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¿Habrá guerra comercial entre China y los Estados Unidos?
Lun, 14/05/2018 - 10:31

Farid Kahhat

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Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Dado que las negociaciones recién comienzan, tal vez la mejor forma de responder a la pregunta sea a partir de las lecciones que derivan de otras negociaciones comerciales emprendidas por los Estados Unidos bajo la Administración Trump.

Tanto la renegociación del tratado de libre comercio con Corea del Sur como la renegociación del tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN), comenzaron en agosto de 2017. La primera renegociación concluyó hace poco con un acuerdo y la segunda se encuentra en la que, se supone, será la ronda final del proceso (que, en principio, debería culminar este mes). Es decir, en ambos casos la renegociación habría tomado menos de un año. También sugiere una negociación relativamente breve el hecho de que China ha sometido los nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones de acero y aluminio al sistema de solución de diferencias de la Organización Mundial de Comercio. Dado que la adopción de una resolución dentro de ese sistema toma entre doce y quince meses, es de suponer que las partes esperan arribar a un acuerdo antes de que eso ocurra.

La relativa brevedad de los plazos sugiere también que la negociación tendrá una agenda acotada. Por ejemplo, la negociación del acuerdo comercial entre Canadá y la Unión Europea demoró unos siete años, porque estuvieron en agenda todos los temas relacionados a la relación económica bilateral. La renegociación del TLCAN en cambio, además de incluir nuevos temas (como el comercio electrónico), se ha centrado en tres asuntos: los mecanismos de solución de diferencias, las condiciones para futuros intentos de renegociación y, sobre todo, las reglas de origen (particularmente en la industria automotriz).

La agenda de la renegociación con Corea del Sur también fue acotada y tuvo como un tema importante la industria automotriz. También fueron relativamente acotadas las concesiones que hizo Corea del Sur en esa industria. Por ejemplo, se incrementó de 25.000 a 50.000 la cuota anual de vehículos que cada fabricante estadounidense podía exportar al mercado surcoreano. Un incremento de 100% parecería ser una concesión significativa, salvo por un detalle: en 2017 la empresa Ford (el mayor exportador estadounidense hacia Corea del Sur), vendió menos de 11.000 vehículos en ese país.

 Esos casos revelan también las prioridades que tendrá la Administración Trump (que, a fin de cuentas, es quien planteó la necesidad de un acuerdo), en la negociación con China: recuperar puestos de trabajo en industrias que fueron importantes en su elección como presidente y reducir el déficit comercial de los Estados Unidos (la meta en el caso de China es reducirlo en unos US$100.000 millones, es decir, menos de un tercio del déficit total).

 Me sentiría tentado a decir que también sugiere una negociación relativamente breve y acotada el poder de negociación de China. No sólo es el segundo socio comercial de los Estados Unidos sino que además su gobierno es el principal acreedor mundial del gobierno estadounidense. Y China ya anunció que, en un año electoral, podría adoptar en represalia aranceles contra exportaciones agropecuarias procedentes de bastiones electorales del Partido Republicano. China además puede facilitar o complicar otros temas de la agenda exterior estadounidense (como la negociación con Corea del Norte). Pero la prominencia política de una negociación con China puede terminar siendo también una fuente de turbulencia. 

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