse en la vida, y de generarle al mercado lo que necesita, este último a través del ingreso laboral seguirá siendo mayoritariamente responsable del descenso futuro de la desigualdad.

*Esta columna fue publicada originalmente en la revista Humanum del PNUD.

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