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Gas por mar: por ahora, una propuesta inviable entre Chile y Bolivia
Mié, 30/01/2013 - 23:02

Marcelo Ostria Trigo

¿Volver a Charaña?
Marcelo Ostria Trigo

Abogado boliviano, fue Encargado de Negocios en Hungría (1971-1973), Embajador en Uruguay (1976-1977), Venezuela (1978), Israel (1990-1993) y Representante Permanente ante la OEA (1999-2002). Se desempeñó como Secretario General de la Presidencia de la República (1997-1999) y como Asesor de Política Exterior del Presidente de la República (2005). En el Ministerio de Relaciones Exteriores, entre otras funciones, fue Director de Asuntos de América Latina, Director General de Política  Exterior y Viceministro de Relaciones Exteriores. Es columnista de los diarios El Deber de Santa Cruz (Bolivia),  El Nacional (Tarija, Bolivia) y de Informe (Uruguay). Ha publicado los libros “Las negociaciones con Chile de 1975” (Editorial Atenea, 1986), “Temas de la mediterraneidad” (Editorial Fundemos), 2004) y “Baladas mínimas” (Editorial El País, 2010).

La propuesta llamada “gas por mar” presentada por el presidente de Bolivia, Evo Morales, en la Cumbre de la Celac-UE para solucionar el problema de le mediterraneidad de Bolivia, y la tajante negativa del presidente de Chile, Sebastián Piñera, han causado enorme revuelo en los dos países. En verdad, no sorprendió que nuevamente Evo Morales se refiera a la mediterraneidad de  Bolivia en una cumbre de países con distintos propósitos a los de ventilar diferendos o controversias.

El presidente boliviano no fue claro en su proposición. Esto dio lugar a que se interprete que había propuesto a Chile que ceda a Bolivia una salida soberana al mar, a cambio de la provisión de gas, presumiblemente como compensación. Pero, muy pronto la confusa propuesta del mandatario boliviano fue “aclarada” por funcionarios de su gobierno y, sorpresivamente, por el ex presidente Carlos Mesa, en sentido de que no se trataría de compensar a Chile con gas por la eventual cesión a Bolivia de una salida soberana al mar, sino de una oferta de venderlo -es decir, como proveedor seguro- a Chile, luego de que se concrete dicha solución de acceso al mar a Bolivia. Por su parte, el ministro boliviano de Gobierno, Carlos Romero, también aseguró que el presidente Evo Morales fue malinterpretado y que en ningún momento ofreció a Chile gas a cambio de una salida marítima para Bolivia. Según este funcionario, lo que realmente dijo el presidente Morales fue que, una vez concretada la cesión de una salida al mar a Bolivia, “se podía pensar” en conversar sobre la exportación gasífera a Chile.

Carlos Mesa, fue el vicepresidente que asumió el mando de la nación en octubre de 2002, cuando fue derrocado el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada por el “pecado” de intentar la exportación de gas a mercados del norte, a través de un puerto chileno. Mesa, entonces, adoptó la llamada “Agenda de Octubre”, impuesta por los revoltosos, en la que se “prohibía” exportar gas boliviano a Chile, o a cualquier otro país a través de los puertos de país vecino. Pronto, Mesa varió su posición y estableció, a través de un plebiscito, la política de su gobierno. La pregunta fue: “¿Está usted de acuerdo con la política del presidente Carlos Mesa de utilizar el gas como recurso estratégico para el logro de una salida útil y soberana al océano pacífico?”. Nótese que se trata de un texto difuso, pues no se explicó el alcance de eso de “utilizar el gas como recurso estratégico”. Por lo demás, Mesa no propuso una política de Estado, sino “su” política.

Naturalmente, el ex presidente Mesa ahora aprovecha la ocasión para recuperar vigencia. Esta vez de la mano de Evo Morales. Y dice: el presidente Evo Morales nunca ofreció “gas por mar” y, apela a una acusación: “ese (la proposición de gas por mar) es un ‘paquete’ que fue ‘vendido’ por los medios de comunicación chilenos y en el que lastimosamente cayeron muchos periodistas bolivianos”.

¿Qué gas ofrece Evo Morales vender, o dar como compensación por una salida soberana al mar eventualmente cedida por Chile? Por lo que se sabe, con el actual ritmo de inversiones para el descubrimiento de nuevos yacimientos de  gas, solo será posible cumplir con los compromisos de venta a Brasil y Argentina y satisfacer la creciente demanda interna. Es que no parece haber variado sustancialmente la situación que se presentaba a fines de 2010, cuando Bolivia pasó, de tener reservas probadas de 28,7 TCF’s el año 2005, a 8,86 TCF's el año 2010. Entonces, ya fue claro que las reservas no alcanzarían para proveer adicionalmente gas a la proyectada acería en los yacimientos de hierro del cerro Mutún en el Oriente boliviano, cuya explotación  estuvo a cargo de la compañía hindú Jindal Steel Co., que finalmente abandonó el proyecto.

Las últimas estimaciones sobre las reservas de gas de Bolivia alcanzarían a 9,91 TCF's y, pese al gran potencial gasífero de su territorio, un posible aumento de las  mismas resultaría en excedentes de gas sólo dentro de ocho años, si se invierte lo requerido para el descubrimiento de nuevos yacimientos. Esto, naturalmente lo sabe el presidente Morales. Probablemente, el solícito ex presidente Mesa lo ignora.

Pero, además de la inviabilidad de la proposición del presidente Morales, su presentación fue, por lo menos, imprudente. Sorpresas como ésta no son propias de un buen manejo diplomático. La trascendencia de un asunto como la solución de la mediterraneidad de Bolivia exige preparación, consultas previas y, por supuesto, negociaciones. Sólo así se evita rechazos públicos que son difíciles de revertir; más aún si las respuestas, como la del presidente Piñera, son torpes y cierran posibilidades de entendimientos futuros.

Una vez más, el presidente Piñera, justificó su cerrada negativa en la “santidad” de los tratados de límites, sosteniendo que Chile no está -alguna vez dijo que nunca estuvo- en disposición de ceder a Bolivia una salida soberana al mar. Esta inexactitud la repite constantemente. Pero la historia muestra los contrario: en 1950 Chile declaró oficialmente que estaba “llano a entrar formalmente en una negociación directa destinada a buscar una fórmula que pueda hacer posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al Océano Pacífico” (nota del canciller chileno Horacio Walker Larraín al  embajador de Bolivia en Santiago, de 20 de junio de 1950). Luego, transcurridos 25 años, también se llegó a negociar –luego de la reunión de Charaña– una fórmula concreta para la salida soberana de Bolivia al mar como solución de la mediterraneidad de Bolivia. En ambos casos, no se habló de revisión, modificación o nulidad del Tratado de 1904. En verdad, no es justo ni prudente torcer la verdad.

Pero en lo que tiene razón el presidente Piñera es que ambas partes están empeñadas en un “diálogo de sordos”. Claro que él, en esto, también tiene su parte.

Los rescoldos no pueden ser más decepcionantes: los adjetivos y las agresiones verbales ya provienen de los dos lados, llegando a las descalificaciones personales.

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