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Guatemala: al buen maestro con cariño
Vie, 24/02/2012 - 09:36

Alfred Kaltschmitt

Correa cuereando
Alfred Kaltschmitt

Alfred Kaltschmitt, Msc es catedrático en periodismo y medios de comunicación, candidato Doctoral en Investigación Social. Director de "Esteoeste", programa televisivo de análisis y debate político, transmitido todos los domingos por Canal Antigua (Guatemala). Asimismo, es presidente de la Fundación Agros Tesorero de Apanac (Asociación de Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Guatemala) y columnista estable del diario Prensa Libre (Guatemala).

Las aulas son grises como grises son los cuadernos, grises las paredes, hediondos los baños, oscuras las aulas, opacos también los pizarrones. Es el sistema público educativo guatemalteco. Lugar donde la mayoría de nuestros maestros viven maniatados y aprisionados bajo un sistema obsoleto, improductivo, destartalado, que les impide enseñar bien. Maestros con ganas pero desganados por el sistema. Maestros héroes por tener que enseñar entre tanta basura sistémica.

Por un lado tienen que adaptarse a las limitaciones de espacio, equipo e infraestructura inadecuada que existen en las escuelas en las que enseñan, y por el otro, impartir en dos o tres meses de clases efectivas, un contenido curricular diseñado para ser enseñado en nueve meses. El resultado es ganarnos el derecho de estar a la cola de los estándares educativos de Latinoamérica. Una presea más para colgar en la pared de la infamia.

Sea porque a don Jodiel y a los suyos se les ocurran tantas manifestaciones como sean necesarias para protestar por cuanta demanda se ingenie para mantenerlos bajo la brida de la zanahoria clientelar. Sea porque hubo tormentas tropicales, o porque “cabalito” en medio cayeron las elecciones presidenciales, el sistema educativo guatemalteco es uno de los más inactivos e improductivos de la región. Basta revisar que ni siquiera llegamos a la meta de 180 de días efectivos de ciclo lectivo. Estamos en la mera retaguardia de los países de la región que ya lo han superado, no digamos aspirar a los estándares asiáticos y europeos, que como Japón, sus niños asisten 243 días efectivos a las escuela. O Corea del Sur, con 221, y Finlandia, 200. En Chile, Brasil y México, el promedio es de 190 días efectivos de clases.

En Guatemala, apenas llegamos a los 80 días el año pasado desde hace tres años. Y si este año alcanzamos los 100 es porque Dios es grande y le mandó lluvia y trueno a Jodiel.

Es ingenuo esperar que tantos paros laborales del magisterio, más los feriados y demás sucesos cósmicos nacionales puedan revertir la infamia de esa tasa morosa educativa.

Y cuando se callen las chicharras y los zompopos de mayo traigan la época lluviosa, las goteras de los techos rotos caerán sobre los cerebros futuros de nuestro país. Ahí estarán recibiendo el rocío de nuestra dejadez porque no tuvimos la osadía de pensar que las letras pueden elevar el destino de nuestra patria abriendo el futuro con educación y más educación, único antídoto contra la ignorancia y el atraso.

Acaso no deberíamos de animar a los maestros huelgueros para convertirse en un partido politiquero clientelar y ponerse en vitrina en el próximo evento electorero. Y dejar la educación en manos profesionales.

¡Ah!, qué bien me saben las palabras de Mano Dura cuando les dijo que la próxima vez que manifiesten que lo hagan en sus ratos de ocio y no en el tiempo de los salarios que les pagamos con nuestros impuestos, so pena de ser sancionados como manda la ley.

La Asamblea Nacional Magisterial tiene que aprender que está bien demandar la aprobación de préstamos para educación, salud y para la agenda de adaptación al cambio climático, pero también tienen que rendir y cumplir con su responsabilidad principal que es educar a sus alumnos por lo menos durante 180 días.

Y ojo con la posibilidad de que las alianzas público-privadas entren a manejar las escuelas con maestros bien pagados, bien equipados, con escuelas modernas, limpias, administradas por resultados e indicadores de éxito.

Ese día se “Jodiel...”.

*Esta columna fue publicada originalmente en PrensaLibre.com.

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