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Italia o el populismo como síntoma
Lun, 23/07/2018 - 11:03

Farid Kahhat

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Farid Kahhat

Peruano, doctor en Relaciones Internacionales, Teoría Política y Política Comparada en la Universidad de Texas, Austin. Fue comentarista en temas internacionales de CNN en español, y actualmente es profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP (Perú) y analista internacional.

Según encuestas en países que comparten el Euro como moneda, es en Italia en donde menos gente cree que esta haya sido buena para su país. Según la encuesta Eurobarómetro, entre las grandes economías de la Unión Europea en 2016 uno de los lugares en donde menos gente consideraba que la integración europea fuera buena para su país era Italia. Pero cuando uno revisa la respuesta a esa pregunta a lo largo del tiempo, descubre que hacia inicios de los años 90 Italia era el país en donde la Unión Europea concitaba una opinión más favorable.  La pregunta por ende sería, ¿qué ocurrió entre 1990 y 2016 que pudiera explicar el deterioro de la imagen de la Unión Europea en Italia?

La respuesta del columnista del Financial Times, Martin Wolf, es simple: desde la adopción en los noventas del euro como moneda común, el PBI per cápita de Italia virtualmente no creció en términos reales. Peor aún, si tomamos como año base el 2007 (cuando comenzó la denominada “Gran Recesión” internacional), el PBI per cápita habría caído cerca de un 10% desde entonces. De otro lado, la deuda pública es mayor a un 130% del PBI, por lo que muchos alegan que el margen para aplicar políticas fiscales y monetarias expansivas que estimulen el crecimiento es limitado. El problema es que no todos están de acuerdo con esa conclusión. Algunos recuerdan que el Japón tiene una deuda pública mayor como proporción del PBI, pero eso no le impide crecer con base en ese tipo de políticas. Añaden que la razón por la que Italia no puede hacer lo mismo no es el tamaño de su deuda, sino el hecho de que perdió control sobre su política fiscal y monetaria al adoptar la moneda común. Por ejemplo, la Eurozona exige a sus países miembros mantener el déficit fiscal por debajo del 3% del PBI como condición para evitar sanciones.

No es casual por ende que, en un país en el que la socialdemocracia (es decir, el Partido Democrático) aplicó las políticas de austeridad exigidas por la Eurozona, populistas que otrora fueran de izquierda (como los del Movimiento 5 Estrellas) y aquellos que son de extrema derecha (como el partido la Liga), formaran una coalición de gobierno poniéndose de acuerdo en dos temas medulares: su oposición al Euro y a las políticas de austeridad. Ambos proponían desmantelar la reforma del sistema de jubilación de 2011 que, en resumen, reducía pensiones e incrementaba la edad de retiro. Además la Liga favorecía el estímulo fiscal a través de una reducción de impuestos mientras el Movimiento 5 Estrellas lo favorecía a través de garantizar un ingreso básico para pobres y desempleados.

Según la revista The Economist, la conjunción de esas propuestas produciría un forado fiscal equivalente a un 6% del PBI, por lo que es improbable que se lleven a cabo todas de manera simultánea. Pero aún si esas políticas se adoptasen de manera parcial y tuviesen resultados modestos en materia de crecimiento y empleo (como ocurrió en el Japón), ese podría ser el mejor desempeño de la economía italiana en lo que va del siglo XXI.

Sí, el populismo suele ser la respuesta equivocada a los problemas. Pero comencemos por admitir que los problemas que le dan origen suelen ser reales.

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