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Elecciones presidenciales en Venezuela: ¿final fotográfico?
Jue, 04/10/2012 - 10:04

Carlos Antonio Romero Mendez

Elecciones presidenciales en Venezuela: ¿final fotográfico?
Carlos Antonio Romero Mendez

Carlos Antonio Romero Méndez es venezolano y politólogo y doctor en Ciencias Políticas. Obtuvo la Licenciatura en Estudios Políticos y Administrativos en la Universidad Central de Venezuela en 1978, la Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), en 1979, y el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela en 1989. Es autor de cinco libros, más once en colaboración, ha publicado más de 100 artículos académicos y ha participado en más de 300 eventos académicos nacionales e internacionales como conferencista y panelista. El profesor Romero ha sido subdirector (1996-1998) y director, en dos ocasiones, (1998-1999 y 2005-2006) del Centro de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela; coordinador del Doctorado en Ciencias Políticas de esa Facultad (1992-1999); asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela (1991-1992 y 1999) y coordinador de varios proyectos internacionales de carácter académico, entre otros, con el Social Science Research Council (1989), la Fundación Tinker (1992 y 1993) y la Fundación Friedrich Ebert (2006 y 2011).

“Voto oculto”, “cabeza a cabeza”, victoria segura, estos son las palabras que se oyen en los últimos días en Venezuela y que de cierta manera ayudan a la campaña del candidato de la oposición, Henrique Capriles.

Una operación audiovisual es lo que está detrás de todos estos indicadores electorales que favorecen al candidato de la oposición, que se basa en la intención de voto y que le dan una ligera ventaja de unos 2 a 4 puntos.

¿Qué de cierto hay en esto? ¿Y qué pasa con el gobierno y el oficialismo que no contestan esta avalancha mediática?

Es un problema de perspectiva. El gobierno y el oficialismo se han concentrado en la maquinaria y en la logística electoral para el día 7 de octubre. Teniendo en cuenta que el presidente Chávez no se pudo movilizar a sus anchas, los estrategas “rojitos” han preferido orientar la campaña manifestando que Chávez puede seguir como presidente y enfatizando la posibilidad de controlar el voto de más de 8 millones de simpatizantes. A esto se le agrega la tesis del gobierno y del oficialismo de que la oposición venezolana está desarrollando esta operación de optimismo en la victoria para luego, al conocerse los resultados adversos, comenzar a gritar que hubo fraude y a dudar de las cifras oficiales.

En este contexto, la guerra de las encuestas le ha dado una plataforma favorable a Henrique Capriles generando una “sensación de victoria” que es multiplicada en los medios de comunicación que son partidarios de la oposición. Esta sensación no es combatida por el gobierno y el oficialismo de manera tradicional; es decir, no están atacando por la vía de la confrontación ideológica, sino más bien han reducido su presencia mediática y por ello, para un espectador desprevenido puede parecer que el chavismo se prepara para la derrota.

En verdad los oficialistas sí están dispuestos a desplegar a sus militantes y simpatizantes a partir del mediodía del domingo 7, una vez que hayan certificado que todos los controles sobre el votante funcionaron.

Hay tres tipos de encuestas. Las más exagerada que le dan una ventaja de 15 a 20 puntos a Chávez; las que dicen que Capriles gana por poco margen y las que plantean que ambos candidatos están cerca y que es difícil pronosticar quién ganará las elecciones.

Es por ello, que la única posibilidad de que Capriles gane es que haya un “lanslide”, una votación muy alta y esto no se proyecta en las encuestas.

Ya es hora de resumir las características más importantes de la campaña. Desde el punto de vista general, destaca el hecho que por primera vez desde 1998, Chávez tuvo un contendor serio, con recursos y con carisma y que logrará un importante cúmulo de votos. En segundo término, nunca antes hubo tanto ventajismo por parte del gobierno, aunque de manera paradójica, la ausencia paulatina de Chávez como candidato a full máquina, redujo el nivel de enfrentamiento entre ambos sectores.

Desde el punto de vista particular, la candidatura de Chávez se desarrolló de manera confusa, no logró el entusiasmo de otros procesos, dada la ausencia de Chávez y la campaña estuvo signada por la baja puntuación que recibió la gestión del gobierno. En verdad, toda la respuesta oficialista se proyectó con una fatiga permanente. Si gana Chávez estará presente el tema de la incertidumbre sobre si podrá ejercer la presidencia y hasta cuándo.

Pero:

1).- Él es el presidente de un país con muchos recursos bajo control del Ejecutivo;

2).- El tutelaje social le ha dado resultado. Los sectores más populares reciben "algo" de forma permanente del gobierno;

3).- Chávez tiene un “carisma” que no tienen ni su contendor ni sus seguidores;

4).- Desde 2004, Chávez no ha tenido una presión internacional en su contra; Chávez controla las Fuerza Armadas y el PSUV es el partido más grande en Venezuela; a todo esto se le llama "EL PESO MUERTO", activos que lo colocan como favorito para ganar las elecciones, así sea “en un final de fotografía”, a pesar de la reducción de la popularidad del presidente y del aumento del caudal electoral de Henrique Capriles.

La candidatura de Capriles destacó por haber penetrado sectores populares y por el manejo de las manifestaciones populares en la calle, marchas y mítines.

La enfermedad del candidato-presidente ha afectado para bien a Capriles, porque Chávez no ha tenido tanta capacidad de movilización. A la oposición, le ha permitido compartir la calle por primera vez con el candidato oficialista, cosa que no se veía en elecciones anteriores, pues los opositores no penetraban los sectores populares más marginales.

De hecho, lo que queda es echar el resto y para ambos sectores controlar al elector el día de los comicios. Se trata de perfeccionar la logística de cada sector, plano en el cual, al menos desdel punto de vista formal, la estructura chavista cuenta con más recursos.

Recordemos que esto no es una elección normal, es una elección en donde está presente la enfermedad del presidente Chávez, lo cual no le ha permitido trazar una campaña efectiva; se observa además cómo se han utilizado los recursos del Estado a favor de un determinado candidato y por lo tanto se ha dado una ventaja en el plano de la logística y del espectro audiovisual.

Faltando pocos días para las elecciones, los 13.000 centros electorales y las 37.000 mesas electorales están ya confeccionadas y todo está listo para el proceso del domingo 07 de octubre.

Tanto por las condiciones generales del proceso, como unas de carácter específico, estas elecciones presidenciales de 2012 han sido francamente peculiares: por la presencia de la enfermedad de Chávez y por el acercamiento porcentual de los candidatos, pero sobre todo por el estado general de decadencia de un gobierno incapaz de acabar con los problemas nacionales.

En síntesis, “la guerra de las encuestas” ha marcado estas últimas semanas a la contienda electoral presidencial, destacándose el aumento del caudal porcentual de Henrique Capriles. Sin embargo, eso no es suficiente para ganar unas elecciones en donde el ventajismo del gobierno y el control oficialista de la maquinaria  se vislumbran como un freno a la aspiración mediática de la oposición.

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