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El pérfido gobierno italiano
Mié, 29/08/2018 - 09:22

Bernd Riegert

Grecia: la continuación de la tragedia
Bernd Riegert

Bernd Riegert es periodista de Deutsche Welle.

El Gobierno populista de Italia se luce haciendo lo que los populistas mejor hacen: tergiversar los hechos, atizar emociones, celebrar victorias imaginarias y extraerles capital político mientras orean acusaciones falsas y consignas simplonas. El ministro italiano de Desarrollo, Luigi Di Maio, tuvo la frescura de decir que Italia le aporta anualmente 20.000 millones de euros al presupuesto del bloque comunitario. Eso es falso: la contribución neta de Roma fue de 3.300 millones de euros en 2017. El comisario a cargo del presupuesto, Günther Oettinger, corrigió la "fake new” de Di Maio sin ambages.

El líder del populista Movimiento Cinco Estrellas amenazó con suspender los aportes italianos al presupuesto europeo actual. Para empezar, eso es ilegal y, en segundo lugar, eso constituye una extorsión muy burda que la UE rechazó de inmediato. Di Maio y el ultraderechista Matteo Salvini, ministro del Interior, siguen afirmando que la UE le había asegurado a Italia que acogería a todos los inmigrantes que llegaran a sus costas. También eso es falso. Los Estados miembros, que de por sí pretenden blindarse para no recibir a inmigrantes, nunca aceptaron ese acuerdo; lo único que hicieron algunos de ellos fue manifestar su disposición voluntaria a acoger eventualmente a unos pocos de los refugiados que arribaran a Italia. La solidaridad nunca fue más allá de ese gesto.

Extorsión, mentiras, nacionalismo: Italia se desploma

Completamente abstruso es el argumento según el cual la Comisión Europea en Bruselas es responsable por la acogida de los refugiados. Di Maio y Salvini saben perfectamente que los Estados nacionales son las únicas instancias que pueden decidir sobre la materia. Y, por cierto, la falta de solidaridad de la que se queja Italia también es exhibida por Gobiernos populistas como el de Viktor Orbán, el autócrata del Danubio, quien desde Budapest se niega a recibir a un solo migrante, a pesar de que es la propia Italia la que se lo pide.

Salvini, quien hace campaña electoral desvergonzadamente con la cuestión de los inmigrantes en Italia, a pesar de que las cifras actuales de llegada están lejos de ser críticas, tiene una receta tan simple como misantrópica: aislar a Italia y ahuyentar a los migrantes cueste lo que cueste, así sea obligando a los barcos que los rescatan en el Mediterráneo a buscar puertos en otros países. La política que se implementa, a toda costa, es la de "¡Primero Italia!”.

El hecho de que Salvini y sus camaradas terminaran secuestrando a un barco de la guardia costera italiana, el Diciotti, en un puerto nacional es un exceso hasta para la Justicia del país sureuropeo; las investigaciones por privación de libertad ilegal ya están en marcha. Lo más seguro es que esas pesquisas no lleguen a nada, pero ellas son, al menos, una pequeña y visible señal de resistencia contra el curso de los populistas en Roma. La reacción de Salvini era de esperarse y es de un nivel muy bajo: a sus ojos, las averiguaciones son una "vergüenza” porque, a su juicio, lo que está en juego es Italia; al mismo tiempo, las investigaciones en cuestión son "una honra” porque le dan relieve a su lucha contra el sistema. Esos ataques tan poco serios contra la Justicia los hemos visto últimamente en la Casa Blanca; sería terrible que se volvieran parte de la cotidianidad italiana.

Italia va a tomar riesgos

Es cierto que, después de tres años, los socios de la UE no han logrado ponerse de acuerdo ni sobre la reforma del sistema comunitario de asilo ni sobre una repartición razonable de los migrantes en territorio europeo. Ese es un flanco abierto del que sacan provecho los populistas de Italia y los países vecinos: su lema es "la Unión Europea tiene la culpa de todo”. Esa reacción refleja es errada, por supuesto. Los problemas por enfrentar son complejos e Italia es una de las instancias que ha obstaculizado la reforma de los procesos europeos en los últimos años.

Que ahora se actúe unilateralmente y se ignore todo tipo de regulaciones europeas, incluidas las humanitarias, como lo hacen Matteo Salvini y Luigi Di Maio, es intolerable. De esa manera, ellos hunden el hacha en los cimientos mismos de la UE. Ellos no pueden, no deben seguir adelante a punta de chantajes. Los italianos pueden causar muchas molestias durante las negociaciones del presupuesto comunitario para el período 2021-2027. Hay que contar incluso con que los radicales de derecha y los populistas se arriesguen a abandonar la eurozona o la UE para imponer su voluntad. Después del "brexit” y del deterioro de las relaciones con Polonia y Hungría, se desarrolla a gran velocidad en Roma la próxima crisis europea.

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