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El modelo educativo de Guatemala rumbo al fracaso
Vie, 21/03/2014 - 08:43

Martín Rodríguez Pellecer

Destruir la política en Guatemala
Martín Rodríguez Pellecer

Martín Rodríguez Pellecer (1982) es periodista y guatemalteco. Estudió Relaciones Internacionales (una licenciatura) en Guatemala y luego una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de Madrid (España). Aprendió periodismo como reportero en Prensa Libre entre 2001 y 2007, desde la sección de cartas de los lectores hasta cubrir política e investigar corrupción. En 2007, ganó un premio de IPYS-Transparencia Internacional por el caso Pacur. Ha trabajado en think tanks (FRIDE, Flacso e ICEFI), aprendido varios idiomas, viajado por dos docenas de países, es catedrático en la URL y columnista de elPeriódico. Es director y fundador de Plaza Pública.

Uno de los viceministros de Educación decía la semana pasada que dentro de dos años se exigirá que los graduandos de secundaria hayan ganado las pruebas de matemática y español (lenguaje) para ser admitidos en las universidades. Y sí, es algo que necesitamos, subir el nivel de la educación media y de la educación superior. ¿Pero es suficiente esta medida?

¿Qué posibilidades (o imposibilidades) de ganar estos exámenes tiene un alumno guatemalteco? ¿Qué posibilidades le estamos dando como sociedad? Por ejemplo, a los niños que no pisan una escuela sino hasta sus seis años. Se imagina usted no haber tocado un crayón o un lápiz o no haber tenido alguna estimulación durante la parte más importante de formación del cerebro y de hábitos educativos. Se imagina usted que al no haber guarderías públicas, la cantidad de horas que muchas madres dedicaron a esa crianza y no pudieron desarrollarse profesional y personalmente.

No digamos el acceso a una primaria o secundaria en condiciones dignas, gratuitas y de calidad, pero si no tenemos siquiera un acceso universal a la preprimaria, ¿qué nivel estamos esperando para los alumnos en secundaria? ¿Con qué cara les estamos exigiendo?

Sí, tenemos que combatir la mediocridad, que creo que es uno de nuestros peores males nacionales, pero es como intentar mejorar el producto haciendo que se empaque de otra forma la lata. Por qué no vamos al inicio del proceso de producción en la fábrica para ver en dónde necesitamos hacer ajustes.

El Estado diseñó su política educativa en 1871 diciendo que era una responsabilidad de las fincas, que obviamente nunca la dieron. Por eso es tan preocupante que en 2014 se confíe la responsabilidad de la educación universal para niños de regiones del país a las grandes empresas privadas como parte de su responsabilidad social empresarial. ¿Qué garantía tenemos los ciudadanos que estas empresas vayan a enseñar la historia basada en hechos comprobables y no en ideología?

Un siglo después, por 1985, refrendamos todos una Constitución que volvía a hablar de educación universal, gratuita y de calidad, pero sin pagar impuestos para que el Estado pudiera garantizarlo. Y todos nos oponemos a pagar más. La clase media tradicional, la emergente, la clase alta tradicional y la emergente. Además de cobrarles el IVA, sería un descaro cobrarle más impuestos a las familias o las personas que ingresan menos de Q4 mil al mes.

Y la educación es una muestra que no es una cuestión de distribuir mejor o de corrupción absoluta. Es el ministerio con más aumentos, que representa alrededor del 16% de todo nuestro presupuesto y uno en el que es muy difícil robarse dinero. Y es absolutamente insuficiente para una educación con dignidad. ¿Cambiamos de forma a la lata del producto o hacemos ajustes en el proceso de producción?

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