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Fuera de servicio
Jue, 09/02/2012 - 09:52

Yoani Sánchez

La despedida de Fidel: a su manera
Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.

Pesa más que un “matrimonio mal llevado”, decía mi abuela de aquel teléfono negro y enorme que había en casa de una vecina. Tenía un cable muy corto y después de hacer una llamada, mi dedo índice estaba manchado con el polvo que había bajo el disco de marcar. Aún así yo aguardaba ansiosa el grito que le anunciaba a mi madre que la llamaban del trabajo o de alguna provincia.

Íbamos corriendo escaleras arriba para pegar el oído al auricular y escuchar lo que una voz cuasi metálica decía al otro lado. Entre las más de diez familias que habitaban aquel solar, solo había dos con líneas telefónicas. Así que reñirse con los dueños de tan importante artilugio era quedarse desamparado, incomunicado.

Si en marzo de 2008 Raúl Castro hubiera imaginado el papel que jugaría la telefonía móvil en la incipiente sociedad civil cubana, probablemente nunca hubiera liberado su uso. Antes de esa fecha, los cubanos debían buscar a un extranjero que formalizara el contrato de celular y después les permitiera usar el servicio. La deseada tarjeta SIM solo podía ser adquirida por los mismos que disfrutaban de las habitaciones de los hoteles y los autos rentados, en fin, por gente que no había nacido en esta isla.

Afortunadamente, ese apartheid ya terminó hace casi cuatro años y hasta la fecha más de 1,2 millones de usuarios han contratado los servicios de prepago de Cubacel. Tal cifra no debería siquiera alegrarnos, pues todavía estamos muy por detrás del resto de las naciones latinoamericanas.

No obstante las limitaciones que trae su alto costo, la baja cobertura en muchas zonas del país y la suspensión temporal del servicio a usuarios incómodos, la telefonía celular ha terminado por cambiarnos la vida. En este tiempo, la posibilidad de enviar y recibir mensajes de texto ha potenciado el contacto entre ciudadanos, el intercambio de noticias y la invaluable posibilidad de publicar en Twitter sin acceso a internet.

Hace unos días, comenzó a regir una rebaja de 44% para los sms nacionales, aunque todavía estamos a años luz de los precios vigentes en el resto del mundo. Si el objetivo de la única empresa de telefonía del país es atraer así a más clientes para recaudar mayores beneficios, tendrá que aceptar también el efecto colateral de liberación informativa y comunicativa que esto conllevará. Cubacel calcula los beneficios económicos, pero es incapaz de advertir -en su verdadero potencial- la poderosa herramienta social que ahora llevamos en nuestro bolsillo.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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