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Esto no es lo que parece
Mar, 12/06/2012 - 15:26

Carlos Tromben

Disparen contra el banquero
Carlos Tromben

Carlos Tromben es editor ejecutivo de la edición internacional de AméricaEconomía.

Siguiendo la crisis europea no puedo dejar de recordar el cuadro del pintor surrealista René Magritte, aquel donde debajo de una pipa minuciosamente dibujada y pintada (a la manera de un anuncio publicitario) se lee: “esto no es una pipa”.

El cuadro se llama La Perfidia de las Imágenes y podría aplicarse, por ejemplo, al presidente español Mariano Rajoy. Como comentó el catavenenos J.M. Izquierdo en El País, a propósito de los titulares alienígenas de la prensa española para referirse al peor terremoto financiero y económico en décadas, Rajoy y su equipo consideran el rescate (bailout) de la banca de su país un préstamo “de amiguete”, sin condiciones.

Sería la primera vez que un alemán firma un cheque en blanco, pero vamos que la fe mueve montañas.
Alberto Sordi, el gran actor italiano de los 60 y 70, protagonizó más de una escena en que su mujer lo sorprende con otra. “No es lo que parece”, le decía Sordi a su sufrida y crédula cónyuge mientras la amante cubría su desnudez con una sábana y se retiraba discretamente. Solo que los activos tóxicos no se esfumarán motu propio como las amantes de Sordi, ni los ahorristas y votantes europeos serán tan crédulos como la esposa.

El no-rescate español sería por la bagatela de 100.000 millones de euros, un accidente contable que el presidente español no consideró suficiente para alterar su plan de fin de semana: rajar en el avión oficial a alentar al equipo cuya camiseta parece roja pero no lo es. Su imagen celebrando el gol de Cesc Fabregas contra Italia quedará en la memoria colectiva como esos momentos que marcan el fin de una época y el comienzo de otra más incierta, peligrosa y, quizá, más violenta.

Debamos quizá acostumbrarnos a este tipo de imágenes que parecen broma cruel o involuntaria de gente que se toma muy en serio. Como la del líder neonazi griego que la semana pasada agredió en cámara a dos diputadas de izquierda: se querelló contra ellas por “agresión verbal”.

Habrá que acostumbrarse a imágenes como las que difundió el Irish Independent. Confundido entre miles de hinchas irlandeses con su boina verde figuraba Sean FitzPatrick, ex presidente del Anglo Irish Bank, epicentro de la burbuja inmobiliaria irlandesa y cuya quiebra y posterior rescate con fondos públicos arrastró consigo a todo el país.

Un rescate que hoy se parece demasiado al de la banca española: comenzó con el gobierno de turno señalando que el banco era solvente, solo para desdecirse semanas más tarde inyectando 4.000 millones de euros. Semanas antes FitzPatrick había renunciado a la presidencia después de que se revelara que el banco le había prestado 87 millones para comprar acciones… ¡del propio banco! Según el Irish Independent, FitzPatrick viajó a Polonia para apoyar a la selección y se alojó en un hotel de 500 euros la noche, mientras el resto de los sufridos paddies dormía en las calles de Poznan.

Dar malas noticias es desagradable, pero aquellos que han sabido hacerlo on entereza han pasado a la historia. Churchill es el ejemplo más conocido de líder en la adversidad, y lo que lo hizo conocido es que ofreció a los ingleses sangre, sudor y lágrimas. Hasta un dictador como el ruso Stalin, no precisamente un campeón de la transparencia, reconoció en el otoño de 1941 que las pérdidas humanas y materiales de los soviéticos eran enormes. Y permaneció en el Kremlin, escondido en el búnker, presumimos, pero se quedó.
Por alguna razón son más los gobernantes que prefieren los eufemismos y el escamoteo.

Más los tecnócratas que ocultan y procrastinan (un anglicismo que la Real Academia debiera regularizar de inmediato), dos estrategias que siempre terminan mal.

Me recuerda también el cuadro de Magritte muchas cosas que hace y dice el gobierno argentino: su no-devaluación, sus cifras de no-inflación. Y las encuestas presidenciales en México. Y las sucesivas cirugías y tratamientos exitosos de Hugo Chávez. Números y frases que no son lo que parecen. Los pinochetistas, en cambio, han estado siempre en contra de estas tendencias: son lo que parecen.

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