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El fallo de La Haya
Lun, 08/10/2018 - 09:03

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

A diferencia de la controversia entre Chile y Perú (en la que Chile sostenía que la Declaración de Santiago de 1952 estableció un límite marítimo, cosa que el Perú negaba), la demanda de Bolivia contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), no negaba la vigencia del Tratado de Paz y Amistad que en 1904 estableció los límites entre ambos países. La demanda boliviana se basaba en el argumento de que, pese a ello, Chile tenía la obligación de negociar un acceso soberano al océano Pacífico para Bolivia. Tal obligación derivaría de documentos en los que Chile ofreció a Bolivia un acceso con soberanía al Pacífico. Estos son parte de los actos propios de los Estados que, bajo determinadas circunstancias, pueden ser una fuente de derecho internacional.

La decisión mediante la cual la CIJ desestimó en 2015 la excepción preliminar planteada por Chile permitió a ambas partes reivindicar una victoria parcial. En el caso de Bolivia, porque la CIJ se declaró competente para juzgar si Chile había adquirido (e incumplido) la obligación de negociar de buena fe el tema de la mediterraneidad boliviana. En el caso de Chile, porque la CIJ delimitó los alcances del fallo que habría de emitir, al sostener que "no le correspondería a la Corte predeterminar el resultado de cualquier negociación que tenga lugar como consecuencia de dicha obligación”. Es decir, cabía la posibilidad de que la CIJ decidiera que Chile tenía la obligación jurídica de negociar de buena fe, pero en ningún caso estaría obligado a que esas negociaciones concluyeran con un acceso soberano al océano Pacífico por parte de Bolivia.  

Por esa razón, la decisión de la CIJ sobre la excepción preliminar planteada por Chile permitía a ambas partes abrigar expectativas favorables sobre el fallo en torno a la cuestión de fondo. Paradójicamente, el que ese fallo fuera claramente favorable a la posición chilena contradice el argumento que personalidades como el ex-presidente Frei esgrimieran en su momento en Chile, según el cual la CIJ emite fallos "salomónicos" de tenor político antes que jurídico.

En el caso de Evo Morales, aun cuando no fuera su motivación fundamental, tal vez percibía este fallo como una oportunidad para dotar a su afán de reelección de la legitimidad que le negó el pueblo boliviano en el referendo de 2016. De ser así, no sólo no habría logrado ese propósito sino que además quedaría por ver si ser el vocero de la demanda marítima boliviana (pero no el responsable político de la derrota jurídica), contribuye a que Carlos Mesa se perfile como un contendor de Morales que pueda concitar el respaldo de la mayor parte de la oposición (bajo la premisa de que sólo una candidatura de concertación podría competir con el oficialismo en las urnas).

En cuanto al Perú, una derrota de Chile ante La Haya hubiera mantenido en agenda la posibilidad de un eventual acceso marítimo con soberanía para Bolivia por territorio que fue peruano hasta la Guerra del Pacífico. La paradoja es que, décadas atrás, esa posibilidad podría haber sido considerada por el Perú como un medio para poner distancia entre su territorio y el de un potencial rival. Hoy en cambio sería un obstáculo para una creciente interdependencia económica entre el sur del Perú y el norte de Chile que ambas partes preferirían preservar. 

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