Pasar al contenido principal

ES / EN

Extremismo a la carta en Europa
Dom, 08/06/2014 - 13:52

Farid Kahhat

Las buenas noticias que trae el fallido atentado a Times Square
Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Cabalgando sobre un caudal de 23 millones de votos, la extrema derecha consiguió por primera vez en 2007 los escaños necesarios para formar una bancada en el Parlamento Europeo. Entonces, el diario británico “The Independent” publicó el siguiente titular: “Enemigos de los gitanos, negadores del Holocausto, xenófobos, homofóbicos, anti semitas: la nueva fuera política de la Unión Europea”. Este año partidos con idearios afines consiguieron una representación aún mayor, ¿debería eso ser una fuente de preocupación? 

Aunque escasas, existen buenas nuevas. La primera la brinda Holanda, país en el que la participación electoral fue mayor a lo esperado, razón por la cual el Partido por la Libertad, de Geert Wilders, cayó del segundo al cuarto lugar en el voto popular. Eso confirma algunas tendencias seculares. De un lado, que la participación en las elecciones para el parlamento europeo es sensiblemente menor a la que se da en elecciones nacionales, y dada una mayor movilización de su electorado, los extremistas suelen obtener mejores resultados en elecciones europeas que en elecciones nacionales. De otro lado, a diferencia de las elecciones de medio término en Estados Unidos (donde la certeza de que la abrumadora mayoría de congresistas serán reelegidos contribuye a explicar una menor participación), en las elecciones europeas la representación es relativamente proporcional y la tasa de rotación en los escaños suele ser elevada, por lo que constituyen una ocasión ideal para emitir un voto de protesta. Por ejemplo, el Partido por la Independencia del Reino Unido pudo obtener en su país la mayor votación en las elecciones para el parlamento europeo, pero no cuenta con un solo escaño en el parlamento británico.   

La otra buena nueva es que la extrema derecha europea constituye una fauna feral, pero a la vez variopinta. En el caso de Geert Wilders, por ejemplo, sabemos por propia confesión de su islamofobia. Aunque aclare de inmediato que odia al Islam, no a los musulmanes (del mismo modo, presumo, en que la Inquisición flagelaba el cuerpo perecedero de sus víctimas, no su alma inmortal). Pero a Wilders no se le pueden endilgar los demás calificativos contenidos en el titular antes citado: a diferencia del partido húngaro Jobbik, no tiene particular animadversión hacia los gitanos. A diferencia del fundador del Frente Nacional francés, no niega el Holocausto. A diferencia del partido griego Amanecer Dorado, no es anti semita. Y a diferencia de todos los anteriores, no es homofóbico. Algunos de esos partidos quieren abandonar el Euro pero permanecer dentro de la Unión Europea, otros quieren abandonar la propia Unión Europea, y así sucesivamente: los extremistas europeos coinciden en fobias puntuales (sobre todo hacia los inmigrantes), pero están en desacuerdo en una infinidad de temas. Y una de las pocas cosas en las que coinciden (su nacionalismo exacerbado), es un obstáculo para su cooperación (los nacionalismos exacerbados suelen definirse por su mutua animadversión). 

Una mala nueva sería que la vigencia de estos movimientos trasciende los tópicos habituales. La crisis económica no es su única explicación, porque algunos países duramente golpeados por la crisis (V., España, Irlanda y Portugal), no albergan grandes partidos extremistas. Tampoco lo es la inmigración, porque países con una alta proporción relativa de extranjeros no comunitarios (como España o Alemania), no tienen grandes partidos extremistas, a diferencia de países (como Hungría), que cuentan con más xenófobos que extranjeros.  

Países
Autores