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El peligro de enfrentarse a un publicista de escritorio
Mar, 03/06/2014 - 23:22

Paola Cortés Pardo

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Paola Cortés Pardo

Paola Cortés Pardo es publicista, candidata a Doctora en Dirección de Empresas en la Universidad de Valencia (España), Magister en Mercadeo y  Docente del Programa de Mercadeo Internacional y Publicidad de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas  de Universidad Icesi (Colombia). Ha sido Docente invitada en la Maestría de Comunicación y Marketing de la Universidad de Especialidades del Espíritu Santo (Ecuador).

Para nadie es un secreto que el negocio de la publicidad es altamente lucrativo y divertido, pues es una actividad que exige estar en aprendizaje constante y en una actualización diaria con los acontecimientos que ocurren en el mundo. Hasta aquí todo suena muy bien, a tal punto que otros profesionales se sienten atraídos por la publicidad y envidian los procesos que se llevan a cabo en ella, pues en otras profesiones el día a día es repetitivo y aburrido.

Pero lastimosamente el camino de los publicistas se ha desviado y es común encontrar en la actualidad a profesionales  que se encierran en su “micro mundo” y desde allí pretenden dar soluciones de comunicación a un mercado cada vez más convulsionado y cambiante.

Convertirse en un publicista de escritorio es el principio del fin para quien se dedica a crear mensajes publicitarios creativos, que buscan conectarse con la gente o con públicos objetivos, si prefiere llamarlos así, con el fin de impulsar la compra de un producto o servicio; pues no es lo mismo ver al consumidor a través de un brief o un estudio de mercado, que observarlo en lugares naturales (supermercados,  tiendas, etc) donde se desarrolla la compra. Estos ejercicios de observación no solo permiten confirmar la información del brief (documento que entrega el cliente para ayudar en la definición del proyecto), sino también conocer de primera mano el comportamiento que una persona tienen al momento de adquirir un producto o un servicio. 

Lo ideal sería poder conseguir un insight (revelación acerca de un público objetivo, una suerte de epifanía alcanzada por el publicista), pues así el ejercicio quedaría completo y se podría orientar mejor la comunicación que se plantea. Esto suena muy fácil, y es posible que muchos estén pensando mientras leen este articulo que es difícil hacerlo con cada cliente que se atiende, pues el día a día de los publicistas es complicado y lleno de trabajo. Pero ¿qué ocurriría si estas labores se hacen en momentos en los que se va de compras, cuando se está fuera de la oficina o simplemente se delimita un instante para hacerlo y enriquecer así el trabajo creativo?

Es verídico que el trabajo de un publicista es extremadamente estresante y que cada vez más los clientes dejan para ultima hora la creación de las campañas publicitarias, pero este argumento también se convirtió en excusa para que en muchos casos los publicistas realicen estrategias y campañas, de mercados que no conocen y que además no se interesan por conocer; este ultimo es tal vez el más peligroso de los casos, porque sería algo así como un cáncer profesional, ya que cuando se advierte su presencia, normalmente es tarde.

No hay nada más perjudicial para una marca que un publicista que no se informa y que no está conectado con la actualidad local, nacional y mundial. Los mercados son cambiantes y tener poca información  hace que las estrategias sean pobres y estén desenfocadas, generando inconformidad en el cliente, lo cual puede llevarlo a buscar otros publicistas capaces de vincularse con su marca en todo sentido.

Este artículo, más que criticar, pretende encender las alarmas e invitar a los publicistas a ser más inquietos, curiosos, preguntones y no dejarse encerrar en su escritorio, pues desde allí la realidad se ve tan falsa, como las estrategias y campañas que surgen de los que se han convertido en publicistas de escritorio.

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