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El viaje de Trump al Oriente
Lun, 15/05/2017 - 10:16

Esther Shabot

Amos Oz, más allá de la literatura
Esther Shabot

Esther Shabot Askenazi es licenciada en Sociología de la UNAM (1980, México), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana (1982-1985). De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional", tratando asuntos del Oriente Medio. Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior, donde trata asuntos internacionales.

A pesar de los múltiples líos en los que está metido actualmente el presidente Trump en su ámbito doméstico debido, entre otras cosas, al despido del director del FBI, James Comey, y las consecuentes sospechas aumentadas de que algo grave esconde el mandatario respecto a sus relaciones con Rusia, sigue en pie hasta ahora el plan de realizar su primer viaje al exterior, dentro de una semana. Su primer destino será Arabia Saudita, donde arribará el 21 de mayo. La importancia de la relación con Riad obedece tanto a factores económicos como político-estratégicos. La interdependencia mutua entre Estados Unidos y la monarquía saudita tiene que ver con jugosas inversiones, petróleo, seguridad, venta de equipo militar sofisticado que Riad necesita para proteger sus intereses regionales, y por último, pero no menos importante, la confrontación abierta que ambos manifiestan hacia Irán.

Desde su campaña y hasta ahora, Donald Trump no ha dejado de condenar el acuerdo del G5+1 firmado por su antecesor con objeto de poner fin a la carrera nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones. Trump siempre ha dejado claro que para él, Irán seguirá siendo un enemigo irreconciliable y que el acuerdo fue un error.  Y ni qué decir de la hostilidad entre Riad y Teherán, máxima expresión del grave conflicto hoy prevaleciente entre el mundo musulmán sunnita y el chiita.

La agenda diseñada por los sauditas para la visita del mandatario norteamericano consta de tres eventos. Primero, un encuentro con el rey y su corte, después una reunión con los líderes del Consejo de Cooperación del Golfo, y finalmente una sesión en la que estarán invitados una buena cantidad de líderes y altos representantes del mundo musulmán sunnita. La seguridad y el combate al terrorismo se presentan como temas prioritarios, pero no cabe duda que Trump intenta mediante esta visita, apaciguar también el resentimiento musulmán general que levantaron hacia él sus intentonas de prohibir la entrada a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría islámica.

La segunda parada de Trump será Israel, donde se entrevistará con el premier Netanyahu, a lo que seguirá un encuentro en Belén con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Este destino elegido tiene que ver con el interés que Trump ha manifestado por lograr un importantísimo triunfo en política exterior, mediante la solución del conflicto israelí-palestino. En este tema, es evidente el nerviosismo del liderazgo israelí, el cual había previsto durante la campaña electoral norteamericana que el triunfo del republicano le aseguraría luz verde para continuar con su proyecto de expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania. Sin embargo, las cosas no han resultado como preveían Netanyahu y sus aliados, ya que una vez en la presidencia, Trump ha manifestado una postura más cauta, recibiendo y escuchando con cordialidad los reclamos palestinos durante la visita que hizo Abbas a Washington. De hecho, Netanyahu se vio obligado a ordenar la suspensión temporal de la construcción de asentamientos hasta no precisarse qué está dispuesto Trump a avalar al respecto.

El Vaticano ha sido programado como el punto final del viaje de Trump. La visita al papa Francisco tiene sobre todo un valor simbólico, ya que constituirá la muestra de la solidaridad de Trump con la grey cristiana del mundo tras haber pasado por los lugares emblemáticos del islam y el judaísmo. Y conociendo la personalidad del papa Francisco, existe la incógnita de si éste se limitará a protagonizar un encuentro meramente protocolario o si lanzará al presidente Trump algunos mensajes críticos debido a su continua transgresión de valores humanistas defendidos con firmeza por el Papa, por ejemplo, en lo referente a la acogida de refugiados. Hasta ahora, Trump ha fallado rotundamente en sus políticas internas, y pronto se sabrá también si su carácter problemático, falta de experiencia y propensión a mentir y engañar se revelan de igual manera en el ámbito de las relaciones internacionales.

*Esta columna fue publicada originalmente en Excélsior.com.mx.

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